El Poder De Las Redes
FelipeRuiz27 de Abril de 2013
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EL PODER DE LAS REDES
Manual ilustrado para personas, colectivos y empresas abocados al ciberactivismo
David de Ugarte
Índice
Información general sobre este libro
Qué puedes hacer con este libro…………………………………..3
Qué no puedes hacer con este libro……………………………….3
Sobre el autor
David de Ugarte, pescador de nombres…………………………...3
Prólogo
Lógicas, ontología y disidencia de y en la blogsfera……………..5
El poder de las redes
¿De qué habla este libro?...........................................................10
Observe las líneas de puntos…………………………………….12
Brevísima historia de las redes sociales…………………………13
De la pluriarquía a la blogsfera……………………………………22
Mumis y efectos red………………………………………………..29
La primavera de las redes………………………………………….34
Ciberactivistas……………………………………………………….38
Épica y lírica en el relato de los blogs…………………………….41
Ciberturbas…………………………………………………………..45
Una definición y dos modelos de ciberactivismo……………..…54
Ciberactivismo para activistas de la vida cotidiana……………..55
Las empresas como caso particular………………………….……59
Contextopedias………………………………………………………65
La Web 2.0: una verdad incómoda………………………………..70
Las oligarquías participativas de la Web 2.0………………………73
¿Hacia dónde apunta la Web 2.1?.................................................75
Pensando diferente…………………………………………………..77
Información general sobre este libro
Qué puedes hacer con este libro
Este libro ha sido escrito por David de Ugarte, quien hace entrega de él al Dominio Público.
Puedes, sin permiso previo del autor, copiarlo en cualquier formato o medio, reproducir parcial o totalmente sus contenidos, vender las copias, utilizar los contenidos para realizar una obra derivada y, en general, hacer todo aquello que podrías hacer con una obra de un autor que ha pasado al dominio público.
Qué no puedes hacer con este libro
El paso de una obra al dominio público supone el fin de los derechos económicos del autor sobre ella, pero no de los derechos morales, que son inextinguibles. No puedes atribuirte su autoría total o parcial. Si citas el libro o utilizas partes de él para realizar una nueva obra, debes citar expresamente tanto al autor como el título y la edición. No puedes utilizar este libro o partes de él para insultar, injuriar o cometer delitos contra el honor de las personas y en general no puedes utilizarlo de manera que vulnere los derechos morales del autor
Sobre el autor
David de Ugarte
Pescador de nombres por Pedro Martín
Cómo hablar de David, ahora que lo he reencontrado en forma virtual después de algunos años, sin hablar de recuerdos, sin parecer lo que soy en el fondo, alguien en plena cuarentena que comienza a contar batallitas. Sin recordar la foto, que creo que conservo, en la que sale en compañía del comandante, o la de aquella legendaria cubierta «F». O aquella llamada de teléfono preguntando por su querido perro de aguas.
Qué decir de este personaje hecho a sí mismo, poliédrico, sorprendente y al tiempo contradictorio. Hablaré, pues, sólo de una parte, de David como «pescador de nombres», algo siempre necesario en tiempos cambiantes. Y para ello comenzaré hablando de mi referente natural, la arquitectura.
En ¿Quién teme al Bauhaus feroz, acidísimo y muy recomendable, Wolfe se refiere a Le Corbusier como constructor de conceptos, más que de obras reales. Y es cierto que Le Corbusier tiene una obra no demasiado amplia, frente a lo prolífico de Wright, por ejemplo. Sí era capaz, sin embargo, de destilar sus ideas en conferencias y exposiciones de una manera que nunca el maestro californiano logró con sus escritos. De hecho, Wolfe señalaba cómo Wright les decía con ironía sus colaboradores: «Bueno, ahora que ha terminado una casa, escribirá cuatro libros sobre ella».
