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ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL

piojo240331 de Mayo de 2013

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El presente trabajo, pretende guiar al lector por un viaje histórico pictórico a través de los antecedentes de la psicopatología criminal, comenzando por las Culturas Prehispánicas, la Época Colonial, los avances en La América Independiente, el siglo XIX, y hasta nuestros días, apreciando la amplia transformación que se ha realizado en la Reestructuración del Sistema de Servicios de Psiquiatría y Salud Mental, esperando que con esta pequeña contribución se despierte el interés en los problemas de salud

ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL

Culturas Prehispánicas

El extenso territorio del continente americano acogió durante todo el período histórico previo a su descubrimiento por Europa a todo tipo de sociedades, culturas y civilizaciones, en donde encontramos ejemplos de la medicina primitiva, de chamanismo, y de una medicina casi técnica alcanzada por Incas, Mayas y Aztecas durante sus épocas de máximo esplendor.

Existen similitudes entre las Culturas Prehispánicas de considerar como una concepción mágico-teúrgica (especie de magia mediante la cual pretendían tener comunicación con sus divinidades y operar prodigios) a las enfermedades, recibidas como castigo divino, y la existencia de individuos especialmente vinculados a los dioses, capaces de ejercer las funciones de sanador.

Los Incas

Entre los Incas se encontraban médicos de la realeza Inca y médicos del pueblo, con ciertas habilidades quirúrgicas fruto del ejercicio de sacrificios rituales, así como con un vasto conocimiento de la herbolaria.

El trabajo de los cronistas ha servido como fuente de información sobre la ocurrencia de enfermedades mentales en las culturas de América Precolombina, a partir de esa fuente, podemos determinar que entre los desórdenes mentales, entre los Incas, la melancolía era la enfermedad más importante.

La enfermedad no sólo afectaba a los habitantes comunes: la melancolía era más bien frecuente entre la familia del Inca. La esposa principal del Inca era la Coia (Reina), y se sabe por la representación que hizo el cronista indio del Perú, Felipe Guzmán Poma de Ayala, en su obra “La Primer Nueva Crónica y Buen Gobierno”, que la tercera Coia Mama Cora Ocllo, sufría de melancolía, comía muy poco, bebía mucha chicha, de cosas insignificantes lloraba, no estaba bien con sus vasallos, era triste de corazón y que acabo muy mal la señora.

Los Mayas practicaban el "Uay", que trata sobre la enfermedad en su estado primario. El “Uay” nos dice que algunas formas de enfermedad pueden deberse a disturbios de la persona interna, el equivalente a las hipocondrías sería un ejemplo, sin embargo, las emociones como penas, depresión, enojo, miedo, etc. están plenamente relacionadas con la salud del ser humano.

Podemos decir que la Medicina Maya consta de seis principios fundamentales:

1. “Ch'ulel”, fuerza de la vida que está en todos los lados, montañas, ríos, plantas, casas y personas, y proviene de una fuerza espiritual divina. Es lo que une a todas las cosas.

2. No existe separación entre el cuerpo y la mente, y que hay espíritus que nos pueden ayudar a curarnos.

3. Reconocimiento de los ciclos naturales, veneración de las plantas y animales acompañantes; los sacerdotes conocían los ciclos naturales y a las plantas no sólo les hablaban, sino que conversaban con ellas para que les ayudaran en los casos difíciles. También adoraban al "Way", el animal de compañía que guiaba al curandero. Un milenio más tarde los Aztecas copiaron, como muchas otras manifestaciones culturales, éste ser, llamándolo Nahual.

4. Reconoce que en la curación integra de todas las dolencias y enfermedades, ningún componente o factor es más importante que otro. Esto incluye las oraciones, plantas, enfermo y sanador o sacerdote.

5. El estado de la sangre, que ayuda a distinguir enfermedades físicas de males espirituales, ayudando a determinar el tratamiento a aplicar.

6. Principio de "lo frío" y "lo caliente" que se aplica igualmente a enfermedad, comida y plantas. (Ejemplos de enfermedades "Calientes" son: fiebres, vómitos y diarrea; mientras que cólicos, estreñimientos y parálisis son ejemplo de enfermedades "Frías"). La enfermedad sería, por lo tanto, un resultado de cambios bruscos de temperatura, como mezclar una comida "caliente" con una bebida "fría". En estos casos, el sacerdote o el chamán escogerían una planta caliente para tratar una enfermedad fría y viceversa.

De acuerdo a la evidencia en esqueletos, usaron técnicas para practicar ciertas trepanaciones en el cráneo, primeramente usaron la abrasión, que combinaron posteriormente con la trepanación y los cortes.

