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Antologia De Literatura Renancentista


Enviado por   •  17 de Diciembre de 2012  •  3.819 Palabras (16 Páginas)  •  357 Visitas

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Oh María sin pecado concebida

rogad pon nosotros que recurrimos

a Vos.

Ningún discípulo es superior al

Maestro todo discípulo

perfecto es igual al Maestro.

El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.

Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura nunca oídas ni vistas, vengan a noticia de

muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo

que le agrade, y a los que no ahondaren tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio que no hay

libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos

unos, mas lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de

algunos, que de otros no lo son. Y esto, para que ninguna cosa se debría romper ni echar a mal, si

muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y

pudiendo sacar della algún fruto; porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo, pues

no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que

vean y lean sus obras, y si hay de qué, se las alaben; y a este propósito dice Tulio: “La honra cría las

artes.” ¿Quién piensa que el soldado, que es primero del escala, tiene más aborrecido el vivir? No,

por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse al peligro; y así, en las artes y letras es lo

mesmo. Predica muy bien el presentado, y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas;

mas pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: “¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho

vuestra reverencia!” Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán,

porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas. ¿Qué hiciera si fuera verdad?

Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis vecinos, desta nonada, que

en este grosero estilo escribo, no me pesará que hayan parte y se huelguen con ello todos los que en

ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades.

Suplico a vuestra M. reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y

deseo se conformaran. Y pues V.M. escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso,

parecióme no tomalle por el medio, sino del principio, porque se tenga entera noticia de mi persona,

y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna

fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando,

salieron a buen puerto.

*ARGUMENTO: DON QUIJOTE DE LA MANCHA Cervantes, que redactaba en aquellas fechas el capitulo LIX de la II parte, contestó serenamente y rechazó con dignidad las injurias y ofensas, enorgulleciéndose de haber estado en la batalla de Lepanto, donde recibió heridas que "las que el soldado muestra en el rostro y en los pechos, son que guían a los demás al cielo de la honra". Pero veamos el asunto "falo" Quijote. Vuelto el hidalgo a su casa, vivía devotamente leyendo la Guía de Pecadores, asistido por un ama (su sobrina Magdalena y el alma anterior habían muerto), hasta que Sancho fue habiéndole del libro de caballerías Don Florisando de Cantaría, que don Quijote desea obtener. Llegan a Argamásala, de paso hacia Zaragoza, para asistir a una justas, varios señores, uno de los cuales, don Alvaro Tarfe, se aloja en casa don Quijote. Durante la cena se habla de los amores de Dulcinea. Por la noche, el caballero manchego decide volver a sus aventuras y a la mañana, luego de despedir a su huésped, se prepara para concurrir también a las justas. Sale otra vez con el nombre del Caballero desamorado. En la venta del Ahorcado se acerca a la cama de don Quijote una gallega que le cuenta su historias él la toma por una infanta y jura vengarla del capitán que la abandonó, mandando darle doce ducados (que Sancho reduce prudentemente a cuatro). Camino de Ateca, toma a un guardia de un melonar por Roldan y le acomete; pero el guardia y otros le roban sus caballerías, que Mosén Valentín, clérigo caritativo, rescata, recomendándole que vuelva a cuidar de su sobrinito (del cual no habló Cervantes). En Zaragoza, por meterse a librar a un ladrón, don Quijote es encarcelado; gracias a la intervención de don Alvaro, sale de la prisión. Si caballero desamorado acude a la calle del Coso (se describe el lujo con que estaba adornada) y gana el premio de las justas, cuyo juez, le presenta un gigantón de los de las procesiones, dentro del cual hay oculto un escribano, que con voz- de trueno, los desafía. Don Quijote acepta y al día siguiente, el escribano, disfrazado de etiope, le invita a ir a la corte de su dueño Bramidan de Tajayunque. Salen de Zaragoza, y en el camino se topan con un soldado, Antonio de Bracamonte (que alude al sitio de Ostende, como aquel al Buscón) y con un ermitaño. El soldado narra el cueto de El rico desesperado, historia de adulterio, suicidios y muertes; el ermitaño, la fábula de los felices amantes (leyenda de Margarita la tornera). Sancho, para no ser menos, refiere un cuento semejante al de las cabras que pasaban por un rió (aquí son gansos). Oyen voces de auxilio: quien las pro feria era una mujer atada a un árbol: Bárbara la acuchillada según el soldado; la reina Cenobia, para don Quijote/ la cual dice que un estudiante fue el autor del desaguisado. En alcalá unos escolares golpean al caballero manchegoi, que los

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