Deberas Maestro

Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia, pero ¿serás como este joven?, ¿será tu retrato en el futuro? De ti depende, analízalo y respóndete a ti mismo ¿Qué quiero ser?

Lic. En Administración Educativa José Guadalupe Garcia Benítez

CAPITULO PRIMERO

EL INICIO

DEVERAS MAESTRO

¡Deveras maestro¡ Usted no me lo va a creer, pero cuando yo llegue a la escuela, mi verdadera intención era terminar una carrera: Ya me pensaba en las grandes oficinas, con una secretaria al lado, bueno, dos secretarias, una vieja y fea que me hiciera todo el trabajo bien y otra joven y bonita que me atendiera en los asuntos personales. ¡Deveras maestro ¡ yo sabia que la escuela era dura y que había que estudiar mucho; mi preparación no era buena pues jamás me aficione a los libros, pero estaba seguro que si la iba a hacer. Por lo menos me dije saco mi certificado de Prepa, y después me lanzo a la UNAM, o de perdis a una carrera corta, ya después Dios dirá. Ya no creía en Dios, ¿Cómo iba a creer en alguien que tiene la riqueza tan mal repartida? Pero yo me decía a lo mejor en el fondo es bueno y me ayuda.

Los primeros días en la escuela, después del famoso bautizo, nos la pasábamos re bien. Aquí nadie nos obligaba entrar a clases; Los prefectos al principio se portaban duro con los alumnos, después ya no la hacían de pedo, y en esta escuela ni se metían con nosotros, solo estaban platicando con las maestras o haciéndose pendejos en los pasillos quesque buscando la hora de la salida. Yo nunca los pele y no tuve problemas con ellos. Cuando no nos dejaban entrar a la escuela, nos brincábamos la barda y si nos detenían, poníamos nuestra cara de inocentes y asustados, les prometíamos que ya nos íbamos a portar bien y como siempre nos creían y pasábamos fácilmente.

Yo siempre me dedique a lo mió. Lo mió eran las chavas, desde que llegue a esta escuela me di cuenta que sin uniforme se veían mejor, como mas queridas, algunas hasta parecían artistas y luego, usted sabrá, no es que le presuma, pero pos acá este muñeco era irresistible. ¡Deveras maestro¡ a las dos semanas yo ya tenia mi chava. Una formal que me buscaba entre clases, o me esperaba a la salida, a ella le había jurado todo mi amor. Pero acá bajita la mano, a escondidas, andaba yo en el desmadre, con otras, a las que también les gustaba el desmadre. Los maestros ni se esforzaban en buscar alternativas para que nos interesara la escuela, bueno no todos, porque había uno que siempre que nos veía en el patio nos metía al salón, o siempre con su cantaleta “traes el pelo largo córtatelo”, quítate esos percings, o a la hora de la entrada nos tiraba el cigarro, a ese si le teníamos miedo y me caía bien porque no se abría con ninguno, sería porque con la disciplina y energía que mostraba para tratar de meternos en cintura, aceptábamos que eso era lo que necesitamos algunos, pero cuando no lo encontrábamos, nos salíamos de las clases o no entrábamos y nos íbamos de revé.. Al billar o a la pulcata, usted los ha de conocer están a la vuelta de la escuela, allí nos poníamos a chupar, los primeros pagábamos una tanda de cervezas y para las chamacas unas viñas, o micheladas, los que iban llegando pagaban las siguientes, quesque por impuntuales, y si no teníamos empeñábamos hasta el celular por una Miche, o una Gomi, como nunca se acababa, hasta que la ñora nos decía que ya iba a cerrar, entonces juntábamos pa la propina y le decíamos que nos pusiera las ultimas para llevar, o sea en una bolsa. Así llegábamos a la escuela cuando ya todos se habían ido, los polis no nos dejaban entrar, y en las primeras veces les armábamos un desmadre, luego se alivianaban les dábamos para el chesco o pa una torta, y asunto arreglado y todos contentos, nos dejaban pasar al baño, o a fajar con

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