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ENSAYO SOBRE LIDERAZGO, BASADO EN CASO-PELÍCULA “THE QUEEN”, DE STEPHEN FREARS

duraeduEnsayo5 de Junio de 2017

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Ensayo Final – Liderazgo y Comunicación Estratégica

AMBA 2013-2014

Prof. Juan Carlos Eichholz

Prof. Gonzalo Cordero

Grupo 6

Eduardo Durán, Raúl Gardilcic, Catalina Guzmán, Cristián Heinsen, Julio Madina, Aldo Soto

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“Give every man thy ear, but few thy voice”[1]

ENSAYO SOBRE LIDERAZGO, BASADO EN CASO-PELÍCULA “THE QUEEN”, DE STEPHEN FREARS.

INTRODUCCIÓN.

El presente ensayo aborda la relación de poder y liderazgo entre Isabel II, Reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y el primer Ministro de Inglaterra, Tony Blair, durante el proceso crítico sucedido a partir de la muerte accidental de Diana, Princesa de Gales, madre de los nietos de la Reina y herederos al trono de Gran Bretaña.

El ensayo se elabora a partir del análisis crítico de la película “The Queen”, del director inglés Stephen Frears. Se han seguido las indicaciones del documento Ensayo final Liderazgo y Comunicaciones AMBA 2014.

Resulta apropiado hacer notar que tanto el ensayo como la película-referencia se centran en la figura de la comúnmente llamada “Reina de Inglaterra”, que se hace interesante y relevante incluso para naciones y culturas del mundo que poco o nada tienen en común con Gran Bretaña. Para evitar que el ensayo derive en otros derroteros, intentando escudriñar la complejidad del alma británica, vamos a dejar establecido desde el primer momento de este ejercicio ensayístico, que La Reina, como la denominaremos en adelante, es especialmente relevante como primera autoridad del último gran imperio que registra Occidente, el que ha influido definitivamente en la historia de gran parte de las naciones del globo a partir del siglo XVIII. Esta declaración confiere a la crisis abordada por la película-referencia, representatividad y trascendencia, que, tal vez, no nos sean evidentes en la primera observación de los hechos. En esto, seguiremos al Principito en aquello de que “Lo esencial es invisible a los ojos”.


I.  DIAGNÓSTICO.

Breve resumen de los hechos.

  • Mayo de 1997. La Reina Isabel II, siguiendo la estricta tradición de la Monarquía constitucional, ratifica y legitima el nombramiento de Tony Blair como nuevo Primer Ministro del Reino Unido. Blair pertenece al partido Laborista y está casado con una mujer reconocida por su “sentimiento antimonárquico”.
  • 31 de agosto de 1997. Diana, Princesa de Gales, ex mujer del Príncipe Carlos, heredero al Trono, muere en un accidente automovilísticoen Paris junto a su novio Dodi Al Fayed, hijo de un multimillonario egipcio.
  • La muerte de Diana provoca conmoción en la Familia Real y en la prensa mundial. Para la Reina, Diana se había convertido en una figura controversial; sin embargo, es la madre de sus nietos. Para el mundo, Diana encarna una imagen cercana y caritativa, opuesta a la frialdad y anacronismo de la Familia Real.
  • El pueblo británico acude a las afueras del Palacio de Buckingham a manifestar su dolor. Pero la Reina y la familia no están presentes. La prensa destaca su ausencia y lejanía. El nuevo Primer Ministro, influido por su asesor de comunicaciones, Alastair Campbell, intenta persuadir a la Casa Real de tratar la muerte de Diana como un asunto de estado. Blair pide a la Reina una declaración pública, pero ésta resuelve mantener el asunto como algo privado.
  • La Familia Real permanece en su residencia de verano, en Balmoral, lejos de la tensión. La Reina contiene a su familia frente a la crisis, que en el resto del reino se ha transformado ya en un asunto de estado, con los medios clamando por la aparición de la Familia Real.
  • El Primer Ministro es acusado de apoyar el silencio y frialdad de la Realeza, por lo que enfrenta a la Reina para advertir que, de no asumir la situación y reaccionar frente a su pueblo, la monarquía estará seriamente amenazada.
  • La Reina acude a su madre, que le aconseja fortaleza en su voto al frente dela Corona. Sin embargo, finalmente accede a las indicaciones del Primer Ministro. La Familia Real retorna a Londres, comparte dolor con el pueblo en las afueras de palacio y la Reina dirige un mensaje a la nación por Televisión, haciendo público el dolor personal y familiar frente a las cámaras.
  • La crisis se aplaca con el funeral de Diana. El equilibrio retorna a Palacio.La Reina y el Primer Ministro establecen un nuevo tipo de relación; siempre ajustada a la tradición británica y sosteniendo el sistema monárquico constitucional.

