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TERESA DE JESÚS.


Enviado por   •  23 de Marzo de 2015  •  Síntesis  •  1.821 Palabras (8 Páginas)  •  168 Visitas

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SOY…TERESA DE JESÚS.

Me llamo Teresa de Jesús. Posiblemente hayas oído alguna vez mi nombre, así se me conoce y así me doy a conocer, si tienes tiempo, puedo contarte algo más de mi vida.

Nací en Ávila, el 28 de marzo de 1515, sí, va ha hacer ¡500 años! Mi padre era Don Alonso Sánchez de Cepeda. Se casó con Doña Catalina del Peso y tuvo dos hijos: Juan y María. Se quedó viudo y se casó con Doña Beatriz de Ahumada, mi madre. Lo de llamarme Teresa de Jesús, vino después. Ahora, Teresa de Cepeda y Ahumada. Viví rodeada de hermanos y hermanas, nueve chicos y dos chicas, educados en un ambiente cristiano y con posibilidades económicas.

¿Puedes encontrar aquí los nombres de todos mis hermanos y hermanas?

O B C L M S E O J X A

I Z D K R J G A E I G

N E N P Q I U N R Ñ U

O F T E R E S A O U S

T P E D R O M U N W T

N H O R V O U J I X I

A R J O Y W L V M A N

I H E R N A N D O S Z

Me llevaba especialmente bien con Rodrigo. Jugábamos, reíamos, hacíamos travesuras y leíamos vidas de santos y de mártires. Un día decidimos escaparnos de la ciudad para morir mártires, porque queríamos estar “para siempre, siempre, siempre” con Jesús, pero nos encontraron a las afueras y nos llevaron de nuevo a casa. Se nos quedó grabado el deseo de ser y estar para siempre con Jesús.

Cuando tenía 13 años, mi madre muere repentinamente. La tristeza llenó mi corazón. Ella me transmitió el amor a la lectura y a Dios a través de la oración.

A mi casa llegaba habitualmente mucha gente, parientes, amigos… Poco a poco fui interesándome por mi imagen, por la fiestas, por la lectura de libros de caballería… hasta el punto que a mi padre le pareció demasiado y decidió internarme en un colegio de monjas Agustinas para que se hicieran cargo de mi educación. Era el año 1531 y tenía 16 años.

Al lado de la imagen de Teresa, dibuja o escribe lo que crees que te está alejando de Dios: caprichos, sentimientos, actitudes, personas...

En el convento de las Agustinas, conocí a una monja, de la que me hice muy amiga, Doña María de Briceño. Algo comenzó a cambiarme por dentro. Estuve en el convento alrededor de año y medio. Tuve que volver a mi casa porque me puse muy enferma. Nunca tuve buena salud. En el tiempo que tenía que hacer reposo, volví a la costumbre de leer vidas de santos que me ayudaron a ver la vida de otra manera. Recuperada, comencé a visitar a una amiga mía, Juana Juárez, que era monja en el convento de la Encarnación.

Estaba segura de que era ésa la vida que tenía que vivir y cómo no conseguía convencer a mi padre, me escapé de casa, con mucha pena, el 2 de noviembre de 1532 para ingresar en el convento de Carmelitas de la Encarnación. Desde ahora seré Teresa de Jesús. Dos años después, cuando tenía 22 hice la profesión. En ella me comprometí con Dios para siempre. Este “para siempre” que escuché desde pequeña en mi interior, lo entiendo ahora como lo que no se acaba y es eterno, Dios. Pero necesitaré muchos años para aprender a vivirlo.

Volví a caer otra vez enferma, muy grave, en 1539, hasta el punto de entrar en coma. Creyeron que había muerto y si no es por mi padre, que se resiste a enterrarme, mi vida habría terminado aquí, pero aún falta lo mejor. ¿Quieres seguir conociéndola?

Después de volver del coma, quedé impedida y postrada en una cama alrededor de tres años, con muchos dolores, pero poco a poco fui recuperando la movilidad.

Casi sin darme cuenta, volví a apartarme de lo que quería vivir. De nuevo comencé a preocuparme por mi imagen, por quedar bien, ser simpática y agradable en el locutorio con las personas con las que hablaba… y también dejé la oración, la relación frecuente con Jesús. Quería hacerlo todo, tenerlo todo, pero no es posible: “Quería concertar estos dos contrarios tan enemigos uno del otro, como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales…” V 7,17

Muere mi padre en 1543 y yo sigo viviendo superficialmente, recibo visitas, salgo a casa de bienhechores, de amigos, aunque era monja contemplativa. Agradecían mi compañía porque me veían simpática, inteligente… y así, doce largos años en los que sentía que “por una parte me llamaba Dios y por otra, yo seguía al mundo” V 7,17

¿Podrá Teresa salir del laberinto y entregarse a Dios?

Dios

A salir de este laberinto me ayudó un padre dominico. Me aconsejó que no dejara la oración por ninguna razón y así lo hice siempre, aunque algunas veces me resultó muy difícil. Poco a poco fui viendo que la distancia entre los deseos de servir y amar a Dios y las obras se iba haciendo más pequeña. Hasta que llegó un momento en el que sentí cómo Dios cambiaba mi corazón, es lo que llamamos conversión. Ahora en el centro estaba él y cabían a su lado personas, preocupaciones tareas…, pero el centro era Él.

Dibuja tu corazón y en su interior pon el nombre de Jesús y de las personas que quieres.

A los 41 años y después de esta experiencia de unión estrecha con Dios, con un grupo de hermanas de la Encarnación decidimos fundar un convento más pequeño, ¡porque en este éramos unas 200 monjas!, Queríamos vivir cómo Dios nos pedía, de una forma más sencilla, menos acomodada, con menos distracciones que nos alejen de él y con más posibilidades de vivir con la soledad necesaria para el encuentro con Dios.

No fue fácil, había que pedir permisos, encontrar un lugar, buscar dinero… Hasta el 24 de agosto de 1566 no fue posible. En ese día fundamos en Ávila el convento de San José. Comienza la Reforma del Carmelo. Desde

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