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Diagnostico

anakarinacoronad21 de Abril de 2013

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EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA

(tomado de la Revista de la Educación del Pueblo Nº 81, Marzo de 2001)

Cuando un proceso de evaluación se pone en marcha, existe siempre un propósito que lo impulsa. En algunas oportunidades, las más frecuentes, se evalúa para acreditar lo aprendido,y en otras para conocer y comprender el proceso que conduce a un determinado conocimiento.

Cuando hablamos de evaluación diagnóstica se trata de indagar para conocer, lo que se expresa en un informe descriptivo y explicativo de la situación evaluada.

La intención es producir información acerca de los procesos de aprendizaje de los alumnos, de su desempeño, de lo que saben, de lo que saben hacer, de sus conocimientos y sus potencialidades. Una evaluación diagnóstica excluye siempre de sus objetivos el calificar y clasificar.

Elaborar un diagnóstico es generar conocimiento acerca de los saberes de los alumnos de un grupo, a partir de la información producida por la evaluación. El diagnóstico describe y aporta elementos para explicar una situación educativa concreta. De esta manera, el maestro puede elaborar propuestas de enseñanza que respondan a las necesidades y características de sus alumnos.

Para enseñar bien no sólo hay que conocer las metodologías didácticas y el programa escolar, sino que ante todo hay que conocer al alumno.

La evaluación diagnóstica apunta justamente a eso, a conocer al alumno a través de sus trabajos, sus producciones escritas, de su desempeño en situaciones naturales de aprendizaje.

En tanto produce conocimiento le permite al maestro comprender las experiencias, conocimientos y comportamientos de sus alumnos, lo que aumenta la probabilidad de que lo que el maestro elabora como propuesta de enseñanza sea una verdadera respuesta a las necesidades educativas de sus alumnos.

Por esta razón, se ubica al inicio de un proceso de enseñanza, antes de organizar los contenidos y de seleccionar las actividades de un proyecto didáctico, ya que los insumos para este último surgen de este tipo de evaluación.

Ahora bien, que se ubique al inicio del proceso de enseñanza, no quiere decir que se realice sólo al inicio del año: a medida que los alumnos avanzan en conocimientos y destrezas es necesario retroalimentar con nueva información, para poder ir adecuando estratégicamente la enseñanza a las nuevas necesidades de aprendizaje.

Esta evaluación es entonces imprescindible para el maestro porque lo ayuda a entender a sus alumnos y le permite fomentar sus aprendizajes. Si el punto de partida para la enseñanza es lo que el alumno ya sabe ¿qué garantías puede tener el maestro de que su propuesta es realmente la más adecuada, si desconoce lo que los niños conocen y saben hacer?

Este tipo de evaluación que se propone conocer para mejorar las prácticas de enseñanza tiene por un lado un monto de información producida a través de los instrumentos más adecuados y coherentes con la intención que se persigue y por otro lado una manera de expresarse apoyada en lo descriptivo.

Es muy valioso para el maestro saber y describir no sólo lo que los alumnos saben sino también como actúan, cuáles son sus preferencias, sus comportamientos y sus anhelos.

Una vez puntualizado qué se entiende por evaluación diagnóstica y para qué se la realiza, vamos a seleccionar algunos principios que actuarán cómo encuadre y regulación del proceso evaluatorio.

1) Ámbito de ejecución

Cualquier situación de aprendizaje natural y cotidiana de aula se transforma en el ámbito por excelencia para la producción de información que permite elaborar un diagnóstico tanto de un grupo de clase como de un alumno en particular.

"Las pruebas objetivas" dejan de ser un instrumento válido para dar paso a situaciones espontáneas, que surgen en la clase cada vez que el maestro se propone favorecer un aprendizaje.

Si lo que se quiere conocer y comprender es la manera singular que tiene cada alumno de abordar el objeto de conocimiento, de manejar la información, de construir nuevo conocimiento, si se desea saber qué saben y qué avances conceptuales se producen, así como qué evolución realizan respecto al desarrollo de habilidades y destrezas en campos específicos de conocimiento, lo más adecuado es observar al niño en acción, es decir, cuando está en situación de aprendizaje. O sea, mientras resuelve un problema, escribe un texto, narra una anécdota, realiza actividades de cálculo o conteo, explica un hecho natural o social, diseña un proyecto, argumenta, analiza un fenómeno, reconoce variables intervinientes, etc.

