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JUSTIFICACIÓN POR FE


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2020  •  Ensayos  •  2.140 Palabras (9 Páginas)  •  595 Visitas

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Justificación por fe.

Juan Carlos Socarras Orozco.

Instituto Técnico de Formación Teológica Ebenezer.

Teología del Nuevo Testamento.

Líder Fabian Pacheco Martínez.

13 de noviembre de 2020.


Justificación Por Fe.

Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo (Ro 5:1).

No hay tal cosa como una justificación que pueda ser obtenida en la tierra por los hombres, excepto de una sola manera. La justificación es un término forense, o puramente legal que describe lo que Dios declara acerca del creyente, no lo que Él hace para cambiar al creyente. De hecho, la justificación no afecta ningún cambio real en la naturaleza o carácter del pecador, pues sólo cambia nuestro estatus, pero tiene ramificaciones que garantizan que otros cambios seguirán. Los decretos forenses como este, son bastante comunes en la vida diaria.

Por otra parte, las diferentes culturas a través de los siglos han tenido una noción de Dios, pero lejos de la noción bíblica, no solo acerca de la persona de Dios sino, lo que se necesita para ser justificado delante de él, por eso el pensamiento natural de todo ser humano es que puede ser justificado por medio de las obras. Todas las religiones del mundo creen que pueden agradar a Dios a través de sus obras. En tiempos pasados, la iglesia católica había hecho creer a la gente que la justificación con Dios podía comprarse, es decir, se podía alcanzar salvación pagando una suma de dinero. En el siglo XVI el Papa se encargó de promulgar este edicto, el cual perdonaba pecados, si la gente contribuía económicamente. Para denunciar este engaño, Dios levantó a un hombre que señalara esas mentiras por la justificación por obras y volviera al corazón de las personas, el mensaje bíblico de la justificación mediante la gracia, esta persona fue Martín Lutero, el reformador, quien inició la reforma clavando sus 95 tesis en la puerta de la abadía de Wittenberg y uno de esas tesis decía el verdadero tesoro de la iglesia es el santo evangelio de la gloria de la gracia de Dios. Desde ese tiempo de la reforma, se dio un giro a la predicación de la justificación por la fe y un fuerte énfasis en el estudio del libro de Romanos y Gálatas, volviendo a resplandecer la luz de la predicación por gracia, donde las personas podían escuchar y leer las escrituras. (P. Riff Alejandro David, 2014).

En nuestro tiempo, otra vez el mensaje del evangelio y el cristianismo ha sido corrompido, nuevamente la justificación que es por la gracia de Dios es suplantada por predicas de prosperidad y falsas promesas que terminan vaciado no solamente los bolsillos de las personas, sino también sus propias almas. El lema de nuestros días es: “si das a Dios, Dios te va a bendecir”. Se podría decir que esta es una venta moderna de esas antiguas indulgencias que se vendían en el pasado. Entonces es preciso preguntarse: ¿Cuál es el método correcto de justificación?

Para responder el anterior cuestionamiento, es necesario primero entender en términos bíblicos la justificación y la gracia de Dios. La justificación es un veredicto divino de “no culpable – plenamente justo”. Es la inversión de la actitud de Dios hacia el pecador. Mientras que antes condenaba, ahora vindica. Aunque el pecador una vez vivió bajo la ira de Dios, como creyente él o ella está ahora bajo la bendición de Dios. En otras palabras, la justificación es más que un simple perdón; sólo el perdón dejaría al pecador sin mérito ante Dios. Así que cuando Dios justifica, Él imputa la justicia divina al pecador (Ro 4:22-25). (MacArthur John, 2019).

Según la justicia de Dios, en nuestro estado natural de pecadores estamos malditos por haber quebrantado su ley. Dice en Gálatas 3:10: Porque todos los que son de las obras de la ley están bajo maldición, porque escrito está maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley para hacerlas. También dice en Romanos 3:20 porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él, porque por la ley es el conocimiento del pecado. Esto, nos lleva a pensar que, ¿si la justificación no depende de mí, entonces de quién? Depende pura y exclusivamente del Señor Jesucristo (Ro 5:1). Significa que el hijo de Dios que vino encarnado a este mundo, llevó una vida santa y justa y él quiso ir la cruz del calvario para sufrir mi castigo y cargar mi pecado como dice en Isaías 53:5: Pero él fue herido por nuestras transgresiones, molidos por nuestros pecados. El castigo que nos trajo paz fue sobre él, y por sus heridas fuimos nosotros sanados. Es decir, la única manera de ser justos delante de Dios es que la justicia de Cristo sea imputada sobre nosotros. El termino imputación también es un término legal, lo cual, la justicia de Cristo puede ser imputada sobre mí que soy un pecador, solamente a través de la fe, es decir, una verdadera fe que se apropia de los méritos de Jesús para salvación como lo dice en Romanos 4:5: Más aquel que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia.

Ahora bien, la gracia de Dios viene a ser mucho más que un favor inmerecido, pues en el Nuevo Testamento significa la manifestación de la obra de Dios a favor de los hombres, al solo impulso de su amor. La fe es la mano que recibe el don de Dios, pero este concepto tan sencillo se debe analizar con mucho cuidado. Primeramente se relaciona con el anuncio del Evangelio, porque "la fe viene por el oír, y el oír por la palabra de Dios" (Ro 10:17), lo que demuestra, que se trata de una palabra divina. Dios no busca crédulos que acepten, sin más pruebas, cualquier cuento milagroso que les sea presentado. Pero, al mismo tiempo, es posible oír, comprender, y estar convencido de la verdad del Evangelio, para luego rechazarla, o descuidarla, a causa del empuje del egoísmo y del materialismo. El oír y el comprender han de ser seguidos por la entrega del alma que llega a descansar plenamente en Cristo el Salvador, aceptando todo el significado de su Obra.

¿Es la fe algo que yo tengo que hacer para ganar el favor de Dios? ¿Y si no es así, cuál es su función? Desde el lenguaje paulino, no hay peligro de imaginar que la fe cristiana es después una “obra” sustituta ni mucho menos que es sustituta de la justicia moral. “Fe” es la etiqueta que llevan los miembros del pacto y no algo que alguien “hace” como si fuera un test de entrada. (Wright N. Tomas, 1997-2002, El Verdadero pensamiento de Pablo p. 121).

La fe no es meritoria en manera alguna, pues todo el mérito se halla en el Salvador que realizó la Obra y ofrece la salvación al pecador por medio de sus siervos. Sin embargo, la fe, bien comprendida, es de importancia vital, pues sólo este descanso, que rechaza todo mérito y esfuerzo humanos, encierra el secreto de nuestra unión vital con Cristo el Salvador, hasta tal punto que participamos por la fe en el hecho de su Muerte y su Resurrección. La justificación por la fe dista mucho de ser un mero pronunciamiento legal, pues Dios no puede declarar que ninguno sea "justo" si no está unido de una forma real con Aquel que cumplió la sentencia de la Ley a su favor (Ro 6:1-11) (Ro 7:4) (2 Co 5:14,15,19,21) (Ga 1:4) (Ga 2:19-20) (Ga 3:11-14).(Trenchard Ernesto, 2017).

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