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DESAFÍOS DEL NUEVO ESCENARIO EDUCATIVO


Enviado por   •  16 de Agosto de 2013  •  3.954 Palabras (16 Páginas)  •  537 Visitas

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DESAFÍOS DEL NUEVO ESCENARIO EDUCATIVO

Niños, padres y educadores caminando juntos

hacia el siglo XXI *

Eduardo Astudillo Castro

El cómo formar a los niños y jóvenes anticipándose al futuro se ha transformado en uno de los mayores desafíos que enfrentan los gobiernos y la educación hoy. La generación que este año ha ingresado a nuestro sistema escolar tendrá posibilidades de terminar su educación media en el año 2.010 y vivirá en un mundo completamente diferente del actual, que plantea requerimientos nuevos a la educación de hoy.

La educación actual afronta múltiples retos. Uno de ellos es dar respuesta a los profundos cambios sociales, económicos y culturales que se prevén para la “sociedad de la información".

El maestro y el libro ya han dejado de ser los únicos medios a través de los cuales los niños,jóvenes y adultos, reciben el conocimiento y aprenden. La televisión, la computación, los CD Rom y la navegación por Internet, han irrumpido -a pasos agigantados- en las aulas y en los hogares. El correo postal va siendo reemplazado por el correo electrónico. Los medios de comunicación escritos están dando paso a los medios de comunicación electrónicos. Las noticias hoy son conocidas instantáneamente y seguidas paso a paso, ya sea por televisión o internet. El hombre está hoy más intercomunicado que antaño, pero al mismo tiempo se siente muy abrumado por lo que sucede en el mundo. Los niños y niñas comienzan a ver desde pequeños -a través de estos nuevos medios de comunicación-, como el hombre se ataca, mata y destruye el medio ambiente. Los valores se trastocan y, a veces, nuestros niños y niñas se confunden, porque el discurso que escuchan en la escuela y en la casa es distinto. Un gran papel le corresponde, entonces, a la educación que debe anticipar el diseño del futuro, pero que, al mismo tiempo, debe preparar para enfrentarlo.

Muchos padres de familia no saben cómo enfrentar la tarea educativa que les corresponde empezar en el hogar. Los educadores y educadoras, en los jardines infantiles, escuelas, colegios y liceos se enfrentan, cada día, a nuevos desafíos en su labor de orientadores, guías y formadores de niños y jóvenes. A muchos estudiantes no les gustan sus escuelas porque no son felices en ellas; se aburren de escuchar y ser pacientes receptores de conocimientos; algunos llegan a sentirse hasta prisioneros, sin espacios para ser libres y crear. Las escuelas las ven como lugares llenos de reglas, normas y prohibiciones.

La mayor parte de los párvulos que pasan del jardín infantil (nivel de transición) a la escuela sufren un gran impacto con el cambio de nivel, por la desarticulación que se produce entre la educación parvularia y la educación general básica. En primer año básico, tienen una profesora o profesor que los trata de manera distinta a la tía del kinder, la sala tiene una organización diferente, hay mayor número de compañeros y compañeras, los horarios son más rígidos y la disciplina más estricta, todo es distinto. La educación parvularia centrada en el niño y la educación básica centrada en el programa (independiente de cómo se sienta el niño y de cuáles son sus necesidades). Qué difícil se ha tornado para los padres, el elegir una buena escuela o colegio para sus hijos. Por lo general, los niños y jóvenes van a las escuelas, colegios o liceos que los padres les eligen o pueden enviarlos, que no siempre son a las que ellos quisieran ir.

El nuevo escenario en que se educan los niños y niñas de hoy

Vivimos en un mundo cada vez más interdependiente, en que el proceso de globalización está transformando profundamente la vida en la sociedad contemporánea, bajo un triple impacto:

- el espectacular avance científico y tecnológico, que tiene efectos diversos en las distintas regiones geográficas y sobre los distintos sectores y grupos de población;

- la internacionalización de las economías y sus efectos en las economías nacionales o locales; y

- la revolución de la tecnologías de la información y comunicación, que nos permiten tener accesos a redes y servicios telemáticos avanzados.