Por supuesto, los conceptos arquitectónicos propuestos por Le Corbusier no eran necesariamente más profundos o válidos que los de Wright, Mies o Aalto; correspondían únicamente a su modo personal de entender la arquitectura. Sin embargo, Le Corbusier sí era especialmente brillante en su manera de extraer la esencia de cada concepto y darle «forma de palabra». Con ello, cada idea que flotaba por entonces en la mente colectiva de la profesión tenía de repente una palabra asociada, un término con el que referirse a ella: maison domino, inmeubles-villa, «trazados regulado-res», los cinco puntos (pilotis, toit-terrasse, plan libre, faça-de libre y fenêtre-bandeau), modulor, unité d’habitation. Su valor no radica necesariamente en el concepto, sino en la palabra, la herramienta para referirse a él. Le Corbusier era, ante todo, un «inventor de herramientas dialécticas».
David de Ugarte, en su dinámico y enriquecedor blog, se muestra como un inquieto buscador de ideas, de nuevas conexiones, pero por encima de todo es un «pescador de nombres», como lo era el arquitecto suizo; nos aporta herramientas para que podamos hablar, compartir, relacionar, construir. Las ideas que nos trae pueden haber sido creadas recientemente o ser conceptos de hace tiempo; no importa, la novedad es la palabra que los define, la herramienta de cambio. Desde hace decenios existe la mecanización asistida por ordenador, el CAM, capaz de crear objetos con instrucciones sencillas. Pero no conocíamos la palabra fabbing, que nos trae David, y que anda ahora en boca de todos. Spime, devolución, mumi, palabras que existían, pero que pasan, gracias a David, a concretarse y formar parte de nuestra blogsfera particular.
De ahí que resulte tan interesante su Contextopedia, en la que se reúnen todos esos nombres, esas etiquetas, con definiciones eternamente cambiantes. Me costó un tiempito acostumbrarme a teki, ubuntu, ciberpunk o hacker. Ahora, mientras sigue desarrollando ese inventillo genial cuyo nombre suena a protagonista de Friends, sé que sigue pescando o moldeando para nosotros las palabras que nos servirán para hablar de la Web 2.1. David de Ugarte, nuestro «pescador de nombres»
Prólogo
Lógicas, ontología y disidencia de y en la blogsfera
Por Juan Urrutia
De la generación de los videojuegos, usa la tecnología digital como cualquiera de nosotros el lenguaje: piensa en él, no sobre él, sino en su seno, en él. Economista por estudios oficiales, aficionado al arte con estudios extra-oficiales sobre su historia, quizá hubiera querido ser epidemiólogo, pero se ha convertido en un emprendedor después de ser un devorador de ciencia-ficción y un reportero de revoluciones. Es un habitante de la blogsfera a la búsqueda de su sitio en ella que nos informa sobre su desarrollo y que sólo de vez en cuando solidifica la fluidez de su pensamiento en un libro que acaba disolviéndose en una nueva corriente vivificadora de exploración de este nuevo mundo.
Tengo la sensación de que esta vez tenía necesidad de hacer un breve alto en el camino de la exploración y contarse a sí mismo la línea principal de su pensamiento, una línea que resulta diáfana. La arquitectura de la información y la comunicación condiciona y determina la estructura del poder político o económico, y este poder, de uno u otro tipo, deja de serlo ante el empuje imparable de la proliferación de redes y de su creciente densidad, que abocan a un mundo nuevo en el que la lógica implacable de la escasez, responsable de tanta miseria material e intelectual, se transforma de manera radical, permitiéndonos vislumbrar ese lugar diferente y nada tranquilizador que, sin embargo, nos atrae sin remisión.
Si se me permite una extraña recomendación, yo empezaría la lectura por el apéndice disponible online, donde aparecen las referencias genéricas que animan el discurso. Su contenido no es fácil de asir, pero difícilmente se encontrará un resumen mejor de las mismas ni un mejor estímulo para iniciar la lectura desde la página primera.
La distinción de Baran entre las tres formas de red es crucial. La centralizada y la descentralizada son árboles con menor o mayor número de niveles jerárquicos, mientras que la distribuida es como una enredadera. En las dos primeras formas arquitectónicas sólo hay una manera de unir dos nodos cualesquiera, mientras que en la distribuida con forma de enredadera o rizoma hay muchas formas alternativas de hacerlo, lo que le dota de una resistencia enorme a las tensiones de ruptura o a los ataques de cualquier naturaleza. Esta arquitectura distribuida conforma una pluriarquía (o poliarquía), cuyo ejemplo más vívido es
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