Se conocen en la actualidad una multitud de términos del vocabulario maya que definían diversos signos clínicos, síntomas y enfermedades psicopatológicas como los siguientes:

Los rituales aztecas reportan entre los más conocidos a los siguientes:

• El coztictecpatl, piedra amarilla a la que se le atribuye la propiedad de curar el corazón, por su color se creía que estaba cargada de tonallo, “calor y energía solar”.

• El atlchipin, piedra porosa a la que se le conoce como pumita, gota de agua, o piedra pómex, usada contra los dolores de cabeza, calentura y la purificación de la orina.

• El quiauhteucuitlatl, piedra del rayo usada con agua fría para curar el mal del corazón, es la medicina para quien comienza a enloquecer, que le aumenta la flema en su corazón.

Los cronistas reportan que para tratar la neurosis usaban jugo de iztahuhietl (artemisa mexicana) ya que hacía arrojar la cólera y calmaba las angustias del corazón. A los retrasados mentales los llamaban yolloquimil y les daban a beber maguey xaxauactli.

Existían curanderos especializados cuya función era transformar los corazones, dar forma al rostro, devolver la ventura y el alma o tonalli a quienes la habían perdido, se les denominaba según su grado de especialización en: Tlamatinime, Teixtlamachtiani, Teixtomani, Teixcuiltian, "a los otros una cara hace tomar", ellos hacían que los demás fueran cuerdos y cuidadosos.

Los aztecas dedicaron un templo a Tlazolteotl, que regía también la medicación mágica, conocido como Tocititlan, “el lugar de nuestra abuela”, ahí la confesión tenía un papel importante en la terapia, especialmente cuando se atribuían las enfermedades severas a un pecado, por ejemplo, si la enfermedad era resultado de males que se debían a inmoralidad sexual, se confesaba el pecado ante la diosa Tlazolteotl, que para esos fines se llamaba Tlaelquani “comedora de inmundicia”, porque se comía los pecados y purificaba así al pecador

Tlazolteotl la diosa devoradora de la mugre, tenía el poder de limpiar los corazones de las vidas consumidas, de dar paz, de regular las acciones, y de lavar con aguas claras las cosas vergonzosas.

También se hacían confesiones ante Tezcatlipoca, quien lavaba al pecador de culpa y evitaba las enfermedades futuras.

La presencia de este templo implica una organización sacerdotal encargada del mantenimiento de dicho templo y del culto a la diosa. La importancia de este tipo especial de sacerdotes, los ronaiponque, era primordial en la religiosidad azteca, ya que eran los encargados de la lectura e interpretación de los códices, de dar nombre a los recién nacidos, que estaban bajo el patrocinio de Tlazolteotl, y de celebrar el ritual de la confesión.

Es necesario recordar el concepto de los aztecas sobre el hombre, quien es la imagen en su conjunto de rostro y corazón y no de cerebro mente como se ha concebido tradicionalmente en la psiquiatría occidental.

Para ellos fue el corazón y no el cerebro el origen de los sentimientos y la actividad; el corazón podía desviarse, torcerse o perderse por la enfermedad, y la cura consistía precisamente en la recuperación de la armonía con la naturaleza.

La lámina 97 del Códice Badiano, documenta un remedio para el desmayo de corazón entre los aztecas, mediante una bebida capaz de provocar excitación y alegría, elaborada a partir de una espuma de atole blanco hecho con canela, cacao y pétalos secos de la flor cacaloxuchitl, y otras flores silvestres, que se dejaba fermentar para luego beberla.

En la actualidad, esta bebida se sigue tomando en Oaxaca y se le conoce como Bupu.

En la medicina de los aztecas, ocupan un lugar preponderante los brebajes o elixires, los cuales son esencias de flores, hongos y minerales aún utilizados por la herbolaria para ayudar en ciertos padecimientos.

Años más tarde, varios eclesiásticos se unen al ilustre fundador constituyendo una congregación que se le llamó “Hermanos de la Caridad” y posteriormente “Orden de los Hipólitos”, que por muchos años se encargó de la atención de los enfermos mentales que el hospital alojaba.

Prácticamente al mismo tiempo se inicia en el propio Hospital de San Hipólito, la enseñanza para tratar a este tipo de pacientes. Los métodos terapéuticos en ese entonces eran muy distintos a los que conocemos actualmente y no fue hasta finales del siglo XIX cuando se le da un carácter científico y se le integra como un problema de salud más.

El conjunto hospitalario de San Hipólito, comprendía el claustro y la iglesia, del mismo nombre, así como los terrenos contiguos, en donde se empezó a construir el Panteón Nacional, se abrió la calle de héroes y se le cambió el nombre a Panteón de San Fernando, quedando dividido el claustro de la iglesia y el hospital cuando se

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