La Moda En Cadenas De Cambio
balval114 de Junio de 2013
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Escuela de Enseñanza Media N° 376 “Joaquín Dopazo”
Taller de la Memoria
La moda en décadas de cambio
Coordinadoras:
Profesoras Elena Sierra y Luciana Cabrera
Alumnas:
Florencia Carlachiani
Cecilia Loro
Gisela Pairola
Eliana Valinotti
Julieta Vallone
Año 2004
Prólogo
En el Taller de la Memoria, en el presente año, nos propusimos conocer la evolución de la moda en décadas de profundos cambios sociales.
Pretendíamos aproximarnos a la mujer característica de los años 50, 60 y 70, concientes de que, junto a las transformaciones sociales, fue apareciendo un tipo diferente de mujer. La moda, como medio de expresión y comunicación, manifestó en cada período esos cambios. También observábamos que en muchos de los modelos actuales hay un retorno a los diseños de esas décadas.
Nuestro principal auxiliar en este trabajo fue el Archivo Histórico Municipal, fuente de consulta y obtención de imágenes. Esta información fue completada con bibliografía referida a la temática.
Por otra parte, obtuvimos el valioso testimonio de algunas mujeres que vivieron su juventud en esas épocas y nos narraron sus vivencias.
Esta investigación fue presentada a la comunidad escolar mediante un desfile de moda, realizado con prendas que nos facilitaron nuestras informantes, y del que incluimos, al final del trabajo, testimonios fotográficos.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a todos los que hicieron posible la concreción de este proyecto, en especial a aquellas mujeres elegantes que compartieron con nosotras sus recuerdos y objetos de belleza; al Archivo Histórico Municipal, a la Biblioteca “Palmira Reale de Arcos”, a la Diseñadora Noemí Vallone y a Patricia Roldán, profesora de Informática.
La moda en décadas de cambio.
La moda, esta multiforme obra en la que libremente participan cuantos quieren, parece estar dirigida en especial a las mujeres, aunque muchos creadores sean hombres. María Inés, una de nuestras entrevistadas, nos decía al respecto:
“La moda es un medio de comunicación. Es una forma de arte, presente en la calle, junto al afiche y la arquitectura. Da belleza a la vida cotidiana
Es un lenguaje de comunicación. Es un código que tiene sus guiños secretos, y una memoria tenaz, ya que todo vuelve en materia de formas y diseños.
La moda afirma la personalidad. Da pertenencia a un grupo. Es una forma de hacerse conocer, expresa lo que uno es y cómo decirlo a otro”.
Antecedentes: La Era del Imperio (1875-1914)
La nueva mujer
La emancipación de la mujer se inició en la Era del Imperio, en forma casi exclusiva en la clase media y con otras características en los estratos más elevados de la sociedad. Comenzó como un fenómeno modesto con un número reducido de mujeres activas, que se distinguieron en forma extraordinaria en determinados campos reservados hasta entonces a los hombres: figuras como Rosa Luxemburgo, Madame Curie, Beatrice Webb. Fue un número lo bastante elevado como para producir no solo un puñado de pioneras sino, en el contexto de la burguesía, una nueva especie, la “nueva mujer”.
En el transcurso de este período, tanto las mujeres trabajadoras como las de clase media vieron cómo su situación variaba considerablemente por razones económicas. Las transformaciones estructurales y la tecnología incrementaron notablemente sus posibilidades de empleo como asalariadas. El cambio más notorio fue el incremento de ocupaciones que en la actualidad son fundamentalmente femeninas: el número de puestos de trabajo en tiendas y oficinas.
En las últimas décadas del siglo XIX se hizo evidente un cambio en la posición social y en las expectativas de la mujer.
Aunque la moda femenina no expresó claramente dicha emancipación hasta después de la primera guerra mundial, la desaparición de las armaduras de tejido y ballenas, que encerraban la figura femenina en público, fue anticipada ya por los vestidos más sueltos que popularizaron las modas del esteticismo intelectual en el decenio de 1880 y en el “art nouveau” y la alta costura en los años anteriores a 1914.
Fue también importante que las mujeres de clase media salieran de los interiores apenas iluminados para mostrarse al aire libre, por que esto implicaba escapar a la limitación de movimientos que imponían vestidos y corsés (y sobre todo su sustitución a partir de 1910 por el nuevo sostén, más flexible). El deporte no solo hizo posible que los jóvenes de ambos sexos se encontraran como compañeros fuera de los límites del hogar. Aunque en números reducidos, las mujeres pertenecían a los nuevos clubes turísticos y de montaña, y ese gran motor de libertad que fue la bicicleta emancipó proporcionalmente más a la mujer que al varón, por cuanto tenía más necesidad de movimiento en libertad.