Estamos viviendo, como se reconoce, en una “sociedad de la información”, en que el acceso a la información y su control y uso constituyen la clave para el desarrollo de las sociedades y el éxito de los individuos. La Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, establecida por la UNESCO a principios de 1993, y presidida por Jacques Delors, señala en su Informe publicado en 1996, que “la educación debe contribuir a democratizar la información y el conocimiento, debe proporcionar las herramientas para que los niños, los jóvenes y adultos, puedan acceder a los avances de la ciencia y la tecnología y servirse de ellos en forma responsable y solidaria”. De allí que la Comisión rechace un tendencia muy difundida hoy en día, como es la de considerar el proceso educativo simplemente de manera utilitaria, como un medio para alcanzar fines inmediatos y a corto plazo, sobre el mercado laboral y la vida económica. Más allá del desarrollo económico, la educación debe servir para promover el desarrollo humano, para mejorar y enriquecer la vida de todos los seres humanos. La Comisión plantea, además, que “es tarea esencial de la educación la de contribuir al desarrollo total del individuo -espíritu y cuerpo, inteligencia, sensitividad, sentido estético, responsabilidad personal, y espiritualidad-”. El ser humano es más que una simple fuerza de trabajo, y debe ser más que un buen ciudadano. El ser humano es un fin en sí mismo, y su desarrollo pleno como ser humano debe ser un objetivo esencial de todo proceso educativo, sólo así servirá para un desarrollo económico, político y social sustentable. Educación significa etimológicamente, “sacar de” para “conducir hacia”, es decir, guiar hacia un fin, partiendo de una realidad concreta, y este fin es el último al que puede aspirar un ser humano en la realización plena e integral de su propio ideal, o sea, un absoluto de valores en un absoluto de Ser. El ser humano se realiza plenamente como miembro de una familia, de una comunidad, de una cultura, de una sociedad, pero también en el respeto a su individualidad creativa.

El aprendizaje un reto para toda la vida

Si bien la división de los sistemas de educación formal en tres etapas consecutivas (básica, media y superior), está ampliamente arraigada en todos los países, la Comisión de la UNESCO para la educación del siglo XXI, propone la adopción del concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida, como un principio guía para entrar al siglo XXI y se basa en cuatro pilares: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.

A diferencia de los conceptos más tradicionales de "educación permanente o continua", la idea de la educación a lo largo de toda la vida sugiere una interdependencia mayor entre la sociedad, la actividad económica y los sistemas educativos tanto formales como informales, que permitan al individuo programar con mayor flexibilidad su curso de vida, aprovechar mayormente las oportunidades y posibilidades que se le presentan, y facilitar en diferentes etapas de la vida, el tránsito entre la educación, el trabajo y el ocio.

Hoy en día los indicadores de calidad de la educación han detectado la existencia de serios problemas en nuestra educación, que tienen directa relación con los resultados del aprendizaje. El problema de la calidad de la educación, no es un problema de cómo se enseña, sino un problema de cómo y cuánto se aprende.

Según Juan Carlos Tedesco, especialista en educación de la Unesco, la explicación del problema de las dificultades para elevar los resultados del aprendizaje está vinculada con el deterioro de las condiciones de educabilidad con las cuales los alumnos ingresan a la escuela. La educabilidad se refiere a: (i) el desarrollo cognitivo básico, que se produce en los primeros años de vida y está vinculado a una sana estimulación afectiva, buena alimentación y condiciones sanitarias adecuadas, y (ii) la socialización primaria mediante la cual los niños adquieren los elementos éticos y actitudinales que les permiten incorporarse a una institución especializada distinta a la familia, como la escuela. (Carta Informativa del IIPE (Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación, París, Francia),Vol.XVI, Nº4, Octubre - Diciembre 1998, pp.1-2).

