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Espiritualidad

marielaangel12 de Junio de 2014

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ESPIRITUALIDAD EDUCATIVA EN CALASANZ

Miguel Giráldez, Sch. P

0. Introducción

La educación es relación entre personas. Esta relación para nosotros escolapios abarca a la persona completa en su integralidad. No es solo relación entre docente y discente o viceversa, puramente instructiva o sociológica. En esta elación se percibe la espiritualidad si realmente se tiene mundo interior, puesto que ella es componente esencial de la persona y del creyente, por tanto del escolapio, religioso o laico. Para nosotros escolapios la relación educativa es evangelización con todo el sentido expresado en la Exhortación “Evangelii Nuntiandi” de Pablo VI. Nuestro Ministerio no es solamente la tarea educativa, ella, es solamente una parte de nuestro ministerio. Lo definimos así: “Todo ministerio en la Iglesia es un modo concreto de colaborar en la misión de anunciar e iniciar el Evangelio del Reino que Jesús confió a sus discípulos. Calasanz, movido por el peculiar carisma recibido del Espíritu, enriqueció a la Iglesia siendo pionero en su peculiar misión de evangelizar”1

Por tanto nuestro ministerio para que sea tal debe estar imbuido por una profunda espiritualidad evangélica. A esta espiritualidad cuando está presente en la educación integral, -y si no, no lo sería-, se le puede llamar espiritualidad educativa o espiritualidad ministerial escolapia.

El carisma calasancio siempre va unido al ministerio y este Ministerio hace de la espiritualidad calasancia una espiritualidad propia,2 que surge del Evangelio: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis”3

Sobre la tarea evangelizadora dice el Papa Francisco que “enriquece la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas espirituales limitados. Simultáneamente, un misionero entregado experimenta el gusto de ser un manantial, que desborda y refresca a los demás. Sólo puede ser misionero alguien que se sienta bien buscando el bien de los demás, deseando la felicidad de los otros”.4 Esto fue lo que hizo Calasanz, el cual debido al Carisma y la Misión encomendada por la Iglesia (Ministerio) dejó su esquema espiritual que era limitado, para ampliarlo con el don del carisma y convertirse en misionero, en evangelizador desde la educación.

La acción educativa en su desarrollo, es la forma y el lugar para vivir y transmitir también la experiencia de Dios y esto no se hace si tal experiencia no se tiene. No es solamente tener un ideal,

1 “Misión compartida en las Escuelas Pías” “El Ministerio Escolapio” Cuadernos, 23, p. 27, I. A. 7

ICCE, 1999, Madrid.

2 Giner S. “Lo común y lo propio de la espiritualidad calasancia” Ephemerides Calasanctianae º 7-8, 1989, p.337-3

3 Mc. 10,14

4 Evangelii Gaudium. Pg. 206, nº 272. Tipografía Vaticana. Noviembre 2013, Roma

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es la vivencia del ideal que se tiene. Es la unión entre carisma y ministerio. Espiritualidad y Misión. “Luz de Dios y luz de los hombres”5 que dice el Memorial del Cardenal Tonti. Educación integral

La educación que se desprende de nuestro Ministerio, es la que nos hace crecer al mismo tiempo como personas y como creyentes.

José de Calasanz tiene una forma muy peculiar de vivir el Espíritu y su relación con Dios, y lo hace de una forma algo distinta a como era lo normal en su época. Surge en él una espiritualidad cuyo asentamiento está en el carisma, que ilumina y se integra con el ministerio. Es decir, Pedagogía espiritual y espiritualidad pedagógica, título de las dos partes de la publicación: Espiritualidad y Pedagogía (ensayo de síntesis)6.

Tomemos una definición de espiritualidad de las tantas que existen y tengámosla de referencia en el desarrollo de nuestra exposición: “Una espiritualidad no es otra cosa que una dinámica vital que nos pone en sintonía con Dios y nos hace obrar según el Espíritu de Dios”7. No es algo abstracto o desencarnado es una fuerza vital que nos lleva a actuar, a desarrollar la Misión, nuestro Ministerio, por el impulso del espíritu, que nos hace contemplativos y activos en el Dios de Jesús, discerniendo sus caminos desde la Palabra y siempre construyendo la comunidad.

Por medio de cada uno de los apartados de este trabajo haremos referencia al Dios en el que creía Calasanz, al Cristo que seguía y al Espíritu que lo inspiraba y sus implicaciones en su vida y en la nuestra actualmente, pues es un tesoro vivo, que no debe de dejar de ser enriquecido y desarrollado. Contemplaremos qué características tiene su Espiritualidad Educativa. La que según decíamos, le hace obrar según el Espíritu de Dios.

