Entornos Personales De Aprendizaje
Dantom128 de Septiembre de 2014
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LA ANATOMÍA DE LOS PLES
LINDA CASTAÑEDA Y JORDI ADELL
UNIVERSIDAD DE MURCIA / UNIVERSITAT JAUME I
En este primer capítulo explicaremos el concepto de Entorno Personal de Aprendizaje
(PLE, en adelante). Para ello, en primer lugar analizaremos el contexto en el que surge dicho
concepto, cómo ha evolucionado en el tiempo y propondremos una definición comprensiva.
Finalmente relacionaremos el concepto de PLE con algunas ideas clave sobre la enseñanza
y el aprendizaje en el siglo XXI.
1. EL ENTORNO PERSONAL PARA APRENDER
La idea de que todas las personas tienen un entorno, personal por tanto, en el que aprenden
es inherente al hecho mismo de que las personas aprenden a lo largo de toda su vida y
en todo momento.
Sea cual sea la época en la que nos situemos, las personas han tenido siempre un entramado
de conexiones sociales y de fuentes básicas de las que aprender. Ese “entramado” ha
estado condicionado siempre por las fuentes de conocimiento fiable de las que disponían y
de las cuales se entendía que debían aprender. Así, en un primer momento el entorno de
aprendizaje se limitaba a la tribu y a la familia, posteriormente incluyó también a un maestro
del que éramos aprendices, con la aparición y proliferación de los libros incluyó a los libros y,
cuando aparece la escuela, centraliza en ella casi todos sus elementos.
Siempre hemos tenido un entorno personal del que aprendemos, aunque es probable que
no hayamos sido conscientes de él y no hemos necesitado serlo, especialmente porque la
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Linda Castañeda - Jordi Adell
escasez de fuentes de información y la especialización de la mismas hacían que un modelo
enteramente centralizado, con centro en un profesor-experto que nos proveía de la información
relevante para vivir, fuese más que suficiente, aún cuando seguíamos aprendiendo fuera
de él.
No obstante, con la llegada de Internet, las tecnologías de la llamada Web 2.0 y la popularización
del acceso móvil a la información las cosas han cambiado. Nos encontramos en una
era educativa que Weller (2011) llama “de la abundancia”. Ahora podemos acceder de forma
rápida y sencilla a toda la información que constituía en otros momentos el grueso de la educación
escolar (los contenidos) y además podemos comentarla, recrearla y debatirla con otras
personas. La información a la que tenemos acceso se ha multiplicado por varios órdenes de
magnitud. Casi todo lo que nos pueda interesar está a distancia de un clic.
Podemos acceder a una ingente cantidad de información, recursos y conversación sobre
casi cualquier cosa, proveniente de fuentes diversas, con perspectivas heterogéneas y orígenes
múltiples, en una extraordinaria variedad de formatos. Podemos hacer que toda esta
información llegue a nosotros tamizada por una gran cantidad de filtros y que nos sea “servida”
a la hora que mejor nos convenga, en el dispositivo, idioma, forma y lugar que elijamos.
Eso significa que las experiencias, intercambios, actividades a las que nos ha acercado el uso
de las tecnologías ha multiplicado, diversificado y personalizado de manera extraordinaria
nuestro entorno para aprender, al punto que los entornos de aprendizaje centralizados y
comunes a todos nos parecen insuficientes y empobrecedores.
Algunos autores, Collins y Halverson (2010) por ejemplo, afirman que existen aspectos
incompatibles entre la sociedad que aprende con tecnologías y la sociedad que aprende
exclusivamente con los medios tradicionales de la escuela: el aprendizaje igual para todos
frente a la posibilidad –y necesidad– de personalización, la noción del profesor como experto
único y fuente clave de toda información válida y relevante, frente a la proliferación de fuentes
de información diversas, la obsesión por una evaluación estandarizada frente a la necesidad
de evaluaciones especializadas que respondan a la personalización de la que hablábamos
antes, la creencia de que el conocimiento radica en la cabeza de las personas frente a la evidencia
de que el conocimiento depende de recursos externos con los que establecemos relaciones,
la visión del conocimiento relevante como algo que se adquiere en su totalidad o en
gran parte en una institución o de cierto tipo de fuentes de información frente a la explosión
y fragmentación del conocimiento en los soportes digitales y en red y, finalmente, el cambio
de paradigma de trabajo, desde una pedagogía que cree en el aprendizaje por exposición a
la información a una que pone el énfasis en aprender haciendo y, sobre todo, en aprender a
aprender para poder seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida.
