Canclini - Los Paradigmas Políticos
xena8021 de Octubre de 2014
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Canclini - "Los paradigmas políticos de la acción cultural, en Políticas culturales en América latina" (1987)
El área cultural aparece a menudo como un espacio no estructurado, en el que coexistirían arbitrariamente instituciones y agentes personales muy heterogéneos. La falta de interés de los estados y de los partidos, de derecha e izquierda, deja esta zona de la vida social en manos de diversos mecenas o librada a las iniciativas de instituciones desconectadas.
La UNESCO viene promoviendo acuerdos internacionales para la defensa del patrimonio nacional y la protección de los sectores populares a la cultura y la protección de los derechos de artistas y trabajadores culturales. Sin embargo, desde el punto de vista del debate sobre las contradicciones básicas de nuestro desarrollo, estas conferencias reiteran los limites de las reuniones intergubernamentales. Se aconsejan medidas de protección a las culturas indígenas y populares, pero sus protagonistas no participan. La fuerza y el rigor de los discursos quedan entonces librados al talento y la elocuencia de algunos ministros.
Uno de los encuentros que mejor muestra la fecundidad de estos esfuerzos internacionales de coproducción intelectual fue el organizado en marzo de 1985, en chile, por el CENECA y CEDES de argentina y el INTERCOM de Brasil. En la convocatoria se dice que la democratización de los países del cono sur ofrece a los más diversos actores políticos, intelectuales y culturales el desafío y la posibilidad de desempeñar un rol activo en el diseño de marcos orientadores y de políticas culturales, pero esta oportunidad, semejante a la de la década de los sesenta, se diferencia ahora porque se da luego de largos gobiernos militares y en un periodo de crisis y replanteamiento en la matrices teóricas y en los análisis sobre política, democracia, estado, sociedad y cultura.
Estos cambios en el tratamiento de las políticas culturales se deben en parte a la crisis de los modelos productivistas, tanto keynesianos como marxistas, que hasta hace poco regían la planificación del desarrollo. La incapacidad de las soluciones meramente económicas o políticas para controlar las contradicciones sociales, las explosiones demográficas y la depredación ecológica han llevado a científicos y políticos a preguntarse por las bases culturales de la producción y del poder.
Las evidencias de inviabilidad del modelo metropolitano en nuestros países, y la crisis de la concepción unilineal de la historia que lo sustenta, abrieron el espacio científico a nuevas maneras de ver las funciones sociales y económicas de la cultura. Se presta creciente atención al papel de las diversidades culturales en el crecimiento económico, a la solidaridad étnica o religiosa como recurso de cohesión social, y a las técnicas de producción y los hábitos de consumo tradicionales como base de formas alternativas de desarrollo.
Entenderemos por políticas culturales el conjunto de intervenciones realizadas por el estado, las instituciones civiles y los grupos comunitarios organizados a fin de orientar el desarrollo simbólico, satisfacer las necesidades culturales de la población y obtener consenso para un tipo de orden o de transformación social.
Los paradigmas políticos de la acción cultural en relación con los agentes sociales que los sustentan, con sus modos de estructurar la relación entre política y cultura y con su concepción del desarrollo cultural:
El mecenazgo liberal
La primera forma de promoción moderna de la cultura, sobre todo en la literatura y en las artes, es el mecenazgo. El mecenazgo moderno impone menos indicaciones precisas sobre el contenido y el estilo del arte porque la burguesía no exige relaciones de dependencia y fidelidad extremas al modo de los señores feudales. Su protectorado se guía por la estética elitista de las bellas artes, y por eso mismo establece los vínculos entre mecenas y artistas según los ideales de gratuidad y libre creación.
