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LA DIVINIDAD DE LA RELACIÓN ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES. LA MANIFESTACIÓN ESCRITA DE LA PALABRA DE DIOS.


Enviado por   •  19 de Octubre de 2021  •  Ensayos  •  2.323 Palabras (10 Páginas)  •  123 Visitas

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INTRODUCCIÓN

Gracias a la inspiración bíblica se ha inculcado y reafirmado la fe del hombre. Esta quiere decir que todos los libros de la Biblia fueron escritos bajo la influencia y asistencia del Espíritu Santo. Por eso la Biblia tiene como autor al mismo Dios, quien para escribirla, se sirvió de algunos hombres santos.

La Biblia es una colección de libros de naturaleza, época y autores distintos, es un conjunto de textos religiosos que sirven de sustento sagrado tanto a la religión judía (Antiguo Testamento) como cristiana (Antiguo y Nuevo Testamentos). Posee distintas escrituras que son de carácter sagrado e intocable que hacen alusión a la vida cristiana de diversas formas y representa la palabra de Dios por escrito y, por lo tanto, es la base de la fe y la religión cristiana, lo que la hace uno de los libros más influyentes en la historia de la humanidad.

La Biblia resulta una guía en la vida de la fe cristiana y, además, se considera la puerta de entrada a un desarrollo importante en la gracia de Jesucristo. Tiene información compleja y profunda, que puede conllevar a un crecimiento como persona y como cristiano. Permite conocer la obra y gracia del Señor, sumergirse en su historia y en lo cual él pretende que sea nuestra vida aquí en la Tierra para poder hacer la felicidad y la plenitud.

A continuación, se va a desarrollar la manifestación de La Sagrada Escritura y su transmisión y relación con La Palabra de Dios, y como es su naturaleza según la enseñanza del Magisterio de la iglesia (El Papa y Los Obispos), y como es importante la fe en la concepción de la vida del hombre y la humanidad al pasar de la historia.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17).

La Sagrada Escritura es la primera de las obras divinas inspiradas por Dios y guiadas por el Espíritu Santo, por medio de esta Dios ha dado a conocer a los hombres su plan de salvación y su manera de tratar con los individuos y las naciones, y es la revelación más clara que ha dado de sí mismo. Este libro sagrado es un mundo de reflexión, es más allá de lo que es cualquier otro libro, escrito, o lenguaje llega a ser, lo que Guido de Brès habló con los Bautistas: “Aquello que llamamos Sagrada Escritura no es papel con impresiones negras, sino que es aquello que se dirige a nuestros espíritus mediante esas impresiones.” Por lo que la Sagrada Escritura pretende ser lo que llega a transmitir y es directamente antagónico a los pensamientos del hombre.

En la constitución dogmática, es decir, el principio innegable “Dei Verbum” está indicado que:

«La revelación que la Sagrada Escritura contiene y ofrece ha sido puesta por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. La Santa Madre Iglesia, fiel a la fe de los apóstoles, reconoce que todos los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento, con todas sus partes, son sagrados y canónicos, en cuanto que escritos por inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales han sido confiados a la Iglesia. En la composición de los libros sagrados Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería.» (DV 11)11

De lo que se puede decir, que La Sagrada Escritura es la Palabra de Dios escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo, la cual, comprende los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento reconocidos por La Iglesia como sagrados, por ser verdaderamente los escritos de Dios, la palabra de Dios, y por ser revelada su personalidad, especialmente su carácter, su amor, bondad y misericordia por el hombre.

Hecha esta salvedad, se tiene en cuenta la noción de La Sagrada Escritura como la palabra de Dios manifestándose por medio del Espíritu Santo, a la cual se le llama Biblia, que es a su vez un Libro Santo, físicamente obra del hombre santo, escrito originalmente en papiro, en idiomas como el hebreo y el griego, con un orden gramatical, particular de cada lengua; pero esencialmente, obra de Dios bajo la inspiración del Espíritu Santo, por lo que se puede afirmar que quien los escribió, fue inspirado por una causa superior, su autor principal, lo que lo hace distinto a cualquier otro libro.

Naturalmente, la inspiración es un impulso sobrenatural del Espíritu Santo, la iniciativa que determina la voluntad del autor sagrado, iluminando su sabiduría, imaginación y memoria, y dirigiendo su escritura, preservándole de todo error, y haciéndole escribir únicamente lo que Dios desea. Más aun, la función principal le pertenece a Dios, quien influencia la determinación, iluminación de la inteligencia y la dirección y asistencia positiva del Espíritu Santo acerca de los pensamientos y de las palabras, para preservar al escritor de todo error y hacerle escribir todo lo que Dios quiera.

Esta predominación del Espíritu Santo, deja a cada autor su genio propio, su forma de concebir y su estilo, lo ilumina y lidera al elegir los más pequeños pormenores y no sólo le impide equivocarse, sino aun valerse de alguna expresión que no refleje exactamente el raciocinio divino. Así es como el trabajo de Dios y del hombre se asocian en el mismo acto.

Llegados a este punto, se puede saber que Los Libros Santos son inspirados por su autenticidad y el testimonio de su creador. En el Antiguo Testamento, Dios formuló su testimonio por profetas y enviados, cuya autenticidad demostraba mediante milagros. En los Libros del Nuevo Testamento, el testimonio de Dios está inspirado en los apóstoles, quienes lo transmitieron a sus discípulos, y eran testigos dignos de fe, puesto que así, enviados por Dios, los milagros son probados. Cabe destacar, que este testimonio de los apóstoles es transmitido por la Tradición Católica, es decir, por el magisterio infalible de la Iglesia, de lo que se hablará más adelante.

Estos Libros Santos están inscritos en un catálogo auténtico llamado canon. Los cuarenta y cinco Libros del Antiguo Testamento fueron conocidos de los judíos; los veintisiete del Nuevo Testamento, fueron conocidos de los cristianos desde el tiempo de los apóstoles que los escribieron. Y aunque no todos han sido transmitidos de manera fiel, el canon se formó desde los primeros tiempos del cristianismo, por los Concilios (el Concilio de Trento que enumera los canónicos del Antiguo y Nuevo Testamento) y los Papas. De ahí que todo libro canónico es de origen divino, escrito bajo la inspiración de Dios, tiene su inspiración comprobada

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