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VARIABLES DE LA ACTIVIDAD MENTAL: NIVEL DE CONCIENCIA, VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO Y ATENCIÓN

19 de Febrero de 2015

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VARIABLES DE LA ACTIVIDAD MENTAL: NIVEL DE CONCIENCIA, VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO Y ATENCIÓN

I. NIVEL DE CONCIENCIA Y CONCIENCIA

I.1. NIVEL DE CONCIENCIA O AROUSAL

I.2. CONCIENCIA

I.2.1 Nivel de conciencia o Arousal.

I.2.2 Conciencia

II. VELOCIDAD DE PROCESAMIENTO

III. ATENCION

III.1 INTRODUCCIÓN: CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS BÁSICAS.

III.2 MECANISMO NEURONAL BÁSICO DE LA ATENCIÓN (ALERTA O AROUSAL)

III.3 ATENCIÓN INCONSCIENTE (REFLEJA O INVOLUNTARIA)

III.3.1 Respuesta de Orientación

III.3.2 Habituación

III.4 ATENCIÓN CONSCIENTE (VOLUNTARIA O CONTROLADA)

III.4.1 Atención Focalizada (Selectiva o Concentración)

III.4.2 Atención Sostenida (Vigilancia)

III.4.3 Atención Dividida

III.4.4 Atención Alternante

III.4.5 Mecanismos neurales implicados en la atención consciente

IV. SISTEMAS NEURALES DE LA ATENCIÓN.

IV.1 Sistema frontal-diencefálico-troncoencefálico

IV.2 Red cortical para la atención selectiva espacial

IV.3 Redes anterior, posterior y de vigilancia

V. IMPLICACIONES CLÍNICAS

V. PREGUNTAS SOBRE EL TEMA

VI. TERMINOLOGIA

El término “variables de la actividad mental” se refiere a un conjunto de procesos o capacidades (nivel de conciencia, velocidad de procesamiento y atención) relacionados íntimamente con la eficacia del procesamiento mental (memoria, lenguaje, funciones perceptivas, etc.). Las variables de la actividad mental, aunque se encuentran íntimamente implicadas en las operaciones cognitivas no tienen un producto conductual final único, como por ejemplo lo tiene la memoria, la percepción o cualquier otra función cognitiva. Las variables de la actividad mental se requieren para el desarrollo de las funciones cognitivas y, cuando estas variables no funcionan adecuadamente las funciones cognitivas se ven afectadas.

I. NIVEL DE CONCIENCIA Y CONCIENCIA

En primer lugar es importante atender a la diferenciación conceptual entre “conciencia” y “nivel de conciencia”. El término “conciencia” es un concepto que hace referencia al funcionamiento cognitivo y emocional de nivel superior, utilizándose frecuentemente para designar al conocimiento que tenemos de nosotros mismos y del medio que nos rodea. Por su parte, el término “nivel de conciencia”·se refiere al nivel de activación básico necesario para el funcionamiento cerebral a través del cual se posibilita que el organismo sea receptivo y pueda procesar la estimulación que recibe. Conceptualizado así, el nivel de conciencia se correspondería con el “arousal”, y cualquier variable que pudiera afectarlo tendría repercusiones en el funcionamiento cognitivo general del sujeto, lo que lo convierte en un indicador importante del funcionamiento cerebral.

A continuación nos centraremos en primer lugar en el nivel de conciencia y posteriormente en la conciencia.

I.1. NIVEL DE CONCIENCIA O AROUSAL

En la práctica clínica distinguimos 5 estados en el nivel de conciencia: alerta, letargo o somnolencia, obnubilación, estupor y coma.

Alerta

La alerta implica que el paciente está despierto y es completamente consciente de la estimulación interna y externa. El sujeto con un nivel de conciencia en estado de alerta es capaz de interactuar de forma significativa con el evaluador. Existen algunos casos en que por motivos de una parálisis total el paciente no es capaz de establecer la más mínima comunicación utilizando sus miembros, tronco o cabeza, pero si el paciente es capaz de tener movimientos oculares estos pueden ser suficientes para establecer una interacción con él. La alerta por sí misma no implica la capacidad de focalizar la atención, concepto en el que profundizaremos más adelante.

Letargo o somnolencia

El letargo o somnolencia implica un estado bajo de nivel de conciencia, en el que el paciente no está totalmente alerta y tiende a adormecerse cuando no está suficientemente estimulado. En estos pacientes los movimientos espontáneos son menos frecuentes, y cuando se les estimula y se activan son incapaces de mantener la atención. Sus ojos, aunque están abiertos se muestran apagados y tristes. En las conversaciones suelen perder el hilo fácilmente y cambian continuamente de tema. En este estado es bastante complicado, como consecuencia de la incapacidad para atender correctamente a las instrucciones del evaluador, valorar áreas como memoria, cálculo o pensamiento abstracto. En el caso de administrarse una evaluación neuropsicológica completa en un paciente aletargado las puntuaciones deben interpretarse con suma cautela.

