En una segunda instancia, fue tomado en cuenta el hecho de que en la comunidad indígena de Tascabaña I presenta características locales y ambientales que favorecen el desarrollo del proyecto.
aldrovandiDocumentos de Investigación4 de Febrero de 2017
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INTRODUCCION
En la agricultura la mecanización de los diferentes procesos tecnológicos, sin lugar a dudas, constituye un paso de avance tanto desde el punto de vista técnico - económico como social, pero los mismos deben realizarse de forma racional para que el problema se solucione adecuadamente. El proceso de plantación de la yuca, es uno de los que requiere que sea mecanizado, tanto por los altos gastos de fuerza de trabajo, como por la necesidad de obtener una alta calidad de esta labor y por el incremento paulatino de las áreas dedicadas a este cultivo que deben plantarse en períodos cortos; por otra parte las máquinas que se diseñen y fabriquen deben satisfacer todos los requerimientos agrotécnicos, ser viables económicamente y faciliten su introducción y aceptación en los sistemas agrícolas. Este trabajo tiene como objetivo proponer un nuevo sistema mecánico para ser adaptado a la sembradora de yuca en la Comunidad Indígena Kariña de Tascabaña I, en el Municipio Pedro María Freites, Edo. Anzoátegui. Esta exploración representa un proceso por medio del cual los sujetos investigadores son auténticos porque participan activamente en el planteamiento del problema y en la búsqueda de soluciones. En el proyecto se desarrolla una investigación de acción participativa, ya que la información fue suministrada directamente por los habitantes de la comunidad.
CAPÍTULO I[pic 1]
DIAGNÓSTICO
1.1 Exploración Inicial
Para el desarrollo del presente proyecto se seleccionó el territorio correspondiente a la comunidad indígena de Tascabaña I, que se encuentra ubicada en las adyacencias de la carretera Cantaura- El Tigre, Parroquia Cantaura, Municipio Pedro María Freites, Estado Anzoátegui. Ésta selección se hizo a través de un consenso entre el tutor y los alumnos; tomando en cuenta además la posibilidad de contacto de algunos estudiantes con los principales actores de esa comunidad (El Gobernador o Cacique).
En una segunda instancia, fue tomado en cuenta el hecho de que en la comunidad indígena de Tascabaña I presenta características locales y ambientales que favorecen el desarrollo del proyecto.
A continuación se procedió a la exploración inicial de la comunidad, cuyo hallazgo sobresaliente fue la necesidad imperante de acelerar el proceso de la siembra de yuca, fue entonces cuando se detecto que, existe una sembradora de yuca, el cual no se encuentra operativa por falta de algunos componentes, los productores de la comunidad se ven obligados a realizar su siembra del modo manual, lo cual causa bajo rendimiento en la producción. Con todo esto, se pretende innovar la sembradora, lo cual permitirá a los productores realizar sus labores con mayor rapidez, facilidad y comodidad, con el fin de lograr una mayor producción del cultivo de yuca.
1.2 Reseña Histórica
Tradicionalmente se han utilizados dos nombres para hacer referencia a los indígenas de la Mesa de Guanipa: Caribes y Kariña. Kariña es el auto denominación étnica que significa hombre, ser humano, gente. Cuando una Kariña o un Kariña sostiene que los otros pueblos indígenas distintos al suyo son también Kariña, están denotando implícitamente que son seres humanos o personas similares a ellas o ellos, pero no en sentido estricto de la palabra Kariña, que los especifica como pueblo aborigen.
En el pasado, el nombre étnico o antónimo más utilizado para identificarlos fue el de Caribe, denominación que estuvo en boga hasta mediado de siglo XX, cuando paulatinamente fue perdiendo terreno frente al calificativo Kariña. Aun en el presente, algunas personas no indígenas, o criollas usan el término Caribe para referirse a los Kariña, tal vez porque desconocen lo señalado anteriormente.
La Comunidad Indígena Kariña Tascabaña I fue fundada en el año de 1971 (en el lugar que actualmente ocupa) por intermedio de un proyecto del ejecutivo nacional presidido para ese entonces por el Doctor Rafael Caldera. Dicho proyecto fue ejecutado por la Fundación para el Desarrollo de la Comunidad (FUNDACOMUN), un organismo gubernamental sin fines de lucro, cuya acción estaba orientada hacia la atención de las comunidades indígenas del país, que pocas veces recibían los beneficios de los programas de desarrollo social auspiciados por el estado venezolano.
Este proyecto gubernamental de construcción de vivienda para los Kariña, fue recibido con beneplácito en el ámbito regional del Estado Anzoátegui, ya que los indígenas mejorarían considerablemente su calidad de vida, la cual se encontraba en niveles muy bajos según estudios realizados por especialistas en la materia, por lo tanto, el proyecto para construir vivienda para los Kariña en un punto común estaba plenamente justificado y había que ejecutarlo con celeridad.
