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Jesús Y La Persona De Hoy


Enviado por   •  3 de Marzo de 2015  •  2.109 Palabras (9 Páginas)  •  266 Visitas

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“De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde su alma”

-Jesús de Nazaret

Durante los últimos siglos nuestra sociedad ha “progresado mucho” en cuanto nos referimos a ciencia, a la tecnología, de cierta manera en la economía y por qué no también referirnos en cuanto a la perspectiva sobre la religión y sobre el mundo que nos rodea, no podemos decir si este “progreso” ha sido para bien pero es un hecho que hemos ido cambiando nuestras costumbres y formas de percibir el entorno en el que vivimos, es tanto así que nuestro estilo de vida se ha tornado en un modo vivendi cambiante y ajetreado en el que el objetivo principal es el de recolectar más capital.

Basándonos en esto analizaremos un punto importante que, aunque ha ido “evolucionando” significativamente a través del tiempo, sigue siendo un problema que afecta a toda la población tanto de nuestra época como lo fue en la época de Jesús de Nazaret. Me refiero al nivel económico que se ha tomado de base para todas las sociedades (tanto actuales como antiguas).

El nivel económico de una sociedad o nación desde los últimos miles de años se ha venido manejando a través de valores monetarios, es decir sistemas inventados por el mismo hombre en el que se le da un valor representativo a un objeto (dinero) que nos sirve para obtener un objeto deseado; en la época actual la economía se maneja así y en tiempos de Jesús de igual manera.

Para enfocarnos en cómo influyó Jesús en la economía de la persona de hoy no podemos tomarlo como un ser único sino que analizaremos esta influencia a partir de una teología trinitaria enfocada a la economía. La consideración de la Trinidad inmanente, o "teología" por antonomasia, constituye una de las cumbres del pensamiento trinitario latino. Aludimos tan sólo a dos de sus aspectos.

En primer lugar, al concepto de persona que trinidad inmanente llega a perfilar, de índole ante todo relacional. La persona en Dios se distingue en cuanto tal no por su autoposición afirmativa, sino por ser donación al otro, o acogida del otro, o por recibirse como amor como tal persona. Cada cual se hace persona al asumir la relación peculiar que a ella le corresponde en el concierto con las demás personas. Es por esto que podemos mencionar una analogía entre esta concepción de la personalidad divina y la del hombre "a imagen de Dios", frente a concepciones de la personalidad que subrayan sobre todo la autoconciencia o la afirmación libre de sí mismo.

Una alusión también a la manera tomasiana de pensar al Hijo como Palabra y al Espíritu Santo como Justicia. Conviene considerarla no sólo como un intento de mostrar la no incompatibilidad entre la identidad y la distinción de los tres divinos, sino también en lo que nos ayuda a hacernos cargo de la revelación. En ésta Jesús aparece estrechamente vinculado a la manifestación de la verdad, hasta identificarse con ella, y el Hijo amado es caracterizado también como palabra e imagen, no ajenas a la justicia, sino constitutivas de la lucidez propia de la verdadera justicia.

El tratado de la Trinidad de trinidad inmanente finaliza con el estudio de las "misiones" del Hijo y del Espíritu Santo. A través de ellos, el Padre establece con el hombre destinatario de la misión una relación nueva caracterizada por la amistad'. La teología se abre así de manera expresa a la economía, pero ésta se entenderá demasiado exclusivamente como la inhabilitación, lo que subraya uno de sus aspectos, pero oscurece la dimensión histórica que también posee.

Podemos comenzar refiriéndonos a la recuperación de la perspectiva económica. Para explicar dicho tema debemos basarnos en que la Iglesia católica no recupera la dimensión histórica de la economía hasta el Vaticano II, varios de cuyos principales documentos arrancan con el anuncio de la obra peculiar del Hijo y la del Espíritu Santo en cuanto enviados del Padre en el mundo y para su salvación".

Podemos también tomar en cuenta un punto muy importante en cuanto a la economía basada en la religión según la vida de Jesús histórico y es que esta característica la podemos condensar en un aforismo: la Trinidad económica es la inmanente y viceversa.

La recuperación de la perspectiva económica en el trasfondo de una modernidad predominantemente agnóstica en cuanto al ser de Dios, se traduce, en un primer momento, en pérdida de la "teología" como reflexión sobre el ser inmanente divino.

Ahora ya aclarado el punto anterior podemos topar un tema muy importante que es el de la trinidad inmanente como profundidad de la historia. De esta suerte de apofatismo intratrinitario sale la teología al relacionar la vida misma de Dios con los dinamismos propios de la comunicación interpersonal, y del compromiso transformador de la historia. La teología proyecta así sentido sobre la existencia humana, y descubre cómo ésta, en virtud de la gracia, puede ser situada, con cuanto le pertenece, en la hondura misma de la comunión trinitaria.

Podemos interpretar la relación a la que podemos denominar yo-tú, la que el Padre mantiene con el Hijo; en ella cada uno reconoce al otro una peculiaridad intransferible, que se halla en razón, no inversa, sino directa de la cercanía que los une hasta identificarlos, llevando al límite lo que ocurre en la relación de amistad. Ambos, en la relación denotada por el pronombre nosotros se vuelven hacia un tercero, el Espíritu Santo.

"El Dios crucificado" que hemos observado significa, pese a sus formulaciones a veces discutibles, una contribución importante en el camino de considerar la historia humana, con sus dolores, como incluída en la vida de Dios. El Calvario ha de considerarse como acontecimiento del propio Dios, en que el Padre entrega al Hijo, y el Hijo acepta ser entregado. La comunidad de justicia entre ambos manifiesta su unidad. El abandono del Hijo por el Padre, su distinción. De esa relación brota también el Espíritu Santo, que comunica al hombre la posibilidad y la fuerza de una nueva vida. Lo que así ocurre en la historia de los hombres no sólo se fundamenta en Dios, sino que halla su correlato en la estructura trinitaria del mismo ser divino.

Además podemos considerar el misterio pascual como "expresión en el lenguaje simbólico de una vida de hombre del eterno intercambio trinitario". Descubre la economía como

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