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El Desarrollo Del Budismo En Occidente


Enviado por   •  31 de Marzo de 2014  •  2.703 Palabras (11 Páginas)  •  221 Visitas

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El desarrollo del budismo en occidente: su realidad y significado

Hubert Durt

Comenzaré este artículo con la última frase de un trabajo reciente sobre los estudios budistas en Occidente realizado por el profesor J.W. de Jong: “Las culturas de la India, de China, y de Japón (y el Prof. De Jong estaría de acuerdo si agrego: y de Corea) no puede ser comprendido sin el conocimiento de las culturas de la India, China, Japón (y Corea)”.

Esta frase nos recuerda la importancia que ha tenido siempre “la cultura” cuando consideramos el interés occidental por el Budismo. Me gustaría hablar sobre todo acerca de los países occidentales que me son familiares: los pueblos europeos, y entre ellos, el de tradición francesa.

En los primeros siglos de nuestra era, el acercamiento de Occidente al Budismo fue probablemente diferente de este acercamiento cultural. En la época de los primeros contactos intelectuales entre el mundo mediterráneo y el mundo indio, el Budismo del primer período era todavía una religión viva y no un objeto de estudio. En fuentes occidentales casi no tenemos documentos que muestren un contacto directo con este Budismo. De todas maneras, algunas similitudes doctrinarias (por ejemplo, con los gnósticos del siglo II d.C.) y algunas leyendas comunes (por ejemplo, Barlaam y Josaphat) nos permiten pensar que unos pocos elementos del Budismo pudieron haber sido incorporados cuando todavía estaban “vivos”, y no, como en épocas posteriores, a través de “estudios culturales”.

El segundo acercamiento ha sido la actitud de los misioneros cristianos, casi los únicos en haber hablado sobre Budismo en la Edad Media y hasta el siglo XIX. Pocos de ellos han estado abiertos a nuevas ideas como mi compatriota Roebroek en el siglo XIII con respecto al Asia Central o el italiano Desideri (1684-1733), que ha realizado un estudio académico completo de los principios más importantes del Budismo Tibetano. Sin embargo, su actitud mental puede en general ser caracterizada por un deseo de comprender la religión extranjera con el propósito de refutarla ulteriormente.

La tercera etapa está representada por lo que ha sido llamado el “Renacimiento Oriental”. El escritor francés que acuñó esta expresión, Raymond Shcwab, trató de describir la fascinación oriental que apareció hacia el fin del período Iluminista y que coincidió con el movimiento literario llamado “Romanticismo”. De todas maneras, ya que el núcleo de este “Renacimiento Oriental” fue el descubrimiento “cultural” de Oriente y ya que pocos de los principales representantes de este “Renacimiento” han sido eruditos como por ejemplo, Eugène Burnouf (1801-1852), pienso que, hablando de un modo general, la actitud de los occidentales contemporáneos que se interesan en el Budismo puede ser considerada como derivada todavía del “Renacimiento Oriental”.

Temo que la edad de oro de la investigación académica del Budismo, por lo menos en Francia, está ya en el pasado. En los años veinte y treinta de este siglo, casi todos los especialistas en estudios del Lejano Oriente estaban total o parcialmente involucrados en los estudios budistas: en París, Sylvian Lévi, Edouard Chavannes, Paul Pelliot, Henri Maspero, Alfred Foucher, Jean Przyluski, Noël Peri, y luego, Paul Demiéville, Paul Mus; en Bélgica, Louis de La Vallée Poussin y Étienne Lamotte. Fue la época del comienzo del proyecto Hōbōgirin. Fue también la época de una fuerte oposición al como está representada en el panfleto titulado “Dèfense de l’Occident”, de Henri Massis.

Hoy, en París, con excepción del profesor André Bareau, casi nadie enseña Budismo como una materia principal. Inclusive no es muy bien considerado ser un indólogo, un sinólogo, un coreanólogo, etc.: uno tiene que ser un lingüista que se especializa en sánscrito, un especialista en religión que se concentra en China o Tibet, un historiador de arte que se concentra en escultura coreana y japonesa temprana. Aunque la “interdisciplinareidad” ha sido nominalmente puesta en evidencia durante las euforias de mayo de 1968, el énfasis está puesto todavía en la especialización. Estudios de un tema que posee una extensión tan amplia como el Budismo no pueden convertirse en una “especialización”. Además, en el campo de los estudios religiosos, una creciente falta de interés por los estudios filosóficos y doctrinarios es tan perceptible como una repentina pasión por un enfoque más sociológico, etnográfico e incluso político.

Me gustaría recordar aquí la enérgica protesta del profesor Edgard Conze, un típico representante de los estudios doctrinarios. Fue en 1970 en Lovaina (Bélgica) y él me estaba hablando sobre la creciente importancia dada a las ciencias políticas en detrimento del “orientalismo” tradicional en los departamentos de educación de algunas “regiones” de Alemania, en donde se encuentran muchas universidades famosas: “En la mayoría de los casos se trata de mero periodismo” –dijo.

De hecho, en el mundo germano existen aún dos “fortalezas” de investigación científica tradicional para los estudios budistas: 1. La escuela filológica de Ernst Waldschmidt en Göttingen, cuya actividad más famosa ha sido la edición de los manuscrito sánscritos de Turfán. 2. La escuela filosófica del ya fallecido Erich Frauwallner, de Viena, cuyos estudiantes de entonces están ahora enseñando en numerosas universidades de Austria, Alemania y Holanda.

Ya he mencionado a unas pocas personalidades rectoras de los estudios budistas en Europa occidental: Demiéville, Lamotte, Bareau en el mundo de habla francesa; Waldschmidt, Frauwallner en el mundo de habla alemana: Conze, nacido en Alemania, en el mundo de habla inglesa; De Jong, originario de Holanda, que actualmente está enseñando en Australia. Debería agregar el nombre del patriarca “Gururāja”: Giuseppe Tucci, en Italia. No es el objeto de esta nota dar un esbozo de los estudios budistas en cada uno de los países europeos. Un esbozo mostraría la fuerza de algunas tradiciones y la fascinante variedad de temas que pueden ser cubiertos bajo el nombre de estudios budistas. Sería dificultoso dar características generales exceptuando tal vez el aislamiento en el cual la mayoría de los estudiosos está trabajando.

Otro punto general es que, contrariamente a lo que parece ser la situación en los Estados Unidos de América, sólo muy pocos estudiosos o estudiantes europeos de Budismo son budistas. El Budismo como religión en Europa, no obstante, es en gran medida un resultado de sus investigaciones académicas. Nosotros no tuvimos, como en América, inmigrantes chinos, coreanos o japoneses que trajeran consigo sus costumbres religiosas y establecieran

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