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La producción de cereales


Enviado por   •  25 de Julio de 2012  •  2.025 Palabras (9 Páginas)  •  385 Visitas

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edor de los aZos setenta emergió a nivel mundial una nueva estructura productiva comandada por la producción de cereales, granos forrajeros y oleaginosas, que se constituyeron en los cultivos rectores de la competencia a nivel mundial. En rigor, los cereales vinieron a sustituir al algodón como el cultivo que comandaba la competencia durante el periodo de la posguerra. Junto con estos productos, se ubicaron en primer plano la producción ganadera, carne y leche de bovino, puerco y aves, así como la producción de frutas, hortalizas y flores. Más recientemente alcanzarían relevancia también la producción forestal y la producción de cultivos orgánicos.

Mientras en la etapa de la posguerra las materias primas ocuparon el lugar central en la competencia agrícola mundial, a partir de los aZos setenta, los alimentos se convirtieron en los ejes rectores de la concurrencia agrícola internacional. Este cambio significó dos transformaciones relevantes: en primer término, la producción alimentaria dejó de orientarse fundamentalmente hacia el mercado interior en cada país como había ocurrido en la posguerra, para orientarse hacia el mercado exterior. En segundo término, los países desarrollados, esencialmente Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea, se convirtieron en los principales centros productores y exportadores de alimentos a nivel mundial. Con ello surgió propiamente un mercado agroalimentario mundial, constituido por competidores del mismo nivel, con lo cual se instauró como un fenómeno inédito la lucha por los mercados alimentarios. El boom de la producción cerealera a nivel internacional surgió en parte como consecuencia de la entrada de la Unión Soviética como un gran comprador en 1972, hecho que amplió enormemente el mercado cerealero mundial y propició el alza de los precios durante la década de los setenta. Sin embargo, en los aZos ochenta la situación cambió sustancialmente. Este hecho respondió básicamente a la caída de los precios internacionales ocurrida en 1982 y que inauguró una nueva forma de competencia alimentaria a nivel mundial.

A partir de entonces, la producción cerealera dejó de ser rentable. Se instauró con ello una forma interna de producción en los países desarrollados, basada en altos subsidios al productor, la imposición de precios a la baja en el exterior para ganar mercados y un proceso de sobreproducción mundial que se dio como resultado del elevamiento del volumen productivo, para compensar la caída de los precios. En resumen, se produjo caro y se vendió barato, a la par que los alimentos eran usados como el arma fundamental de la competencia agrícola entre los bloques económicos.

La agricultura perdió así toda racionalidad económica. Los reiterados intentos por normar el mercado cerealero a través de la Ronda de Uruguay fueron al fracaso, al grado de que, desde 1986 hasta la fecha, las negociaciones permanecen estancadas.

En el fondo de la irracionalidad económica de la producción cerealera mundial, subyace desde mi perspectiva, la lucha de los bloques más importantes (Estados Unidos, la CEE y Japón), por alcanzar la supremacía, ante la decadencia estadounidense como el polo más poderoso. La pérdida de hegemonía económica de los Estados Unidos, acaecida a mediados de la década de los ochenta, trajo consigo un vacío de poder y con ello una pugna entre los polos principales por alcanzar la supremacía económica mundial. En esta lucha, la seguridad alimentaria cobró una relevancia fundamental. El país que tuviera vulnerada su soberanía alimentaria, estaba fuera de la jugada, pues significaba dejar abierto un flanco muy sensible para doblegar las decisiones políticas y económicas fundamentales.

En este contexto, junto con la pugna por el poder se impulsó entre los distintos bloques una lucha sin cuartel por convertirse en los exportadores fundamentales de alimentos, por quebrar la autosuficiencia alimentaria de los enemigos y por dominar el mercado cerealero mundial.

Esta forma de competencia sin embargo, resultó altamente onerosa para los países exportadores de cereales. Según un estudio del Banco Mundial/OCDE “...el costo anual de las subvenciones de la agricultura para los consumidores y los contribuyentes de 24 países industrializados es de aproximadamente 200 000 millones de dólares.” (FAO, 1991:9).

Si se toma en cuenta que, recientemente los Estados Unidos y Japón han enfrentado fuertes recesiones y el primero un fuerte déficit público, se entenderá que la forma de competencia agrícola constituye un pesado fardo para los países competidores. El resultado más importante de esta situación lo constituye el hecho de que la forma de competencia alimentaria centrada en los subsidios, ha entrado en contradicción con el proceso de reestructuración capitalista mundial. La forma particular como se impulsa la producción alimentaria mundial en este coyuntura, se ha convertido en un fuerte obstáculo para la salida de la crisis del capitalismo internacional. Dicha contradicción se expresa en cuatro formas principales.

1.- Toda vez que la competencia se basa en fundamentos políticos y no económicos, es decir, se sustenta en la capacidad para pagar altos subsidios con precios externos a la baja y no en el aumento de la productividad del trabajo, esta forma de competencia frena el desarrollo y la aplicación de la nueva tecnología, la biotecnología y biogenética en la agricultura, pues no existe el incentivo de elevar la productividad para reducir costos y elevar las ganancias.

2.- La agricultura, que constituye la rama atrasada, es en cambio aquella que extrae recursos de la rama que comanda el proceso de acumulación: la industria. En este sentido, la agricultura se convierte en una carga económica, una rama a la que hay que pagar tributo, frenando con ello el avance industrial y afectando la transformación productiva.

3.- Los países desarrollados se convierten en los productores principales de los cereales y los subdesarrollados en compradores de dichos productos. Esto brindaría la posibilidad de que los últimos se vieran beneficiados con la caída de los precios. Sin embargo, son los perdedores en el mercado mundial cerealero porque pierden la soberanía alimentaria y se ven sujetos a aceptar las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

4.- La cuarta contradicción es también la más evidente, la más dolorosa. En un mundo de abundancia y sobreproducción mundial de alimentos, acontecen las más agudas hambrunas como en el reciente

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