Pluralismo
anyitgg26 de Abril de 2015
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PLURALISMO, CULTURA Y RECONOCIMIENTO
Wambert Gomes Di Lorenzo©
Traducción – Alfredo de J. Flores
Ese ensayo se pretende en primer lugar argumentar que el
pluralismo es condición necesaria para la dignidad; además se afirmará que a
partir de la premisa de que toda ética presupone una antropología, es preciso
sostener que solamente el personalismo hace posible un pluralismo auténtico
permitiendo superar los desafíos del multiculturalismo desde la práctica del
reconocimiento, que es la sustancia de la dignidad de la persona humana.
En su obra Los derechos del hombre y la ley natural, Maritain dice
que una sociedad de hombres libres está fundada en las siguientes bases: el
personalismo, el comunitarismo, el pluralismo y el “teísmo”.1
Hablando en términos más específicos, es posible apuntar que
dicho autor afirma que la sociedad debe ser una totalidad de personas cuya
dignidad, anterior a ella misma, presupone libertad espiritual; asevera
igualmente que la inclinación natural de todo hombre hacia la comunión es
medio necesario para el bien de todos y que el desarrollo de la persona exige
autonomía de los individuos y de los grupos a que pertenecen, con sus
derechos, libertades y autoridades propias. Por fin, debe ser “teísta”, en la
medida en que todos, creyentes o no, creyendo en la dignidad de la persona
humana, en la justicia, en la libertad y en el amor al prójimo, cooperan en la
búsqueda de la realización del bien común.
©
Abogado. Secretario-General del Instituto Jacques Maritain do Rio Grande do Sul. Profesor
en la Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul. 1
MARITAIN, Jacques. Os Direitos do Homem e a Lei Natural. Rio de Janeiro: José Olympio,
1967. p. 29.
2
De eso se puede aducir que el pluralismo se manifiesta en el
pensamiento de Jacques Maritain como un presupuesto fundamental de la
dignidad de la persona, dignidad esa que lo reclama y lo exige.
Eso se da en vista de que dicha dignidad presenta una estructura
bipartida, existiendo en ella un aspecto endógeno y otro que es exógeno. El
primer de ellos trata de la relación de la persona consigo misma, mientras que
el segundo aspecto de la relación de la persona se da con su propio medio.
Hablando de otra manera, podríamos decir que cada dimensión de la
existencia humana – individual y social – corresponde a uno aspecto de su
dignidad. Es decir, que la realización de la dignidad exige a su vez dos
experiencias fundamentales, que son la plenitud y el reconocimiento.
De ese modo, la dignidad de la persona presupone una
implicación directa entre plenitud y el reconocimiento de tal modo que una
negativa que puede ser dada a uno de esos aspectos implica que el otro
también sea negado.
De ahí se sigue que una sociedad pluralista es un medio
necesario para la realización de la dignidad, pues la libertad es un antecedente
necesario así para la experiencia de plenitud como para la del reconocimiento.
La libertad es algo propio del hombre, de donde se puede afirmar
que está en la esencia de la persona y que es una característica distintiva de
su naturaleza. El hombre es inseparable de la libertad, pues ella le es un
atributo definidor del género a que pertenece, además de componer la
experiencia individual que constituye cada persona. La libertad orienta hacia la
plenitud, haciendo con que la persona se vuelva hacia sí misma y hacia lo
exterior. Sin libertad no hay dignidad. Sin pluralismo no hay libertad.
Por otro lado, aunque
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