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Pentateuco

xiocr4 de Abril de 2013

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PENTATEUCO

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(Gr. «pentateujos», «que consiste de cinco rollos»).

Nombre dado al conjunto de los cinco primeros libros del AT: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio. El término Pentateuco no se halla en las Escrituras, Los israelitas daban a este conjunto de cinco libros el nombre de:

Ley (Torah) (Jos. 1:7; Mt. 5:17);

le daban también el nombre de Ley de Moisés (1 R. 2:3; Esd. 7:6; Lc. 2:22);

Ley de Jehová (2 Cr. 25:3, 4);

libro de la Ley de Moisés (Jos. 8:31);

libro de la Ley de Dios (Jos. 24:26);

libro de la Ley de Jehová (2 Cr. 17:9).

Estas expresiones permiten pensar que, de hecho, estos cinco libros formaban uno solo. Se siguen presentando bajo esta forma en los mss. heb., aunque se cite cada libro por separado dando como título sus primeras palabras. Josefo habla de cinco libros (Contra Apión, 1:8). Es posible que esta división en cinco fuera una innovación introducida por la traducción griega, o que la hubiera precedido un corto espacio de tiempo. En todo caso, es de la LXX que se han recibido los nombres de Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.

Redacción y contenido

El contenido del primer libro del Pentateuco fue plasmado por Moisés en base a la tradición oral y escrita anterior, todo ello conducido por la inspiración del Espíritu Santo (véase INSPIRACIÓN). Moisés fue testigo ocular de los hechos consignados en los cuatro libros siguientes. La escritura era conocida ya mucho tiempo antes de Moisés. En base a la cronología convencional, en el cuarto milenio a.C. los sumerios y Babilonia se servían de caracteres cuneiformes, y los egipcios empleaban jeroglíficos. Las ruinas de Ebla han dado miles de tablillas cuneiformes anteriores a la época de Abraham (véase MARDIKH [TELL]). Las más antiguas inscripciones del Sinaí pueden situarse, probablemente, en el siglo XIX a.C. Nuzu (véase NUZU), Sumer (véase SUMER), y otras muchas localidades dan testimonio adicional de este hecho. En vista de los resultados de las investigaciones hechas a lo largo de este siglo, no puede aducirse ya más que Moisés no hubiera podido ser capaz de escribir, como se había llegado a decir por parte de ciertos autores. La arqueología nos muestra un mundo antiguo estructurado, civilizado, con archivos, memorias, cartas, textos médicos, mágicos, religiosos, diccionarios entre diversas lenguas, listas comerciales, textos legales, tratados, etc. Así, el arte de la escritura era ya muy bien conocido y difundido siglos antes del nacimiento de Moisés (véase MOISÉS). Aunque ningún versículo concreto afirma que todo el conjunto sea de Moisés, el Pentateuco afirma expresamente que él es el autor. Dos pasajes de la sección narrativa mencionan el libro en el que Moisés consignaba lo que sucedía, particularmente la victoria sobre Amalec (Éx. 17:14) y el itinerario de los israelitas, desde Egipto hasta los campos de Moab, frente a Jericó (Nm. 33:2). Un cántico didáctico que muestra la actitud del Altísimo hacia Israel declara que fue escrito, cantado y enseñado por Moisés (Dt. 31:19, 22, 30; 32:44). Se afirma que Moisés cantó un cántico de alabanzas inmediatamente después del paso del mar Rojo (Éx. 15:1-19; cfr. v. 21).

La parte legal del Pentateuco se compone de tres secciones distintas.

La primera, llamada «libro del pacto», incluye el Decálogo, la ley fundamental de la nación, con algunas prescripciones complementarias (Éx. 20-23). En Éx. 24:4 se afirma, de manera expresa, que fue Moisés quien escribió este código.

La segunda sección de leyes trata del santuario y de su servicio (Éx. 25-31 y 35-40); contiene asimismo el Levítico y la mayor parte de Números. Se afirma, de manera insistente, que Jehová dio estas leyes a Moisés (Éx. 25:1; Lv. 1-2 y más de cincuenta veces en este mismo libro, etc.).

La tercera sección especifica los discursos de Moisés a la nueva generación que iba a entrar en Canaán. Este tercer código recapitula brevemente los caminos de Dios con respecto a Israel, y presenta la Ley al pueblo destacando su espiritualidad y llamándolo a la fidelidad a Dios. Este libro, el de Deuteronomio, insiste en aquellos puntos que iban a ser de vital importancia en las nuevas circunstancias en las que se hallará el pueblo en Canaán. Se modifican ciertos detalles con el fin de adecuar las primeras ordenanzas a la vida sedentaria de Canaán, donde además las tribus se verían dispersadas en un territorio que involucraría ciertas distancias, en lugar de estar todos ellos concentrados en un campamento, como en el curso de la peregrinación por el desierto (véase PEREGRINACIÓN POR EL DESIERTO). Moisés escribió todo esto, confiándolo a los levitas (Dt. 31:9, 24-26). Todas estas declaraciones, diseminadas por el Pentateuco, constituyen un reconocimiento explícito de que Moisés fue su autor.

