Creatividad Y Expresion

¿Quién nunca soñó que podía hacer algo que pensaba que no podía hacer?, ese momento de liberación de la inconciencia, en donde nos dejamos sumergir en un mundo de ensueño, donde la razón no es la que reina, quien toma su lugar son los impulsos, deseos, anhelos; pero también las frustraciones, miedos y las angustias. Ese lugar mágico donde no tenemos la capacidad de elegir sino de solo “ver” y “sentir” todo lo que nuestra mente quiere hacernos saber, y a su vez hacernos entender que no tenemos el control de todo ni de todas las situaciones.

La teoría psicoanalítica sostiene la existencia del inconsciente, el cual solo puede volverse consciente a través de una gran dificultad. Habla de un sujeto escindido, un sujeto dividido, el cual no puede dominar todo, como por ejemplo decidir dejar de soñar. En ese estado de ensoñación nuestros mayores deseos y/ o miedos se hacen presentes.

La lectura del relato de “Sueña el Viejo Antonio” me hizo sentir identificada con Antonio, (y creo que muchos también lo estarían) quien sueña que todo lo que hace le es reconocido, que es dueño de lo que no posee, que tiene posibilidades de crecer y que por sobre todo está en paz consigo mismo. El, luego despierta, y razona que su sueño también muestra el anhelo de otros y decide ir en busca de eso y luchar por su sueño.

Recuerdo que muchas veces he soñado poder realizar secuencias de mayor complejidad en la danza y poder disfrutar eso que nunca sentí que podía hacer. Luego despertar y darme cuenta que sólo fue un sueño. Finalmente ir a realizar las clases de entrenamiento, las cuales preparan el cuerpo diariamente para que ese “ideal” tan soñado por todas las bailarinas sea alimentado y algún día florezca.

Esta posibilidad de soñar y poder ver lo que nuestra mente sigue elaborando en nuestro estado de inconciencia, es posible a partir de toda la información que nuestra mente que posee. Toda esa información es elaborada a partir de la inteligencia, la cual organiza comportamientos e inventa fines; como los dice Marina “Somos fantásticos creadores”. A mi punto de vista nuestra mente lo es, es una creadora fantástica. Nos damos cuenta en el momento en que soñamos, en todas esas situaciones que es capaz de crear, las cuales nos hacen sentir que son ciertas y nos permite vivirlas. A su vez, muchas veces nos lleva un tiempo recuperarnos de ese estado, para luego entender que sólo fue un sueño. Momento en que la consciencia se hace presente.

Marina nos introduce la idea de que el hombre posee una inteligencia creadora, la cual es la inteligencia animal atravesada por la libertad. Nos explica que la inteligencia nos permite conocer la realidad, y que gracias a ella sabemos a qué atenernos y también que podemos ajustar nuestro comportamiento al medio; por lo tanto cumple una función adaptativa: nos permite vivir y pervivir. Nos diferencia de las inteligencias animales explicándonos que éstos hacen lo mismo pero a su manera. Esta diferencia radica en que la inteligencia humana se adapta al medio adaptándolo a sus necesidades. La realidad del hombre se expande, este quiere sobre-salir, sobre-ponerse, vivir sobre sí mismo. Utiliza para comprender la idea en totalidad el término “superarse”.

Retomando el ejemplo que utilicé sobre la danza en mi vida, puedo aplicar este término de manera fácil en mis actividades diarias, ya que ésa palabra en particular es de uso común en las clases y en las disciplinas de la danza: “superarse para alcanzar el ideal”. El ideal que plantea el paradigma del ballet. Zantonyi nos explica que el paradigma es un modelo que marca una idea y una época. Aplicándolo a mi disciplina, la cual es la danza clásica, ésta se funda sobre los ideales de la Gracia Clásica tomando la armonía, el equilibrio, la proporción como base fundamental. Todo el estudio y el trabajo que se realice con el cuerpo son para alcanzar lo que ese paradigma impuso.

Zantonyi también nos explica que la palabra “arte” antes no existía y que fue recién en el Mundo Helénico que apareció con el término “techne” refiriéndose al saber hacer. Luego, en la Edad Media, las artes se dividieron en Artes Vulgares y Artes Liberales. Es en este contexto

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