En este marco, es coherente que haya aumentado notablemente la preocupación por los
procesos que están en la base del aprendizaje, dentro y fuera de las aulas. El entorno natural
de nuestras interacciones se ha expandido a la red de información que hemos tejido globalmente
en las últimas décadas. Y es aquí, en esta nueva realidad, donde aparece el interés
por el estudio de los PLEs.
2. EL PLE, UNA IDEA ÚTIL SOBRE CÓMO APRENDEMOS
Se dice que la idea de PLEs se remonta al año 2001 cuando, en el marco del proyecto
NIMLE (Northern Ireland Integrated Managed Learning Environment) financiado por el JISC (el
Joint Information Systems Committee de la Gran Bretaña), se empieza a desarrollar la idea
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LA ANATOMÍA DE LOS PLES
de un entorno de aprendizaje centrado en el alumno como evolución de los ya por entonces
populares entornos virtuales de enseñanza-aprendizaje, centrados en la institución. Un
entorno que pudiera recoger y centralizar recursos de diversas instituciones (Brown 2010).
Algunos años más tarde, en 2004, el JISC incluyó una sesión específica en su congreso
anual dedicada a entornos telemáticos centrados en el alumno a los que llamaron Personal
Learning Environments. Esta fue la primera vez que se usó “oficialmente” dicho concepto,
que posteriormente se generalizó y evolucionó, y cuyo acrónimo usamos en casi todos los
idiomas: PLE.
Durante los primeros años coexistieron dos corrientes de pensamiento y estudio en
torno a los PLEs. Por un lado, la primera de ellas, heredera directa de las ideas esbozadas
en el proyecto NIMLE y en la sesión del Congreso de 2004 del JISC, que los entiende como
un artefacto tecnológico y cuyo objetivo es crear y generalizar la mejor herramienta de PLE
posible (Wilson, 2005, 2007; Van Harmelen, 2006, 2008; Taraghi et al. 2009; Vavuola y
Sharples, 2009; y en nuestro país, Casquero et al., 2008). Por otro, la que entiende que el
PLE es una idea pedagógica sobre cómo aprenden las personas con tecnología, respaldada
por diversos autores (Attwell, 2007, 2010; Waters, 2008; Downes, 2010, Adell y Castañeda,
2010, entre otros).
Desde aquella primera reunión en 2004 mucho se ha dicho y hecho en torno al tema de
los PLEs. A fecha de esta publicación, ya hay una interesante masa crítica de publicaciones
en forma de artículos de revistas especializadas (una buena muestra fue recopilada por
Buchen, Attwell y Torres-Kompen en 2011). Sin embargo, el desarrollo de las ideas sobre PLEs
es en sí mismo un ejemplo de esa nueva manera de concebir el conocimiento en la red: un
proceso colectivo y abierto. Se empezó con debates más o menos informales a nivel global
que tuvieron su reflejo sobre todo en foros y blogs, para posteriormente consolidarse en las
formas tradicionales de difusión científica: comunicaciones a congresos, artículos en revistas
y, ahora, monografías.
Dos de las primeras publicaciones científicas con buen nivel de difusión que dedicaron
un monográfico al tema PLE fueron el International Journal of Interactive Learning Enviornments
(en mayo de 2008) con una clara tendencia a la descripción técnica de lo que podía
configurar un PLE (destacan los artículos de van Harmelen, Wilson y el de Johnson y Liber)
y la revista eLearning Papers que, aunque ya en enero de 2007 publicó un artículo especialmente
sugerente firmado por Graham Attwell (Attwell, 2007), en julio de 2008 dedicó un
número completo en el que se propone una visión más pedagógica del tema (destacamos en
este caso el editorial de Ehlers y Carneiro, y el artículo de Underwood y Banyard). Tras ellas,
numerosas publicaciones han profundizado y expandido el pensamiento y las experiencias
prácticas sobre los PLE. En 2010 apareció una revista cuyo título hace referencia al tema,
el International Journal of Virtual and Personal Learning Environments, aunque con una
difusión menor, quizá debido a que no todos sus contenidos tratan el tema y a su precio
exorbitante.
Aunque el tema de los PLEs había comenzado a aparecer poco a poco en los congresos
y reuniones científicas generalistas sobre tecnología educativa, la celebración en 2010 de
la primera PLE Conference (http://pleconf.org) en Barcelona marcó un punto de inflexión
permitiendo un foro periódico, dedicado exclusivamente a los PLEs en el que no se tratase el
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