Los jóvenes, la fe, y el discernimiento vocacional
Alain MillánReseña8 de Octubre de 2021
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LOS JÓVENES, LA FE Y EL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL
CAPÍTULO II
EL MISTERIO DE LA VOCACIÓN
77. Vocación, viaje y descubrimiento
Los rasgos fundamentales del discernimiento según el relato de la llamada de Samuel (cf. 1 Sm 3, 1-21) son: la escucha y el reconocimiento de la iniciativa divina, una experiencia personal, una comprensión progresiva, un acompañamiento paciente y respetuoso del misterio en acto, una destinación comunitaria. La vocación no se impone como un destino que debe padecer, sino una propuesta de amor, un envío misionero en una historia cotidiana de confianza.
Para cada hombre y mujer, la vocación, aunque tenga momentos fuertes de dificultad y privilegios, conlleva un largo viaje. La Palabra del Señor exige tiempo para ser comprendida e interpretada. A los jóvenes les fascina la aventura del descubrimiento progresivo de sí mismos, aprenden de las actividades que desempeñan y de los encuentros y las relaciones, implicándose en la vida cotidiana. Pero, necesitan de ayuda para dar unidad a las diversas experiencias y a leerlas desde una perspectiva de fe, venciendo el riesgo de la dispersión y reconociendo los signos a través de los que Dios ocupa como medios para hablar. En el descubrimiento de la vocación, no todo está claro en seguida, porque la fe “ve en la medida en que camina la persona, y en que se adentra en el espacio abierto por la Palabra de Dios”
78. Vocación, gracia y libertad
Para entender en profundidad el misterio de la vocación que tiene en Dios su origen último, estamos llamados a purificar nuestro imaginario y nuestro lenguaje religioso, recuperando la riqueza y el equilibrio de la narración bíblica. La vocación no es ni un guion ya escrito que el ser humano debería simplemente seguir al pie de la letra, recitar o una improvisación teatral sin esquema. Puesto que Dios nos llama a ser amigos y no siervos (cf. Jn 15, 13), nuestras elecciones concurren realmente a la realización histórica de su proyecto de amor. La economía de la salvación, por otra parte, es un Misterio que nos supera infinitamente, y por ello si escuchamos solo al Señor sabremos qué papel estamos llamados a tener en ella. Y si lo vemos desde esta perspectiva, la vocación aparecerá realmente como un don de gracia y de alianza, como el secreto más bello y valioso de nuestra libertad.
79. Creación y vocación
Con esto reafirmamos que TODO fue creado por medio de Cristo y para él, la Sagrada Escritura nos orienta a leer el misterio la vocación como una realidad que marca la creación de Dios. Dios “llama” al ser y a la vida, y después “distingue” en el caos lo indistinto, imprimiendo al cosmos la belleza del orden y la armonía de la diversidad. San Pablo VI ya había afirmado que «toda vida es vocación», y Benedicto XVI insistió en que el ser humano es creado como ser en diálogo: la palabra creadora «llama a cada uno personalmente, manifestando así que la vida misma es vocación en relación con Dios».
80. Para una cultura vocacional
En términos vocacionales hablar de la existencia humana permite poner de relieve algunos elementos que son muy importantes para el crecimiento de un joven: significa excluir que esté determinado por el destino o sea fruto de la casualidad, así como que sea un bien privado a gestionar de modo autónomo. En el primer caso no hay vocación, porque no hay reconocimiento de un destino digno de la existencia, mientras que en el segundo caso, un ser humano pensado “sin vínculos” se convierte en alguien “sin vocación”. Es importante crear las condiciones para que en todas las comunidades cristianas, a partir de la conciencia bautismal de sus miembros, se desarrolle una verdadera cultura vocacional y un constante compromiso de oración por las vocaciones.
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