PRIMER PROBLEMA CONCEPTUAL: LOS BINARISMOS
cristian78908 de Septiembre de 2014
837 Palabras (4 Páginas)232 Visitas
Al abordar los fenómenos relacionados de mall y consumo nos encontramos con un terreno disputado en torno a su papel y vínculo con las prácticas sociales, y sus efectos en lo que se entiende son los deberes de los ciudadanos o la vida en sociedad. Al menos eso parecen ser las premisas del discurso crítico en torno al mall y el consumo a nivel contemporáneo, que con frecuencia utiliza los términos “sociedad de consumo”, “consumismo”, “consumerismo” y “cultura del consumo” de manera intercambiable y vaga, en una aproximación irreflexiva y moralizante.
A manera de hipótesis, sospecho que asistimos a una precariedad teórica de lo social, y que el fenómeno del mall y el consumo nos susurran lo denso y lo oscuro de la noche. Y en ese susurro, no sabemos si hay oídos o un escuchar. A partir de mi investigación sobre las prácticas de consumo en el Puerto Rico contemporáneo, apunto a algunos problemas conceptuales al momento de pensar el mall y el consumo como artificios de la vida social: en otras palabras, como techné [1].
2. PRIMER PROBLEMA CONCEPTUAL: LOS BINARISMOS
A nivel discursivo, se ha activado el binarismo “bueno” y “malo” como dispositivo del discurso en torno a la demonización del mall, con la consecuente moralización del consumo. En la medida que los binarismos son corolarios epistemológicos, ideológicos y discursivos de la cultura moderna, el bien y el mal pasan a ser las pistas hermeneúticas de lo social. En este sentido, se ha escuchado en diversos medios de comunicación que el mall destruye los valores de la sociedad puertorriqueña. También, que el mall ha destruido los cascos urbanos, y que constituye la base del “desparrame urbano” que afecta al país, entre otros males. En resumen, el mall es un “mal”, y el consumo corre el mismo destino discursivo. Ante tales apreciaciones, bien podría suponerse que el mall ha sido confinado a un espacio aislado, sin ninguna acogida social, y se encuentra condenado a su fracaso. Pero nada está más lejos de la realidad. Antes bien, ellos proliferan, siempre llenos. ¿Por qué este desfase, entonces? ¿No estaremos presenciando una manifestación cultural necrofílica, en que el pasado se busca con desesperación en el baúl de los recuerdos, y se le sacude el polvo y se lo exhibe a través de los discursos de manera reiterativa, casi como una culpa o necesidad?
Primero, buena parte de los binarismos contenidos en el discurso sobre la cultura capitalista, tales como la distinción entre lo real y lo falso, el valor de cambio y el valor de uso de la forma mercancía, así como el entendido de la ideología como falsa conciencia, se hacen insolventes ante el carácter complejo de la cultura del consumo y del espacio arquetipo de ésta, el mall. Por otra parte, nociones como artificialidad, enajenación y fetichismo han conformado parte de la crítica a la cultura capitalista, y ha sido significantes de lo no real. ¿Qué es lo real, entonces, lo original, lo esencial de la mercancía, de la conciencia, o del sujeto? [2] En la medida que los procesos de significación conforman lo real, y ese real a su vez se transforma mediando un acceso y un artificio con los objetos (mercancías), nuevas subjetividades e imaginarios emergen fuera de esta lógica binaria. Así, lo profano y lo sagrado, lo público y lo privado, la comunidad y la individualidad se re-producen como textos culturales a partir de nuevas experiencias, donde toma forma tanto una ambigüedad conceptual como un ir más allá de los mismos conceptos [3]. En este marco, el mall como experiencia o significado se da como un transitar a un espacio que permite dejar atrás, suspender, olvidar o descansar de una subjetividad sobrecargada y utilitaria (por ello, el mall se ha conceptualizado, entre otras cosas, como un centro ceremonial secular [4]).
Por otro lado, las experiencias y los significados
...