El resto del AT confirma la paternidad mosaica de la Ley (Jos. 1:7, 8; Esd. 6:18; Neh. 8:1, 18). Hay abundantes referencias a la Ley de Moisés (Jos. 1:7, 8; 8:31-35; Jue. 3:4; 1 R. 2:3; 2 R. 18:6, 12; cfr. Dt. 24:16; 2 R. 21:7, 8; Dn. 9:11, 13; Esd. 3:2; 6:18; 7:6; Neh. 8:1, 18; Mal. 4:4). La ley del santuario único, que era una ordenanza característica, quedó suspendida cuando el arca fue tomada y guardada en territorio enemigo, cuando el Señor abandonó Silo (1 S. 4:11, 21, 22; 6:1; 7:2; Sal. 78:60; Jer. 7:12-15; 26:6). El pueblo, dirigido por Samuel, sacrificaba en lugares altos (1 R. 3:2-4), como lo habían hecho sus antecesores antes de la celebración del Pacto, testimoniado por la Ley y el arca. Después del cisma nacional fue desobedecida la ley del santuario único. Se impedía a los israelitas piadosos pertenecientes al reino de Israel que acudieran a adorar al Templo en Jerusalén, donde estaba el arca. Debido a ello hubo fuertes tensiones en diversas épocas, y movimientos de norte a sur por parte de los que deseaban obedecer la voz de los profetas (2 Cr. 30:1-31:3; cfr. 2 R.23:4-23). Sin embargo, en casos muy especiales, como en la implacable guerra entre el culto a Baal o a Jehová en el reino del norte, se ofrecieron sacrificios excepcionales como el de Elías en el monte Carmelo, que fue consumido por una especial manifestación de Dios (1 R. 18:20-40; cfr. Éx. 20:24; véase Jue. 2:1, 5; 6:19-24; 13:15-22). (Véase ALTAR.)

El reino del norte, sin embargo, reconocía formalmente la autoridad de la Ley de Moisés. Oseas y Amós, profetas para las diez tribus, no mencionan a Moisés de manera expresa, pero se refieren sin cesar a las leyes del Pentateuco. Más tarde, y especialmente durante el reinado de Manasés, el libro de la Ley, depositado en el Templo, fue desdeñado. Durante la restauración del edificio y de la reorganización del culto a Jehová, bajo el reinado del rey Josías, el libro fue redescubierto (2 R. 22:8; 23:21, 24, 25). Los hay que se preguntan si se trataba específicamente del libro de Deuteronomio, pero se hace alusión a toda la Ley de Moisés (v. 25). También se ha supuesto, pero sin prueba alguna en concreto, que el ejemplar de la Ley descubierto por el sumo sacerdote había sido depositado dentro del muro del Templo cuando éste fue construido. Daniel, Esdras y Nehemías hacen alusión a la redacción de la Ley de Moisés. En la época de Cristo, los judíos atribuían el Pentateuco a Moisés (Mr. 12:19; Jn. 8:5; Ant. pref. 4; Contra Apión 1:8). El mismo Señor Jesucristo, así como los evangelistas, atribuyen el Pentateuco a Moisés y lo denominan «libro de Moisés» (Mr. 12:26; Lc. 16:29; 24:27, 44). Afirman que Moisés promulgó la Ley y escribió todo el Pentateuco (Mr. 10:3-5; 12:19; Jn. 1:17; 5:46, 47; 7:19).

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Las teorías modernas

La denominada «Alta Crítica» niega que Moisés sea el autor del Pentateuco. Para apoyar esta hipótesis, se citan algunos versículos, mediante los cuales se pretende justificar que se hace alusión a una época posterior a Moisés:

(a) Gn. 12:6: «Y pasó Abraham por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el valle de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra» (cfr. Gn. 13:7). Se quiere hacerle decir a este versículo que los cananeos ya no estaban en estos lugares en la época en que vivía el autor de Génesis; pero esta frase significa tan sólo que los cananeos se hallaban ya en tiempos de Abraham en el país que le había sido prometido.

(b) En Gn. 14:14 se afirma que Abraham persiguió a los reyes aliados hasta Dan. Se objeta que en la época de los patriarcas aquel lugar se llamaba Lais, y que el nombre de Dan no le fue dado hasta en la época de los Jueces (Jue. 18:29). Refutación: No es seguro que el Dan de Génesis sea el mismo lugar que el Dan de Jueces. Aun cuando fuera así, no hay problema alguno en admitir que los copistas posteriores pudieran sustituir el nombre de Dan en lugar del de Lais por mor de la claridad. El texto hebreo presenta en ocasiones algunas alteraciones.

(c) En Gn. 36:31 se afirma: «Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase rey sobre los hijos de Israel». Se afirma que Saúl ya reinaba sobre Israel cuando fue escrito este pasaje. Pero los reyes de Edom (Gn. 36:32-43) reinaron antes que el mismo Moisés; este versículo señala este hecho en un momento en que los israelitas, a los que les había sido prometido un rey, no lo tenían aún (Gn. 17:6, 16; 35:11).

(d) Se alega que el término «al otro lado del Jordán» (heb., indicando al este del río) muestra que el escritor estaba en Canaán (Dt. 1:1). Sin embargo, esta expresión no demanda tal conclusión. Canaán había sido el hogar de Abraham, Isaac y Jacob, y

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