Los conocimientos adquiridos por los alumnos se manifiestan en el uso que estos hagan de los mismos en situaciones cotidianas, a la vez que son insumo para la adquisición de competencias inherentes a todo sujeto cultural y social.

Ahora bien, si el ámbito de ejecución por excelencia es la natural situación de aprendizaje en el aula, el instrumento de evaluación más adecuado es la observación. Observar al niño cuando lee, escribe, en fin, cuando se enfrenta a una nueva situación de aprendizaje, es la manera de conocerlo y comprenderlo.

2) La observación

La observación sistematizada, acompañada del consecuente registro, se torna el instrumento más coherente con esta propuesta y más adecuado a los fines que se persiguen.

La observación brinda información acerca del proceso seguido por los alumnos para alcanzar determinados resultados.

No basta con analizar las producciones ya acabadas de los alumnos, sino que es necesario saber cuáles fueron sus modos singulares y qué conocimientos puso en juego para obtener ese producto.

La observación puede estar acompañada de un protocolo que guíe y focalice la mirada.

La confección del mismo se realiza una vez definido qué es lo que se desea conocer.

Para realizar el diagnóstico del grupo es necesario observar a todos los alumnos, lo que implica una organización y distribución del tiempo de manera tal que se utilicen variadas situaciones de aula, tanto las situaciones ya previstas para ello, como aquellas ocasionales e imprevistas, las que la mayoría de las veces resultan altamente esclarecedoras para el maestro ávido de conocer a sus alumnos.

Esto quiere decir que no hay un día ni una hora destinados a la evaluación sino que cualquier momento puede ser oportuno. A la vez ésta es la forma de poder atender y conocer a todos los niños en su singularidad.

La elaboración del protocolo que guía la observación consiste en abrir categorías acerca de qué es lo que se va a mirar en cada niño.

3) Definir qué quiero saber, para saber qué tengo que mirar

Explicitar y definir qué es lo que se espera conocer del alumno es un requisito imprescindible ya que de lo contrario pretender observar todo en todos los alumnos es una tarea más que inagotable, imposible.

A partir de esto se elaborará el protocolo de observación (Planilla, Ficha, Cuadricula, que permite recoger los datos de manera sistematizada y organizada).

Por ejemplo, si lo que se va a observar es: cómo el niño resuelve un problema en matemática, habrá que especificar qué aspectos del proceso de resolución dan cuenta del mismo y permiten "ver" lo que a simple vista es difícil de reconocer.

Qué cosas hizo, con qué secuencia y por qué las hizo así, eso es lo que importa saber.

Si sólo analizamos el resultado del problema realizado por el niño, cosa que puede ser muy válida en otras oportunidades, no surgirán en esa ocasión una serie de interrogantes que sólo tendrán respuesta observando al alumno durante el proceso de realización:

¿reconoció la situación problema?

¿qué conocimiento matemático utilizó?

¿qué estrategia de resolución construyó?

¿considera pertinente el resultado?, etc.

Tener un listado de indicadores de proceso es fundamental en estas ocasiones; éstos se construyen en el marco de un conocimiento teórico acerca de los procesos de construcción del conocimiento.

4) Registrar lo que el niño sabe y no lo que no sabe

Esta premisa es fundamental, si sostenemos que el diagnóstico describe las maneras de actuar del alumno, así como qué conocimientos posee y activa para construir nuevos saberes.

Está muy arraigado en nuestra cultura escolar enfatizar qué es lo que los alumnos no saben, pero encontramos dificultades para decir qué es lo que saben.

Si por ejemplo estamos ante un proceso inicial de lectura, es muy valioso registrar si el alumno ya sabe distinguir elementos de la escritura, de dibujos y números, si reconoce letras, si anticipa significados, si predice o elabora hipótesis acerca del contenido del texto, etc.

Sostener que un alumno no reconoce las grafias es demasiado ambiguo, es necesario precisar cuáles son las que sí conoce o si las distingue de otras que no corresponden al código de la escritura.

El poder recoger información acerca de lo que los alumnos saben en todos los campos de conocimientos que conforman el curriculum escolar es lo que se pretende con la evaluación diagnóstica; sus conocimientos previos en el campo de la Lengua, la Matemática y las Ciencias Naturales y Sociales, así

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