En este contexto, señala Tedesco, es posible sostener que un porcentaje elevado de alumnos estaría ingresando a la escuela con deficientes niveles de educabilidad, neutralizando los esfuerzos efectuados por las instituciones educativas. En consecuencia, ciertos niveles básicos de equidad social son necesarios para que sea posible educar con posibilidades de éxito. Este fenómeno justfica plenamente la prioridad que se le otorga hoy a la educación preescolar, por su impacto sobre la equidad social y sobre el futuro desempeño educativo de los alumnos.

Transformar la escuela en una organización en que todos aprenden, un gran desafío de la Reforma Educativa

La Reforma Educativa que hoy se lleva a cabo en nuestro país, pretende armonizar la formación de nuestros niños y jóvenes con los cambios profundos que afectan a la sociedad en los umbrales del siglo XXI. Es una Reforma que persigue, además, afectar paulatina y en forma global todas las dimensiones de la educación, la gestión de los servicios educativos, los insumos de tanto materiales educativos (bibliotecas, informática educativa) como de infraestructura escolar, el financiamiento del sector, así como el mejoramiento sostenido de las condiciones de trabajo de los docentes, principales artífices y protagonistas de la Reforma.

Algunas de las demandas que la sociedad le hace hoy a la educación chilena, están planteadas en el documento del Ministerio de Educación “La Reforma en Marcha: buena educación para todos” (1998, pp. 20-21), y son las siguientes: a) formación ética (valórica) y nuevas competencias para vivir en una sociedad cambiante; b) igualdad de oportunidades en educación como política de equidad; c) la formación de la ciudadanía para la democracia; d) una formación de calidad para participar en el desarrollo económico y la competitividad del país en un mundo cada vez más globalizado.

Si bien se reconoce hoy que la escuela no es el centro único de educación, ya que existe un verdadero espectro de instituciones y organizaciones que buscan prestar un servicio educativo, sigue siendo el principal centro al que concurren los niños y niñas de nuestro país. Al hablar de escuela lo hacemos en términos genéricos, ya que existen diversidad de tipos y modalidades de educación, que se imparten en organizaciones educativas con otras denominaciones.

La escuela tiene como objetivo primordial: el que todos los niños aprendan. Pero en la escuela no sólo aprenden los niños y jóvenes. En la escuela aprenden todos. Aprenden las familias, aprenden los profesores, aprenden los directivos, aprenden los supervisores, aprenden los paradocentes, administrativos y personal auxiliar, incluso los padres, sostenedores y autoridades educacionales, es decir, aprendemos todos.

De ahí que, la escuela debería también ser vista como una organización de aprendizaje. Uno de los grandes desafíos de la escuela en el marco de la Reforma Educativa, es transformarse para que de una organización que enseña, pase a ser una organización que aprende, en otras palabras, que innova, se desarrolla, se adapta y responde creativamente a las demandas internas y externas.

Transformar la escuela en una organización que aprende supone, por una parte, que la escuela concentre sus esfuerzos en lograr que todos sus alumnos aprendan; y, además, que todos los que trabajan en ella aprendan a través de la reflexión, revisión y retroalimentación continua de su quehacer. A través del aprendizaje la organización adquiere la habilidad colectiva para aprender y crecer con el objeto de alcanzar metas y expandir la capacidad de crear el futuro.

Necesidad de cambiar la escuela tradicional-actual por otra más moderna y futurista

La escuela, realidad social inventada, se encuentra muy cuestionada en la actualidad por la forma en que entrega el servicio educativo. La escuela tradicional donde un profesor enseña a un alumno promedio (método frontal de enseñanza), enfrenta una cantidad de problemas y limita la posibilidad de ofrecer una educación de buena calidad que sea adecuada a las exigencias y nuevas demandas que se le hace. La escuela necesita cambiar para responder positivamente a las necesidades del nuevo escenario en que vivimos y al desarrollo de los estudiantes, estimulando en cada uno de ellos, la autonomía intelectual, social y moral que les permita responsabilizarse de su propio desarrollo a lo largo de toda su vida.

