Los Milagros Del Padre Pio
rdiaz_m28 de Junio de 2013
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Los Milagros del Padre Pío
Es muy difícil establecer una definición para la palabra "milagro". Los Milagros son considerados expresiones de lo sobrenatural. También nosotros podemos decir que un milagro es un fenómeno que ocurre distinto de las leyes naturales y obedecen a una fuerza más avanzada: ¡la voluntad de Dios!
Toda la vida del Padre Pío estaba llena de milagros, pero nosotros tenemos que prestar atención a la naturaleza del milagro que siempre es divino. De esta manera, el Padre Pío siempre convidó a las personas a darle gracias a Dios, verdadero autor de todo milagro.
Un milagro que se ha atribuido como el primero del Padre Pío ocurrió en 1908. En ese momento él vivía en el convento de Montefusco. Un día en que él fuè al bosque a coleccionar los alazanes en una bolsa; Él quiso enviársela en Pietrelcina a su tía Daría. Ella siempre había sido muy afectuosa con él. La mujer recibió y comió los alazanes y guardó la bolsa de recuerdo. Tía Daría días después, estaba buscando algo en un cajón dónde su marido normalmente tenía polvo. Era de noche, y ella se alumbraba con una vela, cuando de repente; el cajón se incendió. Tía Daría fuè alcanzada por el fuego. En un instante, ella agarrò la bolsa que contuvo los alazanes del padre Pío y se la puso en la cara. Inmediatamente, su dolor desapareció y ninguna herida o marca de la quemadura permanecían en su cara.
Durante la segunda guerra mundial, en Italia, el pan se racionó. En el convento del Padre Pío había siempre muchos invitados más los pobres que siempre iban allí pidiendo comida. Un día los Frailes se encontraron con que apenas tenían dos libras aproximadamente de pan. Todos los hermanos oraron antes de sentarse a comer. El Padre Pío entró en la Iglesia, y rato después regresó con muchísimo pan en sus manos. El Superior le preguntó al Padre Pío: "¿Dónde usted ha encontrado pan?” El Padre Pío contestó: “me los dìò un peregrino en la puerta". Nadie habló, pero todos pensábamos que sólo el Padre Pío podía encontrar a ese peregrino.
Una vez en el convento del Padre Pío, un fraile se olvidó de organizar el personal para la Sagrada Comunión. Por esta razón habían solamente unas pocas personas disponibles. Pero después que terminó de confesar; el Padre Pío organizó a las personas para impartir la Sagrada Comunión; y permaneciendo en el servicio, fueron mucho más de las que anteriormente habían.
Una hija espiritual del Padre Pío estaba leyendo una carta del Padre Pío en el borde del camino. El viento se llevó la carta, hasta el declive de un prado. La carta ya estaba lejos, cuando de pronto se detuvo, debajo de una piedra. De esta manera la mujer pudo recuperar su carta. El día, en que después ella encontró al Padre Pío éste le dijo: "Usted tiene que prestar más atención al viento la próxima vez. Si yo no hubiera puesto mi pie en la carta, ésta se hubiera perdido."
La señora Cleonice, hija espiritual del Padre Pío dijo: - "Durante la segunda guerra mundial mi sobrino estaba prisionero. Nosotros no habíamos recibido noticias durante un año; y creíamos que él estaba muerto. Sus padres pensaban lo mismo. Su madre fue un día a ver al Padre Pío y se arrodillaba delante del fraile que estaba en el confesionario. "Por favor Padre, dígame si mi hijo está vivo. Yo no me marcharé, hasta que UD no me conteste". El Padre Pío simpatizó con ella y teniendo piedad de sus lágrimas le dijo: "Levántese, y quédese tranquila”. “Días después yo no resistía el dolor que los padres estaban sufriendo, por lo que yo decidí pedirle un milagro, al Padre Pío. Yo dije fielmente: "voy a escribir una carta a mi sobrino Giovannino. Solamente escribiré su nombre en el sobre, porque nosotros no sabemos donde está. Usted y su Ángel Guardián llevarán le llevarán la carta. “El Padre Pío no contestó, yo escribí la carta, y la dejé en mi mesa de noche, para por la mañana siguiente entregarla al Padre Pío. Para mi gran sorpresa, asombro y miedo; la carta se desapareció. Inmediatamente le dì gracias al Padre Pío y él me dijo: "Dé sus gracias a Nuestra Señora". Casi quince días después nuestro sobrino contestó la carta. Entonces todos en nuestra familia estábamos contentos; y dando gracias a Dios y al Padre Pío."
Durante la segunda guerra mundial, el hijo de la señora Luisa; Oficial de la Marina Real Británica, era motivo de angustia para su madre; pues ésta oraba todos los días por la conversión y la salvación de su hijo. Un día llegó un peregrino inglés a San Giovanni Rotondo, y trajo algunos periódicos ingleses. Luisa quiso leerlos. Ella leyó la noticia del hundimiento del barco en que su hijo viajaba Llorando va a ver al Padre Pío quien la consoló inmediatamente: ¿Quién le ha dicho que su hijo está muerto? De hecho, el Padre Pío; le pudo explicar exactamente el nombre y la dirección del hotel en dónde estaba su hijo, después de que él escapó del naufragio en el Atlántico. Él se acomodó en ese Hotel, mientras esperaba un nuevo cargo. Inmediatamente Luisa le envió una carta; y a los 15 días, su hijo le respondió.