Respecto de la democratización de la política, se impuso el principio de una mayor igualdad de derechos y oportunidades para la mujer. De los aspectos políticos del feminismo el derecho a votar en las elecciones parlamentarias era el más destacado. El sufragio movilizó importantes movimientos de mujeres solamente en los EEUU y el Reino Unido. Sin embargo, amplió la organización política de las mujeres como grupos de presión para otras causas, ya fueran de interés especial para su sexo o sobre cuestiones sobre la paz y la oposición al consumo de alcohol.
La transformación de las relaciones familiares tradicionales occidentales y sobre todo la emancipación de la mujer, se han producido desde mediados del siglo XX, pero de hecho fue durante la era del imperio cuando la “nueva mujer” apareció por primera vez como un fenómeno importante y cuando los movimientos políticos y sociales de masas, defensores, entre otras cosas, de la emancipación de la mujer, se convirtieron en fuerzas políticas.
La moda en la primera mitad del siglo XX
En tiempos de la Primera Guerra Mundial hizo su aparición en Francia quien sería la diva de la Alta Costura: Coco Chanel, quien hizo de la ropa femenina una deliciosa envoltura, simple y cómoda, adoptada por mujeres de todo el mundo.
A comienzo de los años ‘20 la cintura descendió hasta la cadera. El nivel del ruedo ascendió y las mujeres no tuvieron empacho en mostrar las rodillas.
Ya habían comenzado a manejar automóviles y no tardaron mucho en fumar. Trabajaban fuera de casa, estudiaban, hacían periodismo, política. La liberación de la vestimenta era el reflejo de esta nueva actitud.
Las casas de moda
En los años que siguieron a la Gran guerra se registró la aparición de casas dedicadas a la confección de ropa femenina. Eran en realidad modistas con clientela fija a la que atendían en su casa.
En la década del ‘30 ya se utilizaban mannequins para mostrar los modelos a las clientas. Todo se inspiraba en Paris y pronto comenzaron los desfiles de moda, donde los creadores hacían exhibiciones.
Cómo ser más bella
La cosmética conocida desde la más remota antigüedad, tuvo en ese siglo un progreso notable, ayudada por la ciencia y la tecnología.
En los primeros años del siglo estaba el agua para hermosear el cutis, la crema Cleopatra, también para el cutis; el depilatorio Martins; entre muchas otras. Eran numerosas las lociones para devolver al pelo su color natural, o las tinturas que se aplicaban en los salones de belleza y en la casa.
Del traje de baño al desnudo
En las dos primeras décadas las mujeres se tapaban demasiado para darse un chapuzón como para salir a la calle.
En la playa había casillas para vestirse y hacia ellas corrían cubiertas por enormes capas que les alcanzaban los bañeros. Secarse al sol, ni pensarlo. La blancura debía preservarse a cualquier precio.
Pronto el soplo del modernismo que insufló la guerra y la necesidad de cambio hicieron que los trajes de baño se aligeraran al extremo.
La etiqueta del luto
La muerte estuvo rodeada durante casi toda la primera mitad del siglo XX por formalidades que obedecían a un código no escrito, transmitida de generación en generación.
Verónica nos comentó:
“En 1955 usé luto… El luto consiste en vestirse absolutamente de negro: polleras, camisas, guantes, medias, pañuelos, etc. Después de vestirme de negro durante todo un año, comencé a usar el medio luto, combinaba el blanco con el negro…”
En cambio, nos expresaron que, pasados los ’60:
“Los mayores sólo usaban luto, nosotras no, pero guardábamos ciertas formalidades, como no ir a las confiterías…Si íbamos a un velorio debíamos vestirnos con colores adecuados”.
Las mujeres debían renunciar a la coquetería y contar los años y los meses antes de aliviar el luto. Iba desde los tres años hasta un mes, según el grado de parentesco.
La segunda mitad del duelo era aliviado ya que se permitía el uso de perlas y medias claras, sin cola en el sombrero, con telas de más brillo. Los colores que estaba permitido usar eran el blanco, el gris, el lila y el violeta.
No se podía tocar el piano u otros instrumentos, ni prender la radio.
Se podía ir al
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