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Acercamiento A Las Vanguardias Literarias


Enviado por   •  2 de Mayo de 2014  •  2.522 Palabras (11 Páginas)  •  274 Visitas

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Ramón Meza Rosales

Universidad Iberoamericana Puebla - Maestría en Letras Iberoamericanas

Vanguardias

Profesor: Frank Loveland

Junio de 2013

Cómo pierden su aura las Hortensias: un acercamiento feliz a Felisberto Hernández

Acercamientos engañosos

Los críticos literarios nunca me gustaron mucho. Quizá la literatura no esté viva, pero se mueve. O crea la ilusión de moverse. Pero en cuanto llega el crítico, con sus ojos buitrescos, la obra literaria cae al piso y queda como muerta. Entonces el crítico va y se aproxima a saltos, balanceando su cabeza de zopilote. Muy circunspecto, como si en realidad lo pensara profundamente, o bien, displicente, como haciéndole al cadáver literario –que ya se empieza a enfriar– el favor de acercarse; al momento le tira un picotazo y saca un despojo de aquí, otro de allá, y lo saborea con deleite. Y luego pasan cosas aún más desagradables.

La pregunta es, entonces, cómo adentrarse en un texto literario sin destazarlo. ¿Se puede conservar en una especie de pecera, mientras uno lo repasa con dedos de ironía o de cariño? Conviene, para abordar los cuentos y nouvelles de Felisberto Hernández, acercarse desde un ensayo que no lo canibalice. No es una obra fácil de someter al análisis sin quitarle algo de su felicidad, de su inocencia. Dejar que distintas ideas vayan y vengan, la aproximación oblicua, tal vez permita apreciar Las Hortensias sin necesidad de disecarlas entre unas áridas páginas monográficas.

Es fácil relativamente hacer un ensayo partiendo de la teoría para encorsetar la obra y hacer que diga lo que nosotros pensamos que dice. Primer ejemplo: interpretación marxista. Horacio es un capitalista, dueño de una tienda de modas y quizá de la fábrica junto a su mansión (186). Tiene mucho tiempo libre, está alienado por vivir en un mundo de mercancías, y esa alienación se la pasa a su mujer, que empieza a ver a la muñeca como a una hija. Horacio le teme a los espejos porque no lo reflejan a él, sino a su clase social, que aspira a ser eterna; el reflejo le horroriza porque aparece en su finitud, incapaz de multiplicarse ¬–lo que sí pueden hacer las Hortensias– o de reproducirse (209). No de balde su esposa es estéril: ¡Eureka, todo cuadra!

Segundo ejemplo: el análisis desconstruccionista de Derrida. Hay que tomar un aspecto, cualquier aspecto de la obra, de preferencia uno marginal, para “destruir” el sentido del texto. ¡Ya está! María ha huido de su casa, está viviendo en un hotel. De repente tiene una epifanía poética. Se va a vivir al campo con una tía; siguen los destellos líricos: del libro “se levantaban poemas que se esparcían por el paisaje” (218). Y se escriben cuarenta páginas de mamotreto derridiano seudo académico para decir que el lenguaje poético es el substrato fundamental de la obra. O podríamos retomar la frase de Horacio cuando, agobiado por los remordimientos, quiere irse del país, para cimentar el texto en la importancia del exilio de los intelectuales sudamericanos. O cualquier otro argumento que pueda ocurrírsenos. La subjetividad extrema de este tipo de estudios validará cualquier interpretación.

Propongo mejor adentrarse en la lectura del texto y tratar de entender lo que éste nos sugiere. De ahí daremos un largo rodeo para comentar similitudes o ideas que se desarrollan en otros textos, los cuales pueden sonar muy alejados de la literatura, pero que sintonizan con lo que Felisberto nos quiere decir.

Primera aproximación

¿Cuál es la idea central de esta novela corta, o nouvelle como les gusta decir a los uruguayos? ¿El amor de un burgués por una muñeca, copia de su mujer? ¿Acaso son los celos de María, la mujer del protagonista? Recaredo, el escultor del cuento “La muerte de la emperatriz de la China”, de Darío, tiene a su muñeca de porcelana oriental, a la que reverencia, hasta que su otra mujer-muñeca, Susette, pequeña joya humana quien vivía dentro de su casa como joya dentro de su estuche, la hace saltar en pedazos en un arranque de celos.

Pero Horacio, el infiel de Las Hortensias, va mucho más lejos: se esconde de su esposa con la muñeca de cuero (me imaginé el tacto que tienen esos asientos de los autos de lujo), le pide al fabricante, Facundo, que modifique a la muñeca Hortensia para tener relaciones con ella, la cambia por otra, después de que María la apuñaló, “secuestra” a la muñeca de otro cliente, le “pone casa” a una más… y acaba por enloquecer.

En un par de ocasiones Horacio enfatiza que María no está completa sin su muñeca gemela: “Descontarle Hortensia a María era como descontarle el arte a un artista” (191). “Pensó que María, con los brazos cruzados y sin Hortensia, desmerecía mucho” (224). Si pensamos que María es la auténtica y Hortensia la copia, estamos cerca del concepto que Walter Benjamin llamó “la pérdida del aura” de autenticidad que posee la obra de arte original (en este caso, la mujer original). Este proceso de reproducción, o de falsificación de la realidad, reseñado por Benjamin en el desarrollo del cine, Horacio lo vive en el trance de conferirle esa “aura” a la mujer artificial, que se vuelve mucho más real que su cónyuge. “En la época de la reproducibilidad mecánica, se desdibuja el ‘aura’ de la obra de arte. Se trata de un proceso sintomático cuya relevancia va más allá del ámbito del arte. La reproducción mecánica saca el objeto reproducido del ámbito de la tradición. Al multiplicar las copias, la presencia única queda sustituida por la presencia masiva” (Benjamin 16). Los subrayados son míos.

Por eso el personaje protagónico asegura repetidamente que “nota sus movimientos” o que “está poseída por un espíritu” (es decir, cualidades de los seres vivos), lo cual le angustia, pero le sirve para explicar cómo va dotando de personalidad a la Hortensia.

La otra faceta de este proceso tiene que ver con Facundo, el fabricante de muñecas, que ve un súbito incremento de su negocio cuando saca a la venta la línea de Hortensias. Ha creado la satisfacción sustituta para una necesidad humana, para escándalo de los periódicos. Imposible no pensar en cómo se ha llegado a la perfección en la manufactura de estas acompañantes artificiales, que al parecer ya no escandaliza a nadie. Por seis o siete mil dólares se puede adquirir una moderna Hortensia, en diferentes tallas y colores (Superávit).

Paulatinamente, María va perdiendo importancia en la trama. Al comienzo de la historia,

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