Los planteamientos anteriores requieren por tanto una transformación de la escuela actual, que es tradicional, dependiente, rígida y centrada en la enseñanza, transformándola en una organización de aprendizaje que mire y proyecte la educación hacia el futuro. En esta visión, la escuela moderna se plantea como una organización con un gran sentido de misión, más autónoma, flexible, focalizada más en el aprendizaje que en la enseñanza, donde los profesores proporcionan información y son estimuladores de los procesos de construcción de conocimiento de sus alumnos, verificando permanentemente la calidad de los procesos en los cuales los alumnos se involucran y comprometen durante un tiempo en la escuela; donde sus directivos tienen un estilo de gestión que favorece la participación de la comunidad educativa, desarrollan un trabajo en equipo con los distintos actores del proceso educativo y no escatiman esfuerzos para que la escuela disponga de una amplia y variada gama de recursos y medios para el aprendizaje. (Véase el cuadro que se presenta a continuación, en que se compara ambos tipos de escuelas).

Sin embargo, la verdadera educación se logrará en una escuela en la medida en que en ella se cultiven valores. La escuela que pretenda desentenderse de los valores se despersonaliza. Si se opone a la realización de éstos, no sólo renuncia a los valores sino que esta renunciando a lo que entendemos debe ser una escuela. A la escuela le corresponde una tarea formativa, desarrollada a través de los profesores, cuya labor no debe reducirse a proporcionar información axiológica o a contribuir a que el alumno autodescubra sus propios valores o sepa discernir los valores de los antivalores, sino que ha de proponer valores, motivar opciones y estimular compromisos con aquello que conduce a la plena realización. Es importante que la escuela moderna fortalezca comportamientos fundamentales, actitudes y valores deseables, para que los niños y jóvenes sepan interactuar en la sociedad actual y futura.

CARACTERIZACIÓN DE LAS ESCUELAS TRADICIONAL Y FUTURISTA

ESCUELA TRADICIONAL (ACTUAL) ESCUELA MODERNA Y FUTURISTA

Escuela enclaustrada (concepción de escuela como sistema cerrado) Escuela conectada con el entorno global (concepción de escuela como sistema abierto)

Dependiente y con control externo Autónoma y con autorregulación

Estructura rígida, con jerarquización organizativa y comunicación vertical Estructura flexible, comunicación horizontal y con redes de apoyo

Privilegio del trabajo individual y la competitividad Facilitamiento de la participación y el trabajo colaborativo (en equipo)

Dirección unipersonal (centralización excesiva de las decisiones y por lo general un liderazgo autoritario). Dirección o gestión participativa (equipo directivo con liderazgo compartido y participación de la comunidad educativa)

Currículo uniforme (elaborado externamente) Currículo diferenciado y flexible (elaborado internamente)

Centrada en la enseñanza del profesor Centrada en el aprendizaje del alumno

Alumno receptor de conocimiento e información El estudiante, protagonista de su proceso de aprendizaje (Aprende a aprender)

Metodología que fomenta la pasividad, la imitación y la reproducción. Metodología que fomenta la actividad, la creatividad y la producción.

Disciplina impuesta. Disciplina concebida como autocontrol

Evaluación cuantitativa y discontinua Evaluación cualitativa y permanente monitoreo del progreso del alumno

Ausencia de responsabilidad institucional por resultados Responsabilidad institucional ante la comunidad y la sociedad

Profesores autosuficientes (“lo saben todo”), que transmiten contenidos, imponen, califican y sancionan Profesores, aprendices expertos, que reorientan, diseñan, facilitan y proponen experiencias de aprendizaje.

