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Actuario, El Profesional De Lo Aleatorio.


Enviado por   •  5 de Marzo de 2012  •  2.537 Palabras (11 Páginas)  •  648 Visitas

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Actuario, el profesional de lo aleatorio

“¿Actuario?... ¿y qué es eso?...” Es corriente en Argentina que el Actuario perciba ese tipo de reacción cuando manifiesta su profesión a las personas con las que establece contacto. No se queja, sin embargo, pues sabe que en todo el mundo ocurre algo parecido.

En la propia Inglaterra, dónde nació la profesión y dónde, en 1916, el Instituto de Actuarios complementaba sus 75 años de existencia, el presidente de la entidad, S. G. Warner, decía en un discurso: “La denominación de nuestra profesión no es familiar, ciertamente. Los hombres con quien el ciudadano se encuentra todos los días continúan llevando, en su mayor parte, títulos profesionales que se remontan a varios siglos, están cargados de historia y evocan una personalidad inconfundible. Todo el mundo sabe, sin más lo que es el que se titula médico, abogado, banquero, pintor. Pero, la palabra Actuario no tiene el mismo feliz poder de identificación…”

Los Actuarios hoy saben, no obstante, que lo que realmente interesa a cualquier profesional no es tanto su conocimiento público, sino la convicción personal y la certeza de que es capaz de ofrecer diariamente, su contribución para favorecer el bienestar y el desarrollo de la colectividad. Y para la actividad aseguradora – que engloba, en última instancia, todo tipo de interés humano- el Actuario es un especialista indispensable y de la máxima responsabilidad. En España, tenemos la satisfacción de saber que disponemos de innumerables profesionales de alto nivel, incluso con reconocida reputación internacional, que tienen encomendada la misión de afirmar, cada vez más, la seguridad y la confianza de todos los que poseen una póliza de seguro.

En 1851, cuando se reglamento en Inglaterra la profesión de Actuario, la primera medida fue la de definirlo: “Es la persona que se dedica, mediante remuneración, a afectar cálculos basados en la teoría del interés (esto es, matemática financiera, o más modernamente, ingeniería económica), en la teoría de las probabilidades o en ambas, y a hacer estimaciones o proyecciones de los riesgos aceptados por las compañías con base en los cálculos anteriores”. Esa definición naturalmente, correspondía a la etapa del ámbito de atribuciones del actuario, que se amplió mucho con el desarrollo de las actividades económicas. Pero ya el desarrollo de las actividades económicas. Pero ya, en esa época, se exigían del Actuario amplios conocimientos: además de las matemáticas aplicadas, leería ser versado en álgebra, cálculo de las diferencias finitas y de las probabilidades, así como poseer cultura general a nivel universitario, dominar idiomas extranjeros, orientar con seguridad sobre las causas y efectos de la longevidad y conocer la legislación, además de la economía y la contabilidad.

Cuando, en 1884, el Instituto de Actuarios de Inglaterra fue reconocido oficialmente, la determinación de sus objetivos mostraba aún la limitación de las actividades del actuario. Los objetivos eran entonces: Impulsar las realizaciones y promover la eficacia general de todos los que se dedican a ocupaciones vinculadas con las actividades del actuario; extender y mejorar los datos y los métodos científicos que tienen su origen en la aplicación del cálculo de probabilidades de vida y de los cuales los seguros de vida y otras instituciones semejantes –incluidas las sociedades de socorros mutuos- derivan sus principios; apreciar todos los problemas monetarios que incluyan –separada o conjuntamente- la teoría matemática de las probabilidades y de los intereses”.

Llega entre tanto, el siglo XX y con él la complejidad de los problemas económicos y sociales, que no podían dejar de extender el ámbito de trabajo de los actuarios. Las estadísticas que interesaban hasta ese momento eran las relativas a la mortalidad y a la salud, pero a partir de entonces la formación de estadísticas cobraron un impulso apreciable.

A partir de ese momento, la profesión de Actuario se hizo más conocida, sin llegar, no obstante, a vulgarizarse para todo el mundo. Para José González Gafé, famoso actuario argentino, el escaso desarrollo de la profesión antes de la guerra de 1914, se debía al espíritu de la época que, un siglo antes, ambientó el nacimiento de la actividad : el individualismo. Y decía: “Muy distinto, por cierto, al carácter eminentemente social que había presidido la aparición de la ciencia actuarial, en los días que precedieron a la primera guerra mundial, con el que tenían implícitos nuevos interesantes problemas: las pensiones por viudedad, el seguro nacional de enfermedad, el paro y otros.

Terminada la guerra Geoffrey Marks, nuevo Presidente del Instituto de Actuarios de Inglaterra, resaltaba los “grandes servicios presados a la nación por los actuarios durante la guerra, no sólo en el campo de batalla –donde cayeron 5 de los 424 miembros del Instituto que fueron movilizados- , sino también en el desempeño de las funciones públicas vinculadas a sus conocimientos especiales. Aún así, el presidente del Instituto se preguntaba: “¿Qué es el Actuario?” Y, en síntesis, respondía: “Actuario es aquel cuya profesión es la de idear los medios para resolver las cuestiones que importan en la aplicación del cálculo de probabilidades en los asuntos humanos, estén afectados o no por un factor que implique el cálculo de matemáticas financieras, y aplicar esos medios a la resolución de los problemas prácticos”.

La definición de González Galé expone mejor cuáles son las actividades actuales de un Actuario. Para él, la misión de este profesional era la calcular las primas y las reservas para las compañías de seguros: supervisar las sociedades de socorros mutuos, determinar las responsabilidades de las entidades de pensiones privadas-, analizar, con base en las estadísticas oficiales y colaborando en su elaboración, las tablas de mortalidad, natalidad y fertilidad y construir las tablas demográficas de los más diversos tipos. En cuanto a lo necesario de una cualidad esencial de Actuario: tener criterio cierto para el sondeo del futuro, a la luz del cálculo de probabilidades. Sondeo que lógicamente no pueda nunca asegurar la certeza pero que nada tiene que ver con los augurios de las pitonisas “El cálculo de probabilidad –escribía- puede extender sus tentáculos a los rincones más recónditos del cielo. Pero el Actuario no debe seguir tales aventuras. Déjelas para los físicos y los astrónomos. El Actuario, con la vista fija en la altura, ha de permanecer con los pies firmemente asentados en la tierra”.

Una bueno historia del desenvolvimiento de la profesión de Actuario es, también,

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