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Criterios Para La Formacion


Enviado por   •  15 de Abril de 2013  •  1.504 Palabras (7 Páginas)  •  336 Visitas

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1. Criterios para la formación en JMV

Nuestra l a. Asamblea General, celebrada en agosto del año 2000 en Roma, nos invitó a reconocer como elemento fundamental para el futuro de la Asociación el organizar y enriquecer nuestros programas de forma¬ción, de manera que estos sean capaces de generar en los jóvenes:

• Un verdadero entusiasmo por descubrir el gran potencial que anida en su corazón, haciendo que aflore toda su riqueza y creatividad,

• Un deseo de estar profundamente enraizados en Jesucristo, llenos de la espiritualidad orante del Magnificat, y compartiendo su segui¬miento a Jesús en comunidad,

• Un compromiso explícito con la causa del Reino, trabajando por la evangelización y el servicio de los más pobres, al estilo vicenciano.

1.1. La formación es un proceso dinámico y continuo, que comienza en la familia, y continúa en la escuela y la parroquial, que dura toda la vida, y cuya finalidad es que Cristo sea formado en nuestro corazón y en nuestra vida, hasta que alcancemos el estado del hombre perfecto, y lle¬guemos a la madurez en Cristo (Ef 4,13). Formar es, por tanto, engendrar a Jesús en los otros, o más bien para engendrar a los otros para Cristol1l. En JMV queremos ofrecer una formación liberadora, que convierta al joven en sujeto de su propio desarrollo, en persona responsable y artífi¬ce principal de proyecto de vida. Queremos que el joven, tome concien¬cia de su compromiso en la sociedad y en la Iglesia, para que pueda ofre¬cer su aporte para la construcción del Reino.

La experiencia nos dice que cuanto menos cristiano es el ambiente donde tiene que desarrollarse la vida de un niño, adolescente o joven, más nece¬sidad tiene de ámbitos educativos alternativos para iniciarse o madu¬rar en la fe. JMV nació para dar respuesta a esta necesidad, ofreciendo a los adolescentes y jóvenes un espacio que favorece su crecimiento inte¬gral, un estilo de vida cristiana, una experiencia de Iglesia joven, un com¬promiso en favor de otros jóvenes y de los más pobres, con el estilo pro¬pio del carisma vicenciano. Este fue el deseo de la Virgen, que en 1830 invitó a la Familia Vicenciana a evangelizar a los adolescentes y jóvenes, especialmente los más pobres, en situación de riesgo o exclusión social, los alejados... Hoy, la Iglesia continúa pidiendo a las asociaciones y movimientos, entre otras tareas, "el empeño catequético y la capacidad pedagógica para formar a los cristianos"IV.

1.2. Para que la formación que ofrecemos logre calar realmente en lo profun¬do de la personav, creemos que cada Consejo Nacional debe organizar un proyecto global de formación, bien articulado, y no contentarse con realizar múltiples actividades de entretenimiento pastoral, sin conexión entre sí. En JMV optamos por una pastoral de procesos, orgánica y sis¬temática, guiada por un proyecto global de formación, que permita a nuestros miembros lograr una identidad humana, cristiana y viceñciana, fuerte y clara. Un proyecto que se desarrolla siguiendo una suc~sion ordenada de etapas o momentos educativos, directamente relacionados con las etapas de crecimiento de la persona y los objetivos que persigue nuestra Asociación. Y en el que encuentren cabida los diferentes tipos de socios con que cuenta cada país: infantiles, juveniles, jóvenes y adultos.

1.3. El proyecto global de formación debe ser contextualizado e incultura¬do: diseñado a partir de la realidad propia de los jóvenes y la asociación en cada país o continente, para que responda a las necesidades concretas de los destinatarios. Decía el P. Robert Maloney en un encuentro interna¬cional a las Visitadoras de las Hijas de la Caridad: "permitan que los gru¬pos tengan un sabor indígena, filipino, congoleño, español o americano. Esto pide discernimiento, creatividad y espíritu de libertad"VI. Con una fidelidad creativa al carisma propio de JMV hemos de buscar en cada cultura aquellas expresiones propias que manifiesten este carisma... Sólo así, la formación que ofrecemos podrá responder a los retos que presen¬ta la situación juvenil en las distintas regiones del mundo, con sus luces y sombras, en los distintos ambientes y culturas donde viven los jóvenes.

1.4. Este proyecto se concreta en diversas etapas o momentos formativos: progresivos y evaluables, cada uno con objetivos y actividades propias, diferenciadas según la edad, el nivel de maduración y el grado de com promiso de los destinatarios. En cada país, estas se organizan y se deno¬minan de manera diferente, de acuerdo a su propia tradición asociativa, a la realidad de los jóvenes y a las orientaciones de la Comisión de Juventud de su respectiva Conferencia Episcopal.

1.5. Todo el proyecto y cada una de las etapas, ha de responder a la integra¬lidad de la experiencia cristiana, atendiendo a todas las dimensiones de la persona, considerada como una unidad existencial (7). A medida que el joven avanza en este proceso, junto

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