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LA EDUCACIÓN RELIGIOSA, DESAFÍO Y DIALOGO INTERCULTURAL


Enviado por   •  25 de Agosto de 2017  •  Tareas  •  2.188 Palabras (9 Páginas)  •  247 Visitas

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LA EDUCACIÓN RELIGIOSA, DESAFÍO Y DIALOGO INTERCULTURAL

El marco teórico que nos implica analizar en esta presentación, es hacer un acercamiento y exponer aquellas teorías que se han consideran válidas, para poder contextualizar el problema que presenta hoy en día la Educación Religiosa (ERE), y como los estudios y las investigaciones que se han realizado, aportan al sustento de dicha investigación, y de esta manera poder tener una visión más objetiva sobre el problema.

El estado del arte que se utilizará son estudios que se han realizado y que a la vez nos permiten poder llegar a un conocimiento más profundo dentro de esta área de la educación, la (ERE). Es muy poca la litera tura que hay sobre este campo, ya que hoy en día no es una de las áreas más apetecidas para la investigación, pues se cree que esto es cosa de la Iglesia, y no del área de la Educación. De esta forma se quiere dejar referido los artículos, a pie de página como sustento de este trabajo[1].  

La enseñanza y el aprendizaje del área religiosa, es un proceso de gran complejidad, sobre todo teniendo en cuenta la realidad de los jóvenes, quienes están en medio del pluralismo religioso y cultural sin una guía clara y segura. El problema de la educación religiosa en un ambiente plural, aún es un tema que debe ser debatido y asumido como un reto en las instituciones educativas. En ellas realmente no se ha planteado esa alternativa. Es un campo que se inicia hasta ahora y que debe ser orientado, ojalá por las Universidades formadoras de maestros. Las instituciones educativas necesitan: revisar y ajustar los planes del área de educación religiosa escolar para darle la transversalidad y articulación que necesita el logro de las metas planteadas en cada proyecto educativo institucional, dentro del respeto por la pluralidad y diferencia; construir acuerdos en relación con la metodología de trabajo en el área de educación religiosa escolar con el fin de darle el dinamismo y proyección social que le son propios y formar en y para la diversidad y revalorar la importancia del docente de educación religiosa escolar e insistir en su idoneidad y preparación disciplinar propia.

El tema de educación es un derecho que nos compete a todos y es un aspecto que tiene que ver con la vida de hombres y mujeres, que viven en un contexto social determinado,  y no un asunto que hay que dejárselo al Estado, al Ministerio de Educación o a instituciones que se dedican a dichas tareas. Es por eso que en la actualidad, se ve pertinente recuperar el sentido que tiene la educación con la vida diaria, en especial con el campo religioso, cultural, ético y académico. Todas las áreas en el campo de la educación son importantes, para el desarrollo integral de una persona, y dentro de esta se encuentra la educación religiosa.  El investigador colombiano Alberto Echeverri Guzmán nos dirá: “al igual que las matemáticas, ciencias, lectoescritura etc…la educación religiosa es un área fundamental en las instituciones de nuestro país, como lo afirma la constitución: La Constitución Política de Colombia, de 1991, como lo han ido estipulando las de otros países del mundo, reconoce a sus ciudadanos el derecho a la libertad religiosa”. (Guzmán, 2010, pg. 407).  

Para iniciar con este acercamiento es claro definir, ¿Qué es educación?, ya que la idea que se tenga de la realidad educativa dependerá el tipo de enseñanza que se ha impartido. La palabra educación proviene del latín educare que significa nutrir, alimentar, criar. Pero también tiene relación con la palabra exducere que significa sacar, llevar o conducir desde dentro hacia fuera. De aquí se infiere dos sentidos etimológicos del concepto educación, por un lado, se puede entender la educación como un proceso de acrecentamiento (educare) que viene de fuera, es decir “supone que en cuanto educable el ser humano requiere de  la creación de condiciones externas que hagan posible su desarrollo” (Gaitán, 2001, p. 31) y, por otro lado, se puede comprender como encaminar las disposiciones que hay en el sujeto que se educa, es decir, la educación “debe trasladarse cada vez más al interior de quien se educa” (Gaitán, 2001, p. 32); de este modo se apela a una educación auténtica o autoeducación. Estas dos concepciones de la educación son las que han estado en juego durante largo tiempo.

Cuando se habla de la educación se hace referencia a un proceso exclusivamente humano, pues se refiere a la persona en todas sus dimensiones. Al ser un proceso implícitamente encierra un fin, un perfeccionamiento, que es la acción del propio sujeto sobre sí mismo, es decir, autoeducación, que en palabras de Gadamer significa que cualquier acción exterior únicamente cobra sentido si genera autoeducación, si afecta al sujeto; sin embargo, su apreciación sabia sobre la educación va más allá al afirmar que “la educación es educarse” (Gadamer, 2000, p. 11) y no adaptarse es “un proceso natural que, a mi parecer, cada cual acepta cordialmente procurando entenderse con los demás” (Gadamer, 2000, pp. 35-36); es decir, se trata de una coeducación recíproca:

Coeducar implica acercarse a la educación con una mirada sensible a la diversidad humana. Se trata de un proceso intencionado de intervención que potencia el desarrollo de mujeres y hombres. Implica darse cuenta de que existen niñas y niños, chicas y chicos, identidades y personas diversas que tienen realidades diferentes, se han socializado de manera distinta y experimentan sus vivencias y aprendizajes de forma singular. Coeducar supone reconocer las diferencias para valorarlas en una sociedad en la que las personas puedan realizarse y desarrollarse libremente, y también para paliar las desigualdades y conseguir una equidad en derechos y oportunidades. (Mirabilia, 2011, p. 21)

Cuando se comprende la educación desde la coeducación se evidencia que los otros son un referente singular e indispensable para el desarrollo de la propia identidad. En este sentido, la dimensión relacional del ser humano posibilita una dinámica de aprender de los otros y enseñar a otros, lo cual es importante para la transmisión de la cultura de una generación a otra. De este modo, se puede comprender la educación como un proceso, una acción de comunicación, socialización, de intencionalidad que está orientada a cultivar la persona. En consecuencia, la educación es “todo proceso permanente dirigido a la optimización de la persona en el ser, el conocer, el hacer y el convivir” (Ruiz, 2011, p. 47). La educación es proceso porque implica el actuar de la persona consigo mismo y con los demás. Esta acción procesual acontece a lo largo de toda la vida y se orienta al desarrollo integral de todas las capacidades humanas, por ello debe ser permanente. (Ruiz, 2011, p. 48).

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