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Centro de Estudios (CONFERRE) Trabajo de Sinópticos


Enviado por   •  5 de Mayo de 2016  •  Trabajos  •  1.935 Palabras (8 Páginas)  •  230 Visitas

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Centro de Estudios (CONFERRE)

Trabajo de Sinópticos        Estudiante: Sandro Marín

  1. El Evangelio en cuanto género literario es una particularidad del cristianismo. Ahora el evangelio no es simplemente el escrito es una verdadera confesión de fe. A partir del análisis de Mc 1, 1-2 argumente el por qué se afirma  que el evangelio se le puede considerar una confesión de fe. Dé razones textuales para desarrollar su argumento.

El uso de la palabra "evangelio" en el culto imperial es revelador para entender la expresión en boca de nuestro autor. El Emperador lo reunía todo en su persona, y esto confiere al "evangelio" su significado y su fuerza. El "señor" era algo divino y extendía su poder sobre hombres y animales. Así, pues, cuando el autor habla del "evangelio de Jesucristo, hijo de Dios", dice algo muy concreto para unos lectores que estaban fuertemente impregnados de aquella terminología.

Jesús es presentado al mismo nivel que el Emperador y se le atribuyen los mismos honores. Si él tiene "su evangelio", quiere decir que es una encarnación de Dios, que lleva consigo la salvación del mundo y que ofrece a los hombres la superación de sus penas y el itinerario válido para el reino. Y, en efecto, notamos cómo muy frecuentemente se habla del "evangelio del reino de Dios" (Mc 1,14; cfr Mt 4,23; 9,35; 24,14). Por eso, Jesús es presentado con designaciones que no dejan ningún lugar a la duda. Jesús es el "mesías", el "hijo del hombre", pero también el "hijo de Dios". Un "evangelio" estaba vinculado a una persona de categoría divina.

Además comienza el evangelio con la confesión cristológica del evangelista: Jesús es el Mesías y el Hijo de Dios (1,1). Son títulos que retomarán Pedro en el centro del evangelio (8,29) y el centurión romano al final del evangelio confesando a Jesús como Hijo de Dios al pie de la cruz (15,39). Es importante destacar otros momentos fundamentales del relato que estructuran el conjunto del evangelio. El primero de ellos, al comienzo del evangelio, es el bautismo de Jesús, donde una voz del cielo describe a Jesús como Hijo de Dios: "Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco" (1,11). Inicia esta declaración la primera parte del evangelio (1,16-8,32) donde abundan, sobre todo, milagros y exorcismos. El centro es, pues, la actividad terapéutica de Jesús que se presenta ante los ojos de la gente como un Mesías lleno de autoridad en sus hechos y en sus palabras. Tanto el pueblo como sus discípulos se preguntan sobre la identificación de Jesús: "¿Quién es éste?", se preguntan unos y otros (1,27; 4,41).

  1. En los llamados evangelios sinópticos se han redactado trabajando tres tipos de tradiciones, cada una bien definida: triple tradición, doble tradición, tradición simple. Elija un tipo de tradición, defínala y de un ejemplo tomado de los textos.

Los tres primeros evangelios: Marcos, Mateo y Lucas, reciben el nombre de sinópticos porque presentan numerosas semejanzas y si se leen en forma paralela, en columnas o sinopsis, se puede tener una visión de conjunto o simultánea de los tres.

Los sucesos que encontramos relatados, en muchas ocasiones, son los mismos, pero varían las perspectivas desde las cuales escriben los autores inspirados.  Son diferentes sus comunidades (el contexto desde donde se escriben), sus estilos literarios (la forma de escribir), sus acentos temáticos (los temas que resaltan).

Estas diferencias no son excluyentes ni contradictorias. Por el contrario, nos permiten enriquecer el conocimiento de la persona de Jesús  y su mensaje.  Como ya hemos dicho anteriormente,  son biografías históricas y testimonios de fe.

Entre los tres se observa que hay muchos fragmentos en común, así como entre dos de ellos, y textos propios de cada uno. Marcos parece ser el más antiguo, y los otros dos lo siguen en el esquema general. Pero también se encuentran versículos comunes a Mateo y Lucas, que no encontramos en Marcos. Lo que hace pensar en una fuente común a estos dos evangelistas, desconocidas para Marcos.

Según la «hipótesis de las dos fuentes», el autor conocía el evangelio de Marcos, que usó como modelo para la estructura de su primer libro: notamos que respecto el contenido coinciden sustancialmente Mc 1-16 y Lc 3-24, aunque el autor cambió el orden de unos acontecimientos, por ejemplo la visita de Jesús a la sinagoga de Nazaret (Mc 6,1-6a paralela a Lc 4,16-30). Además encontramos en Lc dos interpolaciones –la interpolación menor que incluye el sermón de la llanura (Lc 6,20-8,3) y la interpolación mayor que narra el viaje de Jesús a Jerusalén (Lc 9,51-18,4) que coinciden con tradiciones del evangelio de Mateo. Se supone también que Lc incluye al menos dos fuentes más: una fuente que tiene en común con Mateo (la llamada «fuente Q») y otra propia de Lucas, desconocida por Mateo. En esta fuente propia de Lucas encontramos narraciones valiosas, pues enriquecen nuestra fe, nos unen con las primeras comunidades y nos muestran aspectos importantes de la perspectiva teológica de Lucas: las parábolas del buen samaritano (10,30-37), del hijo amado (15,11-32), del administrador (16,1-13), y del fariseo y del publicano (18,10-14), además himnos, salmos y oraciones (los cánticos de María, de Zacarías y de Simeón, las oraciones de la comunidad de Jerusalén y de Esteban) e indicios importantes sobre la relación de Jesús con los pecadores, publicanos y mujeres.

  1. En el evangelio según san Lucas cobran mucha importancia los pobres que no solo son los destinatarios de la Buena Nueva sino también sus testigos, a partir del análisis de Lc 2, 22-28.

A partir de una visión del Espíritu como fuerza liberadora de Dios, Lucas ha escrito un "evangelio de los pobres marginados-pecadores". Dios actúa por Jesús como el que libra a los perdidos de este mundo; Dios perdona a los excluidos de la vieja alianza y ofrece su amor liberador a todos los necesitados. Ellos están llamados a ser testigos del plan liberador de Dios en el mundo, plan liberador que difiere en todo en todo al plan del Imperio, pues no se basa en las armas, sino en el poder de Dios que actúa en la Iglesia. Plan que ya estaba presente en la historia a través de los profetas del Antiguo Testamento  y que ahora por medio del Espíritu de Jesús se va realizando en la Iglesia, nuevo pueblo de Dios.

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