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“La muñeca reina”


Enviado por   •  2 de Abril de 2013  •  1.378 Palabras (6 Páginas)  •  367 Visitas

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omo obra literaria, “La muñeca reina” surge a partir de una anécdota personal de Fuentes: “Recuerdo mucho la presencia recurrente de una imagen que se quedó mucho conmigo y se convirtió en un cuento”[2], menciona el escritor. Y, precisamente, las imágenes estáticas constituyen el eje de la narración, en la que se presenta la nostalgia del pasado como evasión de un presente vacío e insatisfactorio:

 Mi vida, después de las tardes perdidas de los catorce años, se vio obligada a tomar los cauces de la disciplina y ahora, a los veintinueve, debidamente diplomado, dueño de un despacho, asegurado de un ingreso módico, soltero aún, sin familia que mantener, ligeramente aburrido de acostarme con secretarias, apenas excitado por alguna salida eventual al campo o a la playa, carecía de una atracción central como las que antes me ofrecieron mis libros, mi parque y Amilamia. (Fuentes, versión digital).

 El cuento se inscribe, según la tipología propuesta por Todorov, en el subgénero de lo extraño, pues el elemento fantástico desaparece para dar lugar a una imagen “desacostumbrada” pero real, a una trama detectivesca plagada de misterios cotidianos y a personajes grotescos que aparecen como víctimas del tiempo. Así, a diferencia de otros cuentos del escritor, relacionados con figuras históricas y elementos sobrenaturales, “La muñeca reina” destaca la introspección en la memoria personal de los individuos en  la sociedad mexicana contemporánea. Al respecto, Vicente Quitarte señala:

El reencuentro de Carlos con Amilamia en "La muñeca reina" tiene un sentido menos fantástico, pero igualmente abre las compuertas a la pesadilla: el pasado es el dominio más cercano al Paraíso, pero su reconquista no puede realizarse de manera impune. El parque donde en la adolescencia nacieron los personajes de Verne y Salgari no es el infinito bosque que pensábamos, y la niña de ojos grises cuyo aliento se unía al del muchacho para iniciarlo en los futuros misterios amorosos, se ha convertido en un monstruo que mueve a la compasión o al horror.[3]

 

Por su estética, el cuento se vincula con los relatos góticos y romanticistas en los que la vuelta al pasado, el hechizo de la figura etérea de una mujer, la atmósfera morbosa y enrarecida, el simbolismo de espacios en ruinas, y la parafernalia fúnebre, son elementos narrativos fundamentales. Sin embargo, Fuentes adapta la tradición gótica a la realidad latinoamericana sustituyendo los castillos europeos por una vieja casona en el centro de una urbe acelerada y los bosques encantados, por un parque que evoca fantasmalmente los juegos infantiles de los protagonistas.

        La narración se caracteriza por la yuxtaposición espacial, por su anacronía o múltiples saltos temporales, así como por una estructura dicotómica en la que vida y muerte, presente y pasado, completan la imagen fragmentaria de Amilamia. También, resulta importante la experimentación formal del lenguaje, lograda mediante descripciones poéticas que son capaces de convertir la infancia en un mito y crear un mundo subjetivo como refugio para Carlos, ya adulto.

        Respecto a los espacios, a lo largo del cuento se presentará la oposición entre dos planos: el parque y la casa de Amilamia. El primero, recreado por la memoria del narrador personaje, simboliza la vida, el movimiento, la ternura y la inocencia infantiles. El recuerdo y la imaginación construyen un espacio verde, dotado de ese halo de magia cotidiana que son los juegos y la risa. Ese recuerdo mitificado, utópico, supera a la realidad. Sin embargo, desde la perspectiva del adulto, la fantasía que lo envuelve desaparece. Carlos se topa sólo con “un pequeño jardín rodeado de rejas mohosas, plantado de escasos árboles viejos y descuidados, adornado apenas con una banca de cemento que imita la madera y que me obliga a pensar que mi hermosa banca de hierro forjado, pintada de verde, nunca existió o era parte de mi ordenado delirio retrospectivo” (Fuentes, versión digital).

        En “La muñeca reina”, al espacio de la vida se opone el de la muerte. Éste se encuentra representado por la vieja casona ubicada en un “suburbio chato y gris”. Al igual que en la novelaAura, del

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