El desarrollo de la cultura no es visto como una cuestión colectiva sino como el resultado de relaciones individuales, es una decisión personal la de financiar ciertos gastos culturales y elegir a quien se dará el dinero, y se supone también que la creación artística y literaria es un acto de individuos aislados. Si bien esta promoción del arte toma en cuenta a veces la difusión a un público amplio, subvencionando bienales o publicaciones, es mas para reubicar la acción mecenal en la dimensión masiva de la cultura contemporánea que por un real intento de responder a demandas sociales.
Suele reducirse a la alta cultura y no pretende fijar estrategias globales para resolver los problemas del desarrollo cultural. Sin embargo, consideramos al mecenazgo una forma de política cultural porque ha servido y sirve en varios países para normar las relaciones en este campo, distribuir fondos importantes, establecer líneas prioritarias de crecimiento y desestimar otras.
El tradicionalismo patrimonialista
Esta posición ha surgido especialmente en los estados oligárquicos y en los movimientos nacionalistas de derecha. Define a la nación como un conjunto de individuos unidos por lazos naturales, el espacio geográfico, la raza, e irracionales, el amor a una misma tierra, la religión, sin tomar en cuenta las diferencias sociales entre los miembros de cada nación. Se olvidan los conflictos en medio de los cuales se formaron las tradiciones nacionales y se los narra legendariamente como simples tramites arcaicos para configurar instituciones y relaciones sociales que garantizarían de una vez para siempre la esencia de la nación, la iglesia, el ejercito, la familia, la propiedad. Este discurso arcaizante ha encontrado la forma de insertarse en algunos movimientos populares. En Argentina fue elaborado originariamente por figuras como Lugones e Irazusta.
El estatismo populista
Hay otra concepción sustancialista de la cultura. Para ella la identidad no esta contenida en la raza, ni en un paquete de virtudes geográficas, ni en el pasado o la tradición. Se aloja en el estado. Como consecuencia de proceso de independencia o revolución, el estado aparece como el lugar en que se condensaron los valores nacionales, el orden que reúne las partes de la sociedad y regula sus conflictos.
Para esta concepción lo nacional reside en el estado y no en el pueblo, porque este es aludido como destinatario de la acción del gobierno, convocado a adherirse a ella, pero no reconocido efectivamente como fuente y justificación de esos actos al punto de someterlos a su libre aprobación o rectificación. También suele recurrirse al origen étnico o al orgullo histórico para reforzar la afirmación nacional, por lo cual esta corriente y el control de la identidad nacional no se derivan mecánicamente del pasado sino de la cohesión presente tal como el estado la representa.
La política cultural de esta tendencia identifica la continuidad de lo nacional con la preservación del estado. Promueve, las actividades capaces de cohesionar al pueblo y a algunos sectores de la burguesía nacional contra la oligarquía. Esta política favoreció en el primer gobierno peronista un desarrollo inusitado de la cultura subalterna y generó una industria cultural bajo la protección del estado, política nacional de radiodifusión, creación de estudios de cine que por primera vez legitimó y divulgó masivamente muchos temas y personajes populares.
Al no cuestionar las estructuras ideológicas de la dominación, los programas de democratización educativa y reivindicación de la cultura popular emprendidos por los gobiernos peronistas quedaron a mitad de camino. Su caracterización chovinista de los popular y lo nacional, explicable en el primer gobierno de Perón como la ideología que acompañaba la política de sustitución de importaciones, hizo rechazar en bloque lo extranjero y encumbrar indiferenciadamente los temas y el lenguaje del pueblo mezclando lo reaccionario y lo progresista, los intereses de los oprimidos y los de la industria cultural. El peronismo atenuó el desigual acceso al arte y el saber, al facilitar el ingreso a la educación media y superior a todo tipo de espectáculos y productos culturales masivos. Pero esta expansión cuantitativa, lo mismo que el distribucionismo económico, no modificó las causas estructurales de la desigualdad, ni fue acompañada por una reelaboración critica de los hábitos culturales del pueblo.
La privatización neoconservadora
La corriente hegemónica en la actualidad es la que desarrolla una política
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