Había una mujer tan noble y buena en San Giovanni Rotondo que el Padre Pío dijo que era imposible, de encontrar cualquier falta en su alma, para perdonar. En otros términos; ella vivió para ir al cielo. Al final de la Cuaresma, Paolina, estaba tremendamente enferma. Los doctores no daban esperanzas. Su marido y sus cinco niños fueron al convento a orar al Padre Pío y pedirle ayuda. Dos de los cinco niños tiraron del hábito del Padre Pío y lloraron. ¡Pío Padre se perturbó; e intentó consolarlos y prometió orar por ellos, nada más! Algunos días después, al principio de la Séptima hora, las cosas cambiaron. De hecho él pidió por Paulina, para que sanara y dijo a todos: "Ella se recuperará el Día de Pascua. Pero durante el viernes santo, Paolina perdió la conciencia, y el sábado entró en estado de coma; finalmente, después de algunas horas Paolina murió. Algunos de sus parientes tomaron su traje de novia para ponérselo según una vieja tradición. Otros parientes corrieron al convento para pedirle un milagro al Padre Pío. Él les contestó: "Ella resucitará” y fuè al altar para dar la Santa Misa. Cuando el Padre Pío empezó a cantar el Gloria y el sonido de las campanillas que anuncian la resurrección de Cristo, la voz del Padre Pío rompió en llanto y sus ojos estaban llenos de lágrimas. En el mismo momento Paolina resucitó y sin ninguna ayuda ella bajó de la cama, ella se arrodilló y oró tres veces el Credo. Luego se levantó y sonrió. "Ella resucitó". De hecho el Padre Pío no había dicho, "ella se recuperará" sino "ella resucitará". Cuando le preguntaron, que le pasó durante el tiempo que ella estaba muerta; contestó: "Yo subí, subí, subí; hasta que entré en una gran luz, y de pronto regresé.
Testimonio de una madre: “Mi primera hija, nació en 1953; el Padre Pío, le salvó la vida en forma repentina y milagrosa, hacen 18 meses. En la mañana del 6 de enero de 1955 mi marido y yo estábamos en la iglesia para asistir a la Santa Misa y nuestra hija estaba en casa con su abuelo. Repentinamente aconteció un accidente, y nuestra hija se quemó con una olla de agua caliente. La quemadura era tan grande como grave; le abarcaba desde el estómago hasta la parte de atrás. El doctor recomendó hospitalizarla inmediatamente; porque podía morirse debido a su estado de suma gravedad... Por esta razón él no nos dio ninguna medicina. Desesperada al ver moribunda a mi hija, en lo que el doctor se fuè; invoqué fuertemente al Padre Pío, que interviniera urgentemente, mientras me preparaba para llevarla al hospital, ya casi era la hora del medio día; cuando de pronto la niña que estaba sola en su cuarto me llamó “Mamà, mamà, ya no tengo ninguna herida”. ¿Y quién ha desaparecido tus heridas, pregunté asustada y con gran curiosidad? Ella contestó. “mamà el Padre Pío vino, él sanó mis heridas poniendo sus manos llagadas sobre mi quemadura”. Para asombro de todos, realmente no había ninguna seña ni marca de que hubiera alguna quemada; el cuerpo de mi hija estaba completamente sano, y pensar que unos minutos antes el medico la desahució.
Los campesinos de San Giovanni Rotondo recuerdan con gran alegría el evento siguiente. Era en primavera, florecieron los árboles de almendras prometiendo una buena cosecha. Pero desgraciadamente millones de orugas voraces llegaron y devoraron las hojas y las flores. No dejaron ni siquiera la cáscara. Después de dos días y después de intentar detener esa invasión, los campesinos estaban muy preocupados, ya que para muchos de ellos las almendras eran el único recurso económico - decidieron contarle al Padre Pío el problema. El Padre Pío tenía una hermosa vista de los árboles a través de su ventana en el convento y decidió bendecirlos. Se puso las sagradas vestiduras y empezó a orar. Cuando terminó, tomó el agua bendita e hizo la señal de la Cruz en el aire, en dirección a los árboles. De inmediato desaparecieron las orugas, y al día siguiente de que las orugas habían desaparecido, los árboles de almendras, parecían nuevamente tener los retoños. Era un desastre; la cosecha estaba perdida. ¡Lo que pasó luego es realmente increíble! Teníamos de repente la cosecha más abundante; ¿Cómo es posible que tuviéramos una cosecha más abundante que las que normalmente teníamos? Antes nunca, en tiempos normales habíamos tenido una cosecha así. Los científicos nunca han podido dar
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