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Tema: El Género Dramático o Teatral en el Paraguay

bujarosiTarea18 de Noviembre de 2017

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Ministerio de Educación y Cultura

Colegio Privado

BETEL

Literatura

Tema: El Género Dramático o Teatral en el Paraguay

Alumna: Carolina Del Rosario Bujaico Llerena

Profesor: Victor Villagra

Curso: 1er. Año

Fecha de Entrega: 19 de Mayo

Año: 2010

Areguá-Paraguay

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        Introducción                                                        Pág. 3

        Contenido                                                        Pág. 4 al 19

        Conclusión                                                        Pág. 20

        Fuentes Consultadas                                        Pág. 21

[pic 2]

        

 El teatro fue ganando importancia en Paraguay desde los tiempos de la Colonia, mientras que la producción de cine ha tenido escasa relevancia. Por otra parte, los medios de comunicación del país, es decir la prensa, la radio y la televisión, cumplen la doble función de difundir libremente la información y proporcionar espacios de ocio a la población.

 En la actualidad hay compañías teatrales jóvenes que incursionan en este ámbito con el deseo de dar un nuevo impulso al género.

 A continuación le presento la información que obtuve:

                                                                                                                    3

                                                                                                        

[pic 3]

 El teatro fue acaso la más perjudicada de las expresiones culturales, como consecuencia de las dramáticas vicisitudes que ha vivido el país a lo largo de su historia. Antes de la Guerra del Chaco, lo que se denominaba “teatro” se limitaba a veladas en improvisados escenarios en escuelas, plazas o galpones rurales que montaban cómicos ambulantes, quienes incluían números musicales. Aún así destacan los excepcionales aportes del grupo “Juventud”, fundado en 1923 y al que pertenecieron Eusebio A. Lugo (1890-1953), Pedro Juan Caballero (1900-1946), Facundo Recalde (1896-1969) y José Arturo Alsina. Éste es considerado como el introductor de las fórmulas teatrales de Ibsen y Pirandello a través de obras como El derecho nacer y La cuidad soñada. Josefina Plá es la principal promotora del teatro paraguayo, al que contribuyen con obras como Víctima propiciatoria, escrita en 1927, y en colaboración con Roque Centurión Miranda, Desheredados (1933), y La hora de Caín (1955). Tras la guerra paraguayo-boliviana surge el grupo “Alcor”, al que pertenecen Julio César Troche y Jaime Bestard, y comienza a desarrollarse el teatro en guaraní. En este capítulo sus principales impulsores son Francisco Barrio y Julio Correa, a quienes siguen más tarde Roque Centurión Miranda y Luis Rufinelli, y que tratan la problemática socio-política y las consecuencias de la Guerra del Chaco sobre todo. Avanzada la década de los años cuarenta destaca la figura de Fernando Oca del Valle, quien en 1946 estrena Mientras llega el día, realizada en colaboración con Augusto Roa Bastos. Dos años más tarde Centurión Miranda funda la Escuela Municipal de Arte Escénico de Asunción que, con el Ateneo Paraguayo, se revela decisiva para la evolución posterior de la actividad teatral del país. Surgen de este impulso autores como Ernesto Báez, Néstor Romero Valdovinos, Benigno Casaccia Bibolini, José M. Rivarola Matto, José Manuel Frutos Pane y Mario Halley Mora, que escribe en castellano, guaraní y yopará, voz guaraní que significa “mezclado”. En las últimas décadas del siglo XX se han dado a conocer Alcibíades González Delvalle, autor de piezas provocativas y polémicas, u Ovidio Benítez. La fecha indicada de la normalización del quehacer teatral coincide con el fin de la dictadura de Stroessner, en 1989, cuando se celebra en Asunción el I Festival de Teatro Internacional. También cabe destacar el aporte al teatro de autores y críticos como José Luis Appleyard, Ramiro Domínguez y Ezequiel González Alsina y, en vísperas del siglo XXI, de Manuel E. B. Arguello, Agustín Núñez y Gloria Muñoz, autores estos últimos de una versión dramatizada de Yo El Supremo, de Augusto Roa Bastos.

 El género dramático tuvo su origen en Grecia. Al inicio, las representaciones teatrales estaban relacionadas con el culto a Dionisos, dios del vino y la alegría, y poseían por lo tanto un carácter sagrado. Dichas representaciones consistían en himnos dedicados a esa deidad o divinidad. Más tarde, fueron introduciéndose cambios a los cantos; de esta forma surge el género dramático propiamente dicho.  

                                                                                                                     4

 La primera obra teatral escrita completamente en castellano fue el “Auto de los Reyes Magos". Se conserva incompleta (142 versos); falta la parte final, que debía mostrar la adoración de los reyes al Niño Jesús. Esta representación fue escrita a fines del siglo XII o principios del XIII y, como todas las de su tiempo, es anónimo.

 El teatro paraguayo contemporáneo, escasamente conocido y divulgado -como casi el total de la literatura de este país-, presenta creaciones singulares como las de Josefina Pla, Augusto Roa Bastos, Mario Halley Mora, Alcibíades González Delvalle, Roque Centurión Miranda, Ricardo Lago, Gloria Muñoz y Edda de los Ríos. Generalmente, la práctica escénica fue un medio de divulgación importante a lo largo de la historia del país. En épocas como la de la dictadura de Stroessner, era un instrumento de lucha contra las ideas institucionalizadas por el poder. Producto de ello, la censura tenía sus ojos muy cerca de las representaciones, como lo prueba el caso de la prohibición en 1975 de la creación titulada San Fernando de Alcibíades González Delvalle, que, por su talante impugnador de la historia oficial mitificada, fue censurada, y también al inicio de la transición democrática después del golpe del general Rodríguez, en 1989. De ahí que a lo largo de la historia, el poder viera al género teatral como un enemigo por su facilidad para divulgar ideas y hábitos en la población paraguaya, y lo condenara a una concepción de arte declamatorio por encima de su carácter de catalizador de ideas y conciencias.

 El teatro paraguayo sufrió una renovación importantísima a partir de los años treinta del siglo XX, con la aparición de Julio Correa. En el ambiente paraguayo de los años cuarenta, había dos grupos claramente distinguidos. Por un lado estaba al corriente de José Arturo Alsina, partidario de un teatro universal, que sin huir de lo particular no cayera en el folclorismo, y cuyo drama de resonancias pirandellianas, al decir de Teresa Méndez-Faith1, El derecho de nacer (1925) es el mejor ejemplo de su creación; por otro, la del teatro en guaraní, cuyos antecedentes se remontan a 1926, aproximadamente, con Francisco Martín Barrios, Rigoberto Fontao Meza y Félix F. Fernández, cuya expansión y el éxito llegaría en la década de los treinta con Julio Correa, considerado por los críticos como el impulsor del teatro marcadamente popular, que tendía a la oralidad, a la técnica intuitiva y a los condicionamientos lingüísticos2. Este autor impulsó una suerte de teatro que llegaba mayoritariamente al público por el simple motivo de que reproducía la situación oral bilingüe del país. Los asistentes a las representaciones entendían sus obras, por el componente decisivo de la lengua guaraní, y participaba en ellas en mayor grado que en las puestas en escena de obras de otras vertientes, ya que, generalmente, el conjunto del teatro paraguayo de esa época se encontraba bastante anquilosado en un posromanticismo vacuo y en procedimientos con olor a naftalina, a pesar de los intentos de Alsina. Es importante, además, porque se percibía un fondo social al que atendía el público con interés.

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