I.- “…siendo Él un Padre tan bueno y amable…”8

Dios sale al encuentro de Calasanz desde su más tierna infancia y se hizo su compañero inseparable en el viaje de la vida. Aquel niño de Peralta, comenzó su camino teniendo como compañero al Dios de sus padres, al Dios de su párroco, al Dios que le hicieron conocer en su casa y en su pueblo, sobre todo su madre que se lo hizo cercano por medio de la devoción a María, más entendible en aquella época y con una clave más afectiva que el Dios transmitido por medio de los dogmas. Recuerdo aquellas palabras del Papa Juan Pablo I, en la reflexión del Angelus, 10 de septiembre de 1978: “Él (Dios) es nuestro Padre, más aún, Él es nuestra madre”.9 En aquella primera época infantil y juvenil de Calasanz su Dios era también como aquel del que hablaba el Papa Luciani.

Dios es Padre amoroso para Calasanz y algo más10, así lo podemos comprobar en la cita de donde está tomado el título de este apartado: Es un Padre bueno y amable. El reflejo de esta paternidad se siente en tantas y tantas actuaciones de Calasanz que encontramos en las expresiones usadas en sus escritos.

5 J.M Lesaga-M.A. Asiain-J.M. Lecea,“Documentos Fundacionales de las Escuelas Pías”, “Memorial al Cardenal Tonti, nº 9, E. Calasancias, Salamanca 1979 p. 49

6 CONGREGACIÓN GENERAL, Espiritualidad y Pedagogía (Ensayo de síntesis) nº 1, p. 6 ss. Madrid, ICCE 1995

7 Rodríguez Osorio Hermann, S.J. https://es-es.facebook.com/note.php?note_id=170825012944200

8 Scripta (EP) 1148

9 L' Osservatore Romano, 21 de septiembre de 1978, p. 2.

10 Jesús Lecea, Imágenes de Dios de la espiritualidad de S. José de Calasanz (en los 350 años de su muerte: 1648-1998)Folletos Con El, Madrid 2007

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Una constante en Calasanz cuando se refiere al trato con los alumnos es que siempre el educador muestre para con ellos amor de padre y se les enseñe con gran afecto11.

Es más, algunas referencias a este Dios que es Padre cercano, las podemos encontrar en unos pensamientos espirituales, que Calasanz tenía en el librito que tanto leía: “Imitación de Cristo” (Kempis), libro que se atribuyó a San Bernardo12 y leía con asiduidad. Este escrito al que nos referimos, contiene “Diez reglas dignísimas para los que caminan según el Espíritu”. No sabemos quién fue el autor, pero sí sabemos que fueron escritas por la propia mano de Calasanz. Podrían ser de Calasanz, pero no lo son. Están tomadas con algunas variantes y sin el último párrafo de la “Instructio quomodo homo possit in bono proficere et placere Deo”,13 escrita o atribuida a San Bernardo de Claraval, primer Abad y fundador del Monasterio de Claraval de la Orden del Cister, hombre profundamente espiritual y con una gran devoción a la Virgen María. Dependerá una u otra afirmación (escrita o atribuida), de los diversos compiladores de su Obra. De sus escritos podemos destacar aquellos que hablan de la humildad de la que tanto gusta Calasanz. Nos hablan estas reglas del Dios en el que lógicamente Calasanz creía y que queda reflejado en su acción y espiritualidad, más aún, dicen estas “reglas” que en la actuación para con los demás, Dios es más todavía que un Padre cercano, es como una madre que se alegra con el bien del hijo y ama al pobre con afecto paterno:

“7ª Regla: Como ama el bien del prójimo como el suyo, y se alegra como la madre en el bien del hijo, así se debe alegrar del bien de todos los vivientes…”.

“5ª Regla: Que no desprecie a nadie por muy pobre que sea, sino que se acerque a todos con afecto materno, y se alegre con todos como se alegraría del hijo único predilecto. Todas las miserias de los demás considérelas como suyas; ayude a todos como a sí mismo, siempre que pueda. Y, aunque, al compadecerse y servir, debe comportarse como una madre, debe, sin embargo, respetar a todos como a padres.”14

Las citas nos revelan el tipo de actuación a la que lleva esta espiritualidad que concibe a Dios como Padre bueno y amable. La espiritualidad se debe reflejar en la vida, se debe apreciar en no solo en lo que se dice, también en lo que se hace, y lo que hacemos es educar.

No hace mucho el Papa el Benedicto ha dicho algo que está en plena sintonía con lo que dice Calasanz sobre educar: “Por esto es importante el servicio que llevan a cabo en el mundo las numerosas instituciones formativas que se inspiran en la visión cristiana del hombre y de la realidad: educar es un acto de amor, ejercicio de la “caridad intelectual”, que requiere responsabilidad, dedicación, coherencia de vida”.15 Calasanz aplica su concepción de Dios como Padre a la misma vida. Es decir Dios es vida para él. Su vida es la educación y por lo tanto ella queda impregnada de espiritualidad. Hoy sigue siendo vital para nosotros este estilo.

Su Dios, además de ser benigno y amable, es alegre. Dice el mismo Calasanz: toda obra hecha con alegría es siempre agradable a Dios,

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