Profesores con baja responsabilidad en su perfeccionamiento y actualización Profesores con alta responsabilidad en su formación continua y actualización

Profesores con bajas expectativas sobre sus alumnos Profesores con altas expectativas hacia sus estudiantes (“Todos los niños y niñas aprenden”)

Agrupación rígida de alumnos Agrupamiento flexible de alumnos

Rigidez de horarios y poco aprovechamiento del tiempo escolar Flexibilidad de horarios y maximización del uso del tiempo escolar

Uniformidad del espacio escolar Diversidad de espacios para la actividad educativa

Visión restringida del concepto de recursos y medios didácticos. Concepción amplia y variada de recursos y medios para el aprendizaje

Administración reactiva, preocupada de los problemas emergentes, de las rutinas escolares y la solución de conflictos Administración proactiva y preventiva preocupada del mejoramiento continuo de los procesos y la detección anticipada de problemas para resolverlos oportunamente

El docente actor clave en un proceso de transformación educativa

La mayor parte de los procesos de transformación educativa en América Latina han priorizado la reforma institucional, bajo el supuesto que los cambios institucionales estimulan los cambios pedagógicos, tales como la definición de proyectos institucionales, la expansión de la capacidad de innovar y la diversificación de los procesos pedagógicos, adaptados a la diversidad social y cultural de la población. No obstante, la experiencia nos muestra que el cambio institucional es necesario pero no suficiente para el cambio pedagógico. La prioridad a los aspectos institucionales parece haber postergado excesivamente la atención a los aspectos pedagógicos y al actor principal de dicho proceso, los docentes.

Hoy existe consenso que uno de los componentes que permite mejorar los niveles educacionales del país, es el fortalecimiento de la profesión docente, lo cual significa mejorar tanto las condiciones de trabajo y salariales de los educadores, como los procesos de formación inicial y capacitación permanente en servicio. El docente está llamado a jugar un papel central en cualquier transformación educativa que se enfrente con miras a mejorar la calidad de la educación, pues debe ser quien primero internalice los cambios y mejoramientos que se desee implantar dentro de la sala de clases y con relación a la forma de participar en la elaboración y gestión del proyecto educativo institucional de la escuela.

El desafío de la gestión escolar en el nuevo escenario educativo: construir una nueva forma de hacer escuela

Dentro del contexto de reforma educativa y de modernización de la escuela, uno de los principales aspectos que ha sido necesario abordar es la implementación de un nuevo estilo de gestión que permita al sector educacional actuar propositivamente en un mundo que está continuamente experimentando transformaciones y cambios hiperacelerados.

Si queremos tener una escuela moderna y proyectada al futuro, se hace necesario reorganizar los procesos de liderazgo y de toma de decisiones, para hacer de la escuela una verdadera comunidad escolar situada y con participación, que ofrezca una educación de calidad y tenga visión de futuro, para anticiparse a los cambios. El desafío es construir una nueva forma de hacer escuela, que más que un espacio físico, sea una organización de aprendizaje con una nueva modalidad de gestión, que permita situar a docentes directivos, profesores y alumnos como reales protagonistas del quehacer institucional.

Este nuevo espacio institucional demanda una filosofía y estilo de gestión diferente al que hemos tenido en la escuela tradicional, que permita generar aprendizajes significativos para los estudiantes, profesores, el grupo directivo, para los padres y la escuela en su totalidad. Los énfasis centrales de esta nueva propuesta son: gestión centrada en los aprendizajes de los estudiantes; trabajo en equipo; cooperación y negociación como forma de elevar la efectividad y los beneficios mutuos; formas de comunicación más expeditas y oportunas; búsqueda de un mejoramiento permanente de los procesos y la responsabilidad por los resultados, entre otros.

Un desempeño de calidad no ocurre por casualidad o accidente, en una escuela. Ocurre porque ha sido planificada y organizada la forma como se quiere que la organización trabaje. De ahí, que se proponga el trabajo en equipo, como una forma de potenciar el aprendizaje y avanzar en términos colectivos. Ahora bien, para lograr el desarrollo de un buen trabajo en equipo, es necesario un tipo de liderazgo más estratégico que permita generar una nueva visión de la escuela en un contexto de cambio permanente, y que la prepare para enfrentar el futuro.