Obnubilación

La obnubilación es un estado transitorio entre el letargo y el estupor. Este tipo de paciente es difícil de estimular, y cuando se consigue muestra un estado confusional1. Normalmente, se requiere estimulación constante para conseguir una cooperación mínima. Los datos obtenidos de una evaluación neuropsicológica en este estado son cuestionables.

Estupor o semicoma

El estupor o semicoma es un concepto utilizado para describir a pacientes que responden únicamente a una estimulación muy intensa y persistente. Los pacientes en estado de estupor no se despiertan espontáneamente y, cuando se les estimula intensamente solo son capaces de emitir sonidos a modo de gruñidos o farfullar brevemente. En este estado, los métodos que pueden aplicarse para suscitar la respuesta del paciente incluyen la agitación enérgica o aplicarle algún tipo de estimulación dolorosa. En estos pacientes hay una disfunción cerebral importante y no es posible una valoración neuropsicológica.

Coma

El coma es un estado en el que los pacientes son incapaces de responder a cualquier tipo de estimulación, tanto interna como externa. Los ojos del paciente permanecen cerrados y no hay evidencia de respuesta conductual ante la estimulación, por muy intensa, persistente, o dolorosa que ésta sea. Algunos clínicos distinguen entre coma leve, en el que se observan movimientos motores reflejos, y coma profundo, en el que no se observa ningún tipo de respuesta motora.

A nivel anatómico las estructuras neuroanatómicas implicadas en la activación del organismo y el nivel de conciencia o arousal se corresponderían con el Sistema Activador Ascendente o Sistema Activador Reticular Ascendente (SARA).

Este sistema se origina en la Formación Reticular y se extiende al córtex a través de proyecciones difusas del Sistema Talámico. En concreto, las células localizadas en la formación reticular y el locus coeruleus reciben información entrante de la mayoría de los sistemas de fibras ascendentes y descendentes. Así, una estimulación aplicada en la palma de la mano manda información al SARA y al núcleo sensorial correspondiente de tálamo. De esta manera, la Formación Reticular alerta a corteza y a estructuras subcorticales de la estimulación externa que está siendo aplicada y mediante este mecanismo el sistema activador mantiene una estimulación constante y fluctuante de los centros superiores. Sin esta vía de información, el córtex no puede funcionar de forma eficiente y, por tanto, si se produce un daño en el sistema activador el sujeto no puede pensar, aprender o relacionar de forma efectiva información.

Lesiones específicas en la formación reticular, como infartos o hemorragias, dan lugar a cambios en el nivel de conciencia y, en último extremo, al coma. El estado de coma puede considerarse como un nivel muy bajo de alerta, aunque es necesario especificar que entre el coma y el sueño, ambos con niveles bajos de alerta, existe una diferencia cualitativamente muy importante. Una persona que está durmiendo puede despertarse con un estado normal de conciencia casi instantáneamente, mientras que un paciente comatoso no puede despertarse. Dado que el SARA es el responsable del nivel de conciencia (entendido como “arousal”), es lógico esperar que lesiones específicas (Ej., hemorragias, infartos) en la formación reticular, así como intoxicación por drogas, alteraciones en el equilibrio metabólico o infecciones puedan afectar el adecuado funcionamiento de formación reticular y, por tanto, los niveles de arousal del sujeto.

I.2. CONCIENCIA

Si bien es cierto que el concepto de conciencia presenta una gran cantidad de significados, de ahí la dificultad de establecer un concepto admitido por la mayoría de investigadores y teóricos del tema, nosotros utilizaremos el término conciencia para referirnos al conocimiento que tenemos de nosotros mismos y del medio que nos rodea, mediatizado por un funcionamiento emocional y cognitivo de nivel superior. En el lenguaje psicológico la noción de conciencia se extiende desde el más simple acto de ‘darse cuenta de algo’ hasta la más elaborada ‘reflexión sobre uno mismo’.

A nivel clínico un fenómeno estrechamente relacionado con la conciencia es el de la anosognosia. La anosognosia se refiere a una afectación, consecuencia de un daño cerebral, en la que el paciente niega sus discapacidades o no tiene conciencia de sus déficits. En general, la anosognosia no se asocia a una pérdida global de la conciencia sino a alguna parte de ella. Esta afección es fácilmente objetivable por terceras personas (aunque, lógicamente, no por quien la padece).

La anosognosia se observa, con cierta frecuencia, en determinadas alteraciones físicas de tipo sensorial (ej. negligencia, hemianopsia) o motor (ej. hemiparesia, discinesia) y cognitivas

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