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DESARROLLO INFANTIL


Enviado por   •  27 de Noviembre de 2012  •  1.771 Palabras (8 Páginas)  •  335 Visitas

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Aspecto Lo que dice la teoría

Desarrollo social y emocional en la infancia

El niño nace en un ambiente rico en expectativas, valores, normas y tradiciones.

Todo ello, junto con otras circunstancias, contribuirá a moldear su personalidad: creencia, actitudes y formas especiales de interactuar con la gente. Socializa durante los dos primeros años de vida: empieza a aprender y a asimilar normas sociales de conducta, leyes, reglas y valores, tanto escritos como no escritos. A medida que crece, ayuda a moldear su propia personalidad: acepta o rechaza de manera activa las reglas y las normas, en vez de ser receptor pasivo de la socialización.

En la vida, el individuo participa en varias e importantes relaciones interpersonales. La primera, sin duda la de mayor influencia, se da con la madre y con otras personas que lo atienden (denominados cuidadores primarios). La relación suele establecerse con firmeza a los ocho o nueve meses.

Primeras relaciones y proceso de apego

Se le da el término apego a la primera relación; que se caracteriza por interdependencia, sentimientos mutuos intensos y fuertes vínculos emocionales.

Los niños pasan por fases de crecimiento emocional y social que culminan en el establecimiento de sus primeras relaciones. Aunque los estados emotivos del recién nacido son pocos y consisten principalmente en malestar y en un interés relajado, pronto aparece una amplia gama de emociones orientadas al yo: tristeza, ira, repugnancia y placer. Estas se ven favorecidas y adquieren significado dentro del contexto de las relaciones. Más adelante surgen las emociones de índole social: orgullo, vergüenza, desconcierto, culpa y empatía

Este tipo de conductas favorecen, ante todo la cercanía con una persona determinada. Entre estos comportamientos figuran los siguientes: señales (llanto, sonrisas, vocalizaciones), orientación (miranda), movimientos relacionados con otras personas (seguir, aproximarse) e intentos activos de contacto físico (subir, abrazar, aferrarse). El apego es mutuo y recíproco; es decir, funciona en ambas direcciones y consisten en compartir experiencias de un modo cooperativo.

En general, los comportamientos del primero invitan a respuestas afectuosas por parte del segundo, quien no sólo lo alimenta y atiende sus necesidades físicas, sino que además se comunica con él, hablándole, sonriéndole y tocándolo. Las acciones del niño hacen que el cuidador adopte ciertas conductas y a su vez las de el tienen el mismo efecto.

El apego se inicia gracias a conductas programadas por igual, las cuales el niño las usa para predecir, interpretar y responder a la conducta del cuidador.

La interacción entre progenitor e hijo debida a aparición del apego en los dos primeros años de vida sienta las bases de las relaciones futuras.

Ansiedad ante los extraños y separación

Un suceso clave en el establecimiento de las relaciones de apego es la aparición de la ansiedad ante los extraños y de la ansiedad ante la separación. Ni los pediatras ni los psicólogos trazan una distinción clara entre ambas y las designan simplemente como “la ansiedad de los siete meses”, porque a menudo aparecen en forma repentina a esa edad. Los niños que antes sonreían, eran afables, amistosos y receptivos con los extraños de un pronto empiezan a temerles y a rechazados. Muestran una angustia extrema, así sea por un momento, al quedarse solos en un lugar extraño. Muchos no sufren una intensa ante los extraños ni ante la separación, pero en quienes sí la padecen las reacciones se prolongan en lo que resta del primer año de vida y durante gran parte del segundo.

La ansiedad ante los extraños también marca un hito en el desarrollo social. Una vez que el niño aprende a identificar al cuidador como fuente de comunidad y de seguridad, se sentirá libre para explorar objetos nuevos mientras está con él. Los niños que no exploran y prefieren mantenerse al abrigo de la madre pierden oportunidades de nuevo aprendizaje.

Hipótesis de la discrepancia.

Conforme maduran los procesos cognoscitivos, el pequeño va adquiriendo esquemas de lo conocido y se percata de todo lo nuevo o distinto. Distinguen a los cuidadores de los extraños, y se da cuenta si el primero se ausenta. Por tanto, según la hipótesis de la discrepancia, el niño sufre ansiedad cuando se da cuenta de que algo altera lo conocido o lo esperado. La ansiedad se debe a que, por la conciencia recién adquirida, el pequeño sabe que la presencia del cuidador garantiza seguridad. Todo parece seguro cuando los cuidadores conocidos están presentes, pero no cuando se ausentan. Algunos psicólogos consideran que a los nueve meses la reacción de ansiedad se complica aún más con el aprendizaje.

Efectos de la negligencia y el maltrato infantil

La negligencia es un factor asociado con el síndrome de los niños que no progresan. La falta de progreso puede darse por desnutrición, pero muchas veces parece deberse a la falta de afecto y de atención que, entre otras cosas, incluye un apego deficiente (o inexistente). A menudo se deteriora el ambiente escolar y social; otras veces ambos padres trabajan y el niño sufre el descuido de sus progenitores que, aunque bien intencionados, están demasiado ocupados y para entenderlo. El pequeño aparece a menudo apático y retraído, quizá inmóvil. Evade el contacto ocular pues no fija la vista en nada, voltea hacia otra parte, se cubre el rostro los ojos. Por definición, el peso de quienes sufren el

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