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Verdad, Moral Y Relativismo.


Enviado por   •  7 de Mayo de 2012  •  780 Palabras (4 Páginas)  •  666 Visitas

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Verdad, Libertad y Relativismo en la Sociedad Contemporánea.

Por: Carlos Andrés Giraldo Bedoya.

El relativismo trata de imponer una postura existencial: si no puedo llegar a ninguna conclusión cierta, al menos tratemos de establecer un camino, un método que me permita alcanzar la mayor cantidad de felicidad posible en el mundo nuestro; una felicidad que por la misma dinámica de los hechos eventuales y determinados, será fragmentaria y limitada.

Se podría decir que el relativismo se encuentra en la entraña del mismo hombre, que, por más que aspire gozar de una autonomía sin vínculos ni límites, deseará siempre conocer el sentido de su vida, anhelo que se da en estrecha correspondencia con la pregunta sobre Dios y la salvación, teniendo en cuenta todo esto, en el debate contemporáneo sobre las relaciones entre el cristianismo y las demás religiones, se abre la idea de que todas las religiones son para sus seguidores caminos igualmente válidos de salvación.

La verdad absoluta de Dios no podría tener una expresión adecuada y suficiente en la historia y en el lenguaje humano, siempre limitado y relativo. Las acciones y las palabras de Cristo estarían sometidas a esa relatividad, poco más o menos como las acciones y palabras de las otras grandes figuras religiosas de la humanidad. La figura de Cristo no tendría un valor absoluto y universal. Nada de lo que aparece en la historia podría tener ese valor, teniendo en cuenta todo este proceso relativista que nos induciría a preguntar con más arraigo sobre todo lo que acontece, lo que vemos y pasa a nuestro alrededor.

El relativismo, que ya es espontáneo para el ser humano de nuestro tiempo, hoy en día parece un gesto de soberbia, incompatible con la tolerancia, sin embargo, parece que para ser tolerantes tienen que considerarse iguales a todas las religiones, a todas las culturas. En este contexto, creer es un acto que se hace cada vez más difícil. Se asiste de este modo a la pérdida silenciosa de la fe, sin grandes protestas, en gran parte de la cristiandad. “La tolerancia no es indiferencia, sino amor y respeto por el otro y ayuda recíproca en el camino de la vida” Ratzinger.

La libertad del hombre y la ley de Dios están, además, llamadas a compenetrarse entre sí: la libertad del hombre, modelada sobre la de Dios, no sólo no es negada por su obediencia a la ley divina, sino que solamente mediante esta obediencia permanece en la verdad y es conforme a la dignidad del hombre.

El hombre, ciertamente, puede y debe hacer libremente el bien y evitar el mal, para lo que previamente debe poder distinguir el bien del mal, esto sucede, ante todo, gracias a la luz de la razón natural, reflejo en el hombre del esplendor del rostro de Dios. Todo esto aparece con mayor claridad a partir de la verdadera concepción de la ley moral, de aquí podríamos

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