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Caso SYLVIA LIKERS


Enviado por   •  7 de Mayo de 2014  •  2.357 Palabras (10 Páginas)  •  437 Visitas

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CASO SYLVIA LIKERS (TORTURADA,HUMILLADA Y ASESINADA) (41 fotos)

CASO SILVIA LIKENS (TORTURADA,HUMILLADA Y ASESINADA) + PELÍCULA + FOTOS POLICIALES Y OTRAS.

(Abstenerse personas sensibles,hay fotos policiales del cadáver de Silvia)

-PELÍCULA DEL CASO EN ESPAÑOL-LATINO:https://www.youtube.com/watch?v=w7GqhhzghPw

-VÍDEO MEMORIAL DE SILVIA: http://www.youtube.com/watch?v=RY5zkZSz_Sw#at=102

Gertrude Baniszewski -19 de septiembre de 1929 † 16 de junio de 1990- Baniszewski nació como Gertrude Nadine Fossan en Indianápolis, Indiana, Estados Unidos.

Pasó una vida de carencias materiales y emocionales. Su padre murió cuando ella tenía once años de un ataque al corazón que ella presencio,dejando a su madre con seis niños para criar. Cinco años más tarde, a los dieciséis, Gertrude dejó el colegio y se casó con John Baniszewski, de dieciocho años. Tuvo cuatro hijos. Ella y John se divorciaron luego de diez años de relación. Ella se casó de nuevo, esta vez con Ed Gutherie, pero esta unión sólo duró tres meses. Gertrude se dio cuenta de que había cometido un error. Luego cometió uno más grande: se volvió a casar nuevamente con su primer marido, John, y tuvo dos hijos más antes de divorciarse de él por segunda vez en 1963. Nunca acostumbrada a estar sola,Luego a los 34 años conoció a Dennis Lee Wright, un joven de 23 años con el que se fue a vivir.

Él abusaba de Baniszewski y ella tuvo un hijo, Dennis; luego de que éste nació, Wright abandonó a gertrude pero el la visitaba constantemente para solo pedirle dinero a Gertrude Durante esta serie de embarazos, Gertrude también tuvo seis abortos.

Para 1965, Gertrude tenía treinta y siete años y se veía como una persona de sesenta. Fumaba sin parar, bebía constantemente, sufría de asma y tenía una serie de achaques. Su única entrada económica consistía en lo que podía extraer de los padres de sus hijos. Para completar sus gastos, planchaba ajeno.

Un día, dos desconocidos llamados Betty y Lester Likens le pidieron a Gertrude que cuidara de sus dos hijas mientras ellos trabajan para un circo en Florida.

Las dos niñas ya conocían a los hijos de Gertrude: los habían visto a la salida de la iglesia. Los padres le ofrecieron veinte dólares a la semana y Gertrude aceptó.

En el verano de 1965, Sylvia likens de dieciséis años y Jenny de quince, se mudaron con Gertrude y sus hijos al 3850 de East New York St., en la pacífica ciudad de Indianápolis, Indiana. Sylvia era una chica agradable y callada a quien todos querían. Cooperaba y ayudaba con el planchado y los platos. Su hermana Jenny era una adolescente bastante callada. Había nacido con la pierna izquierda encogida. Más allá de su discapacidad, se las arreglaba para bailar y montar patineta.

La primera semana en la casa de Gertrude no ocurrió nada fuera de lo normal. Las dos chicas Likens parecían llevarse bien con los chicos Baniszewski.

Pero un comentario demostró lo que Gertrude desarrollaría hacia ellas. Siete días después de que ellas llegaran, el cheque prometido por los padres de las niñas se retrasó. Gertrude les dijo: "Bien, perras, he cuidado de ustedes durante una semana por nada"; acto seguido, las llevó al sótano y las azotó en las nalgas con un cinturón. Jenny no aguantó el castigo y Sylvia se ofreció para que a ella le tocara también el castigo de su hermana; Gertrude accedió. Al día siguiente, llegó un sobre con los veinte dólares por correo; se había retrasado por una confusión del cartero. Dos días más tarde, los Likens se tomaron un tiempo libre del empleo en el circo para pasar por la residencia de los Baniszewski para ver cómo estaban sus hijas. Nadie se quejó. Todo parecía estar bien, así que los Likens se regresaron contentos.

Tiempo después, por alguna razón, Gertrude se convenció de que Sylvia estaba pasando demasiado tiempo en la tienda de alimentos. Sylvia trató de explicarle que había encontrado unas botellas de refresco vacías y estaba devolviéndolas para ganar un poco de dinero extra. Gertrude no quería oírla. Decidió castigar a Sylvia pegándole con una paleta. La paleta tenía un espesor de casi un centímetro. Luego de esa primera vez, Sylvia siempre era culpada por romper las reglas de la casa. Cuando Gertrude se cansaba de sufrir de asma, ponía a su hija mayor, Paula como encargada de la paleta. Paula, una obesa chica de ochenta kilos, amaba su nuevo poder.

Ella le aplicaba la paleta a Sylvia una buena cantidad de veces.

En ese momento, no todo era trabajo y golpes para Sylvia. Le encantaba caminar en el parque cercano, acompañada por su hermana Jenny, hasta que llegaban a la iglesia. Pero mientras avanzaba el verano, parecía que para Gertrude todas las desgracias del mundo eran culpa de Sylvia Likens. A la hora de la cena, en la mesa, Sylvia generalmente no recibía comida. Se le obligaba a observar cómo comían los otros. A veces, su hermana Jenny robaba un poco de pan para ella, pero era tanto el temor que sentía hacia Gertrude que nunca se atrevió a desafiarla.

La casa de los Baniszewski era el lugar donde se reunían los adolescentes del barrio; uno de ellos era amante de Gertrude e incluso tenía un bebé con ella del que, por supuesto, no se hacía cargo. Cuando varios jóvenes observaron que Sylvia soportaba el abuso al que era sometida, ellos también comenzaron a mofarse de ella y a aplicarle castigos físicos. Coy Hubbard, quien tenía quince años, pesaba 85 kilos y medía casi dos metros, se convirtió en uno de los peores tormentos de Sylvia.

Era una especie de experto en judo y le encantaba lanzar a la chica por el aire. En el sótano de los Baniszewski, había un viejo colchón que supuestamente evitaría que Sylvia se hiciera daño. Coy siempre calculaba mal y Sylvia aterrizaba con un crujido en el piso de cemento. Todo el mundo se reía. Nadie, incluyendo a su hermana Jenny, hizo nada al respecto. Después de todo, el único adulto cuidándolos era Gertrude, y ella no sólo aprobaba su comportamiento sino que parecía deleitarse con él.

Los castigos empezaron a aumentar en intensidad y frecuencia. En una ocasión, Paula acusó a Sylvia de que hablaba mal de ella. Gertrude tomó a la niña, la puso en la sala, delante de todos, y comenzó a quemarle los brazos con un cigarrillo encendido. Todo se convirtió en un juego perverso, orquestado por una mujer diabólica que estaba descargando las desgracias de su vida en una niña indefensa. El abuso continuó, interrumpido solamente cuando los de afuera entraban en la

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