La gestión escolar es un conjunto de acciones relacionadas entre sí, que emprende el grupo directivo de una escuela para promover y posibilitar la consecución de la intencionalidad pedagógica -planteada en el proyecto educativo institucional- en y con la participación activa de toda comunidad educativa. Su objetivo es centrar-nuclear a la escuela alrededor de los aprendizajes de los niños y jóvenes. Su tarea es dinamizar los procesos y la participación de los actores que intervienen en la acción educativa.

En el marco de una gestión escolar participativa, la comunidad educativa toda (alumnos, profesores, padres, directivos, personal administrativo y de servicio) tiene en la escuela un poder real para proponer, disentir o innovar.

A modo de conclusión

Existe la convicción generalizada de que las instituciones educativas convencionales, de ladrillos y cemento, no serán suficientes para responder al desafío en materia de formación inicial y permamente, inherente a la sociedad de la información. Es necesario desarrollar nuevas modalidades educativas, que incorporen las nuevas tecnologías, pero que favorezcan -principalmente- el “aprender a aprender”.

En el ámbito específico de la formación de educadores, la Facultad de Educación de nuestra Universidad, inició en 1990 un proceso de reforma curricular que implicó no sólo un cambio de planes y programas de estudio, sino una nueva concepción de la formación de un profesional de la educación, lo cual ha permitido perfilar una propuesta innovativa de formación de educadores, adecuada a los requerimientos actuales. Al mismo tiempo, esta Facultad ha implementado un proceso de reforma más amplio que involucra tanto aspectos estructurales, como de gestión de planes de formación docente, con amplia consulta a los diversos actores del quehacer educativo.

En 1996, la Facultad de Educación, tiene la oportunidad de levantar una propuesta para participar en la licitación a que llama el Ministerio de Educación, dentro del Programa de Fortalecimiento de la Formación Inicial Docente, adjudicándose los fondos necesarios para llevar a cabo el proyecto “Formación Inicial de Profesores: una propuesta modernizadora, integral y continua de capacitación e inserción profesional”. A través de este proyecto se pretende vincular la innovaciones introducidas al proceso de formación inicial de Educadores de Párvulos, Profesores de Educación General Básica y Profesores de Educación Media de la Facultad, con las políticas educacionales de modernización del sistema educacional, mediante el desarrollo de acciones insertas en tres componentes interrelacionados: captación y admisión de postulantes a las carreras pedagógicas, el proceso de formación propiamente tal e inserción formal en el sistema escolar.

Como lo planteó el filósofo alemán Dilthey hace un siglo atrás, "la escuela es una función de la sociedad". Sin embargo, la pregunta de para qué prepara la escuela depende esencialmente de la clase de sociedad que queremos tener. Por tanto, en la Universidad, en general, y en nuestra Facultad de Educación, en particular, debemos de abocarnos más sistemáticamente a la construcción y proposición de nuevos escenarios para nuestra educación. Bien sabemos que las acciones que hoy diseñamos para el futuro pueden tener lugar en un medio completamente diferente del actual. La capacidad de especular sobre la posibilidad de escenarios diferentes para la educación, no sólo nos permite redefinir las acciones presentes en la escuela y en la universidad, sino que nos prepara en la eventualidad que tales escenarios se concretaran. Esta capacidad de anticipación del futuro se traduce en una importante ventaja competitiva para un país con visión de futuro.

Para enfrentar el cambio y los desafíos que nos plantea la sociedad del futuro, niños, padres y educadores debemos caminar juntos hacia el siglo XXI, para educarnos unos a otros y así encontrar el sentido de ser alumno, profesor o padre, y realizarnos como persona.

EDUARDO ASTUDILLO, Master en Educación de la Universidad de Gales, Gran Bretaña.

Coordinador de los Programas de Magister y Postítulo en Administración Educacional de la

Facultad de Educación P.U.C.Ch.

Artículo publicado en REVISTA UNIVERSITARIA, Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, Segunda entrega 1999. Autorizada su Publicación para Revista Docente de Paraguay.

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