A pesar del convencimiento de las bondades del proyecto, algunos indígenas (sobre todo ancianos) veían con recelo y decentísimo el sorpresivo interés del gobierno regional y nacional para llevar a cabo dicho proyecto.
El recelo de los ancianos indígenas se fundamentaba en la desconfianza hacia los criollos, ya que a través del tiempo los pueblos aborígenes han sido engañados por los criollos y esta amarga experiencia ha sido transmitida de generación en generación (por la tradición oral) y dicha desconfianza permanece aun en la mente de esos sabios ancianos como una espina punzante que no ha podido desencarnarse ni se desencarnara jamás de sus recuerdos. Quizás, cuando los franciscanos fundaron a Chamariapa, estos les ofrecieron a los indígenas mejorar sus condiciones de vida, pero con el transcurrir del tiempo se percataron que las condiciones de sus vidas lejos de mejorar, lo que hacía era empeorar, en cambio pudieron observar que la condiciones de los criollos sí mejoraban a costa del trabajo que los indígenas realizaban.
En virtud de tan vergonzosa situación decidieron salir de Chamariapa y volver a sus antiguas tierras. No pudieron lograr su cometido porque al llegar a dicha tierra se dieron cuenta que estaban cercadas por gentes extrañas a su pueblo, no le quedo otra alternativa que emigrar hacia tierras inhóspita, dejando atrás con profundo dolor aquellas tierras fértiles que con tanto esfuerzo habían logrado acondicionar para el beneficio de su pueblo para que gente extraña las disfrutaran. La premonición de aquellos ancianos inconforme con el proyecto de vivienda no estaba muy lejos de la realidad, ya que el tiempo se encargo de concederle la razón, lamentablemente se repitió la misma historia que produjo un nuevo eslabón a la pesada cadena de engaños y vejaciones con la cual fueron sometido los indígenas por las invasores europeos.
De hecho hoy se puede comprobar que los espacios que habitaban los Kariña cuando se encontraban diseminadas por toda la Mesa de Guanipa actualmente se encuentra en poder de hacendados y terratenientes (sobre todo las ubicadas en las riveras de los ríos) y la mayoría de las tierras permanecen subutilizada para la producción agrícola y pecuaria. El latifundio las somete a un proceso de engorde, para ser vendidas posteriormente al mejor postor.
La convivencia entre indígenas y criollos, resulta compleja y delicada, por lo que se han registrado casos en los cuales los indígenas han sido amenazados por los cuidadores a sueldo de esos terrenos baldíos, cuando por necesidad los aborígenes se han visto obligados a adentrarse en propiedades “privadas” para llevar a cabo sus prácticas ancestrales como la cacería, para procurar conseguir el sustento para su familia. Cuentan los sabios ancianos que anteriormente cuando vivían diseminados por toda la Mesa de Guanipa, eran dueños de sus tierras y vivían como auténticos Kariña, hablaban a sus hijos y nietos de sus antepasados. Le enseñaban a hablar su lengua, a practicar sus costumbres y a ser hombres y mujeres útiles a su comunidad.
Cuando los chotos (criollos) los agruparon en un pequeño pedazo de tierra estos les inculcaron costumbres que paulatinamente estaban desplazando y exterminando su cultura, ya que los muchachos comenzaron a rechazar sus sabios consejos depositando su atención en la cultura criolla y actualmente no quieren cantar ni bailar el maremare, sino que prefieren escuchar y bailar otra música que no les pertenecen, así como también aprenden muchas cosas malas que ven en la televisión. También los ancianos relatan con pesar como sus frescas casas de barro y techo de palma de moriche fueron suplantadas por otra de cemento que acumula mucho calor, además porque la cocina es parte del interior de la misma, en ella no se puede prender leña, por tal motivo se ven obligados a construir otra cocina fuera de la casa.
Estas expresiones un tanto melancólica que reposan en la memoria histórica de los ancianos Kariña, permiten entrever que los pocos proyectos sociales que instituciones públicas y privadas llevaron a cabo en las comunidades indígenas, no produjeron los efectos positivos esperados, sino que más bien repercutieron negativamente en la sustentabilidad de sus rasgos culturales autóctonos, es posible que tal situación fue producto del desconocimiento de los entes públicos y privados, los cuales no fueron capaces de advertir las nefastas consecuencias que generarían sus proyectos y programas, diseñados para atender a la población criolla y no a la idiosincrasia de las comunidades indígenas autóctonas de la Mesa de Guanipa.
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