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LOS PADRES DE LA IGLESIA Y SOLA FE


Enviado por   •  9 de Febrero de 2012  •  11.147 Palabras (45 Páginas)  •  723 Visitas

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“¿Creían los padres de la Iglesia en la doctrina de la Sola Fides?”

Durante la época en que yo coqueteaba con el protestantismo nunca reparé en esta pregunta. Yo llegué a rechazar esta doctrina por considerar que no tenía ningún sustento escriturístico, sin embargo, hoy día puede llegar a ser clarificador responder esta pregunta, que si bien para un fundamentalista pudiera parecer irrelevante, hay razones escrituristicas para que a mi no me lo parezca.

Y es que si esta doctrina fue una novedad del siglo XVI no habría manera que yo la tomara en serio, porque aunque como católico estoy abierto a lo que considero legítimos desarrollos en la doctrina cristiana, quien se ha tomado el tiempo de estudiar la historia y los textos patrísticos va a llegar a una cruda conclusión: La doctrina de salvación por la Sola Fe no solo no fue creída antes de Lutero, sino explicitamente anatemizada y rechazada.

¿Como podría ocurrir esto de ser esta una doctrina verdadera? ¿Quiere decir esto que la Iglesia estuvo ciega durante quince siglos? A un protestante se le puede hacer fácil aceptar esto, pero yo simplemente no puedo creerlo. La mayoría de fundamentalistas sostienen que la Iglesia se “paganizó” a raiz de que el emperador Constantino el Grande se convirtió al cristianismo y decretó la libertad de culto en el edicto de Milán, pero incluso siglos antes de Constantino, esta doctrina ya era rechazada como herética.

A continuación pretendo hacer una recopilación de textos patrísticos de los más preeminentes padres y escritores eclesiáticos de la Iglesia, comenzando desde los discípulos directos de los apóstoles, y con ellos demostrar que el consenso de los padres de la Iglesia creía que:

• El hombre aunque tiene libre albedrío, no puede salvarse sin la gracia de Dios. Dios por su gracia tiene la primera iniciativa de su salvación y ejerciendo esta libertad el hombre responde y coopera con la gracia. (Entendiendo que gracia es el favor gratuito e inmerecido de Dios)

• Dios llama a todos los hombres a la salvación y sobre todos derrama su gracia a través de Cristo, porque quiere que todos los hombres se salven. Quienes se condenan lo hacen por su propia voluntad.

• La gracia de Dios mueve al hombre a creer en Cristo y obedecer. Sin la gracia no puede ni lo uno ni lo otro, y nisiquiera tiene la iniciativa para hacerlo.

• Así, la salvación es gracia pero nosotros debemos cooperar haciendo uso de nuestra libertad o libre albedrio.

Por medio de la fe el hombre es justificado. Al ser justificado no solo es declarado justo sino hecho justo (regenerado).

• Luego el hombre justificado movido por la gracia debe vivir de acuerdo a la voluntad de Dios, obrando el bien y cumpliendo los mandamientos, pero es libre de no hacerlo y caer del estado de gracia de Dios.

• En este sentido para salvarse no basta solo creer (Sola Fides), sino creer y luego obrar, pero donde luego las obras y el cumplimiento de los mandamientos son necesarios para la salvación, pero no como moneda de pago por ella, porque es gracia.

Esto solo pretende ser un breve resumen de la doctrina católica referente a la justificación, para quienes deseen estudiar a fondo la doctrina católica respecto a estos puntos sugiero leer los decretos de Trento y “El mérito, del Cardenal Charles Journet”.

La Didaché

Considerado uno de los más antiguos escritos cristianos no-canónicos, incluido en la categoría de “padres apostólicos” y considerado por mucho tiempo anterior a muchos escritos del Nuevo Testamento. Es recientemente cuando estudios recientes señalan una posible fecha de composición posterior no más allá del 160 d.C. La traducción de J. B. Lightfoot. Puede consultarse AQUI

Ya en este primitivo testimonio de la fe de la Iglesia se advierte que de nada servirá tenido fe durante toda la vida si en el último momento no somos perfectos:

La Didaché 16,1-2 “Vigilad sobre vuestra vida; no se apeguen vuestras linternas ni se desciñan vuestros lomos, sino estad preparados, porque no sabéis la hora en que va a venir el Señor. Reuníos con frecuencia, inquiriendo lo que conviene a vuestras almas. Porque de nada os servirá todo el tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último momento.” (1)

San Clemente Romano

San Clemente, discípulo de los apóstoles San Pedro y San Pablo, es reconocido como uno de los padres apostólicos, y cuarto obispo de Roma (luego de San Pedro, San Lino y San Anacleto). Se conserva una epístola donde disciplina a la comunidad corintios por una disputa surgida en esa iglesia. La traducción de J. B. Lightfoot puede consultarse AQUI

Clemente ha sido citado frecuentemente por apologetas protestantes como partidarios de la doctrina de la Sola Fides, en base al siguiente texto:

Clemente a los Corintios XXXII,3-4 “En conclusión, todos fueron glorificados y engrandecidos, no por méritos propios ni por sus obras o justicias que practicaron sino por voluntad de Dios. Luego tampoco nosotros, que fuimos por su voluntad llamados en Jesucristo, nos justificamos por nuestros propios méritos, ni por nuestra sabiduría, inteligencia, piedad, o por las obras que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la que el Dios omnipotente justificó a todos desde el principio.” (2)

Clemente realmente dice lo mismo que establece el concilio de Trento cuando declara que “Nada de lo que precede a la justificación, ya sea fe u obras, merece la gracia de la justificación. Porque si es por la gracia no lo es por las obras. Además como dice el Apóstol, la gracia ya no es más gracia.” (Trento, Sesión VI, “Decreto sobre la Justificación", Cap. 8). Trento enseña así que no hay nada anterior a la justificación, incluyendo las obras (de cualquier tipo) que merezca la justificación.

En otros textos sin embargo Clemente habla de como los profetas fueron declarados justos no solo al creer, sino al obedecer:

Clemente a los Corintios XXX,3 “Unámonos, pues, a aquellos a quienes fué dada la gracia de parte de Dios; revistámonos de concordia manteníéndonos en el espíritu de humildad y continencia, justificados por nuestras obras y no por nuestras palabras” (3)

Clemente a los Corintios, IX,3 “Tomemos por ejemplo a Enoc, quien, hallado justo en la obediencia, fué trasladado, sin que se hallara rastro de su muerte” (4)

Clemente a los Corintios X,1 “Abraham, que fué dicho amigo de Dios, fué encontrado fiel por haber

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