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Las Tentaciones En La Vida Cristiana


Enviado por   •  23 de Junio de 2013  •  1.119 Palabras (5 Páginas)  •  511 Visitas

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Todo cristiano ha de recorrer el camino de la santidad para alcanzar la perfección del amor pero de manera especial las personas consagradas están llamadas a esta perfección, éste es el designio de Dios.

En el desarrollo de su vida espiritual, buscando alcanzar esta perfección, debe enfrentarse día a día con tres grandes enemigos: el demonio, el mundo y la carne (concupiscencia). Estos tres actúan en ocasiones separadamente y, en otras, en conjunto y su único propósito es apartarnos del camino emprendido e impedirnos alcanzar la plenitud del amor que sólo obtenemos al entrar en plena comunión con Dios. Por lo general al que mayor temor tenemos es al demonio, sin embargo, nuestro mayor enemigo lo tenemos en nuestra “propia casa”, es nuestra carne, que a través de sus debilidades y tendencias al mal, nos hace ser presa de las tentaciones del demonio. Así como todos estamos llamados a crecer en la vida de la gracia y en el camino del amor todos los días, así mismo diariamente estamos expuestos a ser tentados, y no hay nadie que esté excepto de serlo “... cuídate a ti mismo pues también tu puedes ser tentado” (Gal 6:1).

¿Qué es la tentación y de donde proviene?

La tentación es una solicitud, instigación o estímulo, interior o exterior, para cometer algún pecado.

• Interior; si proviene de nuestra concupiscencia “Cada uno es tentado por sus propias concupiscencias, que le atraen y seducen” (St. 1:14), es decir de las tendencias al pecado y al mal que hay en nuestro interior (egoísmos, soberbia, impaciencia, juicios...)

• Exterior; si proviene de las sugestiones del mundo o del demonio. Muchas de las tentaciones que sufrimos en el transcurso de nuestra vida provienen de las sugestiones e insinuaciones del demonio y del mundo.

DIOS PERMITE LAS TENTACIONES

Dios permite que seamos tentados porque la tentación, vencida con el poder de la gracia trae un gran beneficio a nuestras almas y nos hace crecer en santidad y nos lleva al amor.

La tentación no es pecado en sí mismo, y debemos tener esto muy claro en nuestro corazón. Sólo se convierte en pecado cuando hemos consentido plenamente con nuestra voluntad a ella. Prueba de que la tentación no es pecado es que el mismo Jesús permitió que el demonio le tentara, para enseñarnos a nosotros como vencerle (Mt. 4).

En la medida que más nos adentramos en nuestra vida de comunión y de servicio a Dios, experimentamos las tentaciones de manera diferente. En nuestra “carrera hacia la meta”, vamos avanzando de escalón en escalón y las tentaciones del principio no son las mismas de las que se pudiesen experimentar en la mitad del camino. Cada etapa tiene sus luchas y batallas y hay que responder a cada una adecuadamente.

¿CÓMO PREVENIR LAS TENTACIONES?

Fue el mismo Jesús quien nos dio la “fórmula” para prevenir las tentaciones, en el momento en el que su Corazón estaba siendo traspasado espiritualmente, en el momento en el que el demonio “regresó” para tentarle. “Velad y orada para que no caigáis en tentación” (Mt 26:41)

Vigilancia: Debemos andar con gran cuidado y vigilancia sobre nuestro propio corazón, sobre sus movimientos y afectos; sobre nuestros pensamientos y deseos, sobre nuestras palabras y acciones, sobre nuestros sentidos e imaginación y estar en guardia contra nuestros enemigos exteriores, el mundo y el demonio. El demonio nunca se cansa de buscar la oportunidad propicia para hacernos caer en tentación y es por esto que nosotros nunca podemos dejar de estar en plena vigilancia. Huir de todas las ocasiones que pudiesen convertirse en ocasiones peligrosas. Tener un dominio de nosotros mismos, especialmente el sentido de la

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