1.1 Observación del Sistema Social.

Estamos frente a un sistema social altamente complejo y muy bien definido. La película es especialmente prolija en retratar dos mundos que se oponen. En los primeros 10 minutos, la Reina es presentada como la máxima autoridad de un sistema de poder basado en valores y costumbres tradicionales. La Realeza sostiene la tradición, con valores como la estabilidad, el deber, la austeridad, el patriotismo. A este ámbito palaciego, normado, protocolar, severo, llega el Primer Ministro elegido por el pueblo, con un mensaje de renovación y modernización. La recepción es implacable. En su primer encuentro, la Reina le hace notar a Blair que antes de él han pasado figuras de la talla de un Churchill, por lo que toda pretensión política personal parece insignificante.

En este mundo irrumpe la figura de Diana, quien luego de separarse del Príncipe Carlos, se dedica a develar a través de los medios la triste realidad detrás del cuento de hadas: la esposa engañada, los desórdenes alimentarios, la soledad, la frialdad de la Familia Real. En los últimos años Diana desafía los valores tradicionales de la Monarquía; introduciendo glamour, belleza y cercanía, y compartiendo su tiempo junto a artistas, millonarios y desamparados del planeta.

El retrato del sistema social continúa en el interior del hogar de los Blair; entre los juguetes de los niños dispersos en la cocina, con la mujer profesional, trabajadora y cuestionadora de los       roles tradicionales. Es el mundo moderno, con valores como el mérito personal, la igualdad, la democracia. Con un Primer Ministro vestido con la camiseta de su equipo de fútbol, llevando la bandeja de platos sucios a lavar, atendiendo las órdenes y consejos de su mujer.

Y en las calles de Londres, el pueblo, retratado por los medios; pendiente de su realeza, de sus políticos, de sus princesas y de sus artistas. Masivo, emocional, sensible a los movimientos de sus líderes.

El contexto británico.

El nuevo Primer Ministro ha asumido un contexto de cambio ideológico relevante en Gran Bretaña. En las elecciones de mayo de 1997, el triunfo del partido laborista puso fin a 18 años de gobierno conservador, que tradicionalmente ha sido fiel partidario de la monarquía. El Partido Laborista de Tony Blair consiguió una mayoría abrumadora, con el 45% de los votos y 418 escaños en el Parlamento. Blair viene con una agenda reformista, con intenciones de modificar incluso la constitución y las viejas instituciones. La situación es propicia. Desde 1993 la Reina paga impuestos y la familia real ha tenido episodios “poco adecuados”; con divorcios, infidelidades, y escándalos, que los medios han explotado con avidez.

El contexto mundial.

El cambio político en Gran Bretaña se condice con aires de cambio a nivel mundial. Pocos años han pasado desde la caída del muro de Berlín. La Guerra del Golfo (1990-1991), la desintegración de la URSS (1991), la disolución de Yugoslavia y la Guerra en Bosnia (1991-1995), van configurando un nuevo mapa de poder mundial, que ofrece oportunidades de liderazgo al trasnochado león británico, que tras la Segunda Guerra parece haber dejado el liderazgo de Occidente a su hijastro, los Estados Unidos, donde un presidente de origen modesto, Bill Clinton es reelecto. Mientras tanto, Mandela asume la presidencia de Sudáfrica acabando con el Apartheid y Hong Kong, una de las últimas colonias británicas en Asia, pasa a manos de una China que se abre a Occidente como nueva potencia económica, con reformas profundas, en medio del crecimiento de Internet y la globalización acelerada de los mercados. Algo está cambiando y se acerca el fin del milenio.

Su Majestad la Reina, autoridad formal.

El Reino Unido está regido por el Gobierno de su Majestad. Así de simple y complejo. Un sistema monárquico enraizado en la historia y tradición  británica, ataviado de trajes de salón, tenidas de caza y kilt escoceses, donde la norma es lo consuetudinario, con una Constitución “no codificada” que hace ley la costumbre, el Common Law. La Reina detenta poder formal sobre todos los estamentos del aparato público británico; la Iglesia Anglicana, el Parlamento, Fuerzas Armadas, Consejo Real, Política Exterior. Viejas Normas se encargan de equilibrar su poder frente al Parlamento, que en la revolución de 1649 cobró la cabeza del rey Carlos I, en el primer regicidio de Occidente, sentando las bases del sistema monárquico parlamentario.

La “informal” autoridad del Primer Ministro

La Reina es la Jefa de Estado y el Primer Ministro la cabeza ejecutiva de su Gobierno. Blair posee también autoridad formal, pero subordinada a la de la Reina. La autoridad formal de la Reina está sustentada en la historia, tradición y constitución británica. La autoridad formal del Primer Ministro está complementada con una gran autoridad informal conquistada en la calle, en los votos, en las virtudes que comunica al pueblo y que apuntan al cambio: “Quiero hacer un cambio importante de modernizar el país, de traer nueva vida en viejas instituciones, de hacer privilegios para muchos, no para pocos”. Para hacer los cambios, la autoridad formal del Primer Ministro es insuficiente, por lo que Blair debe hacer uso de la autoridad informal que ha conquistado entre el pueblo, así como conquistar también algo del poder o autoridad formal que detenta la Corona.

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