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Agendas Ciudadanas Al Bicentenario


Enviado por   •  17 de Junio de 2014  •  2.311 Palabras (10 Páginas)  •  166 Visitas

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Agendas ciudadanas del Bicentenario

Enero del año 2011. Cientos de miles de tunecinos y tunecinas derrocan a un corrupto dictador. Febrero del año 2011. Millones de egipcios y egipcias derrocan a un autista dictador. Ahora ambos países se encuentran en transiciones hacia regímenes democráticos de gobierno, en procesos que seguramente serán largos y no exentos de retrocesos, pero que definitivamente marcarán una evolución en la libertad de sus habitantes. Es así como empieza la segunda década del siglo XXI, con mensajes de millones de ciudadanos y ciudadanas diciéndonos que la Historia sigue en marcha, que dista de haber finalizado (como algún burócrata estadounidense afirmaba a fines del siglo pasado), y que la lucha por la libertad de las personas y los pueblos y naciones que integran, sigue teniendo sentido y frutos tangibles, para quienes luchan y para toda la humanidad que observa sus resultados.

Lucha ciudadana que tiene mucho que decirle a Latinoamérica, continente que conmemora los 200 años de luchas por la independencia política de sus naciones. Y especialmente a Perú, país que se encuentra en la década previa a su Bicentenario. Para extraer mejor las consecuencias de estas experiencias de liberación política, es necesario tener claro el concepto de ciudadanía y la agenda pendiente al respecto en nuestros países, específicamente, en el nuestro.

Sentido de la pregunta por la ciudadanía

Responder a la pregunta "¿Qué entendemos por la ciudadanía?" implica urgar en el sentido de un concepto, el mismo que es susceptible de cambios y usos diversos. Por ende, no se trata de hallar una definición exacta e inmutable, sino una útil para el propósito de todo concepto, que es facilitar la comprensión del mundo y el entendimiento entre las personas; pero también para el propósito de un concepto político, que es, adicionalmente, apuntalar procesos de cambio estructural o evitarlos. En nuestro caso, y dado el déficit en vida ciudadana en las calles, plazas, casas e instituciones del Perú, llegar a una postura común sobre la ciudadanía en el Perú, será clave para los avances en la vida ciudadana que aspiramos en nuestro país. Para ello conviene revisar el camino histórico del concepto.

Entre Roma antigua y el siglo XX

En ese entendido, podemos encontrar dos vertientes de significado de la ciudadanía. La primera busca diferenciar a los ciudadanos y ciudadanas de los demás seres humanos, atribuyéndoles a los primeros derechos y deberes distintos a todos los demás. La segunda busca igualar a los seres humanos dentro de una comunidad política, atribuyéndoles a todos los mismos derechos y deberes básicos.

Podemos rastrear el origen de la concepción diferenciadora en la antigua Roma, cuando a los cives o ciuis, se les reservaba derechos y obligaciones en y ante la Ciudad. Por ejemplo, es conocido el episodio por el que al apóstol Pablo en la cárcel se le concede el derecho a apelar su detención, con éxito, por ser ciudadano romano y luego, por la misma razón se le conmuta la muerte en cruz por la de degollamiento, menos indigna. Esta concepción de ciudadanía para diferenciar según derechos y deberes de las personas siempre lleva consigo una vertiente excluyente de los que no entran en el concepto y una incluyente de los que sí entran.

Cabe indicar que la realidad histórica de los derechos humanos y de la democracia nos permite ver una historia de ampliación de la ciudadanía, incluyendo a sectores antes excluidos: en un comienzo, ciudadanos eran sólo hombres mayores de edad hijos de ciudadanos, con propiedades y ciertas rentas. Luego la ciudadanía se amplió a los nacidos en el país con tierras en él. Posteriormente, se incluyó a los contribuyentes, al margen de sus propiedades. Posteriormente entraron las mujeres. Después, a todos los alfabetos, más allá de sus rentas. Más adelante, a fines del siglo XX se extendió a todos los mayores de edad, en sucesivas constituciones latinoamericanas. Y finalmente, en 1989 se dio un paso crucial al convenirse internacionalmente que también los niños y las niñas eran sujetos de derechos y deberes de respeto para con los demás y con la sociedad, en la Convención de Derechos del Niño.

Es decir, hemos asistido a un proceso de universalización de la ciudadanía, aunque en la práctica aun se identifica ciudadanía con nacionalidad y no parece que el siguiente paso ampliatorio sea fácil.

Sin embargo, este camino ni es rectilíneo ni irreversible y aun en el Perú persisten objeciones conceptuales a un concepto universal de ciudadanía, incluso dentro del universo ya reducido de los nacionales. Pasemos a revisarlas.

Ciudadanía como conciencia de derechos

Ante la constatación de que en el Perú persiste un bajo ejercicio de derechos y un alto nivel de abuso del poder, público y privado, hay quienes consideran que afirmar que "todos somos ciudadanos" lleva a un encubrimiento de la realidad. Por ello, proponen una concepción restringida de ciudadanía sólo a quienes son conscientes de sus derechos y deberes. Por lo tanto, la condición de ciudadanos o ciudadanas tendría que pasar por un acto de autoconciencia. Remarcar esto permitiría llamar la atención de aquéllas personas que no son conscientes de sus derechos y deberes y por lo tanto, se facilitaría el impulsar procesos de cambio hacia una plena vida ciudadana.

Ciudadanía como ejercicio de derechos

Sin embargo, resulta muy difícil constatar en cada situación y caso concreto la existencia de este acto. Por ello, se ha planteado una corrección al concepto restringido, añadiéndole el requisito de ejercicio de los derechos y cumplimiento de los deberes. Es decir, ciudadano o ciudadana será quien pasa de la conciencia de derechos y deberes a los actos concretos de realización. Se trata de una concepción basada en la efectividad, por lo que, según sus proponentes, nos permite apreciar mejor lo que ocurre en la realidad: A pesar de que el Perú ha suscrito los más importantes tratados internacionales, a nivel mundial y continental sobre derechos humanos y que estos están reconocidos ampliamente en nuestra Constitución, una buena parte de la población no los ejerce. Por lo tanto, serían sólo pobladores, quedando pendiente su conversión en ciudadanos.

Objeciones a estas concepciones

Si bien resultan meritorias sus intenciones de dar cuenta mejor de la realidad del ejercicio de derechos y cumplimiento de obligaciones, así como de concienciar

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