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ESTANISLAO ANTELO - ¿A QUÉ LLAMAMOS ENSEÑAR?


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2015  •  Resúmenes  •  5.216 Palabras (21 Páginas)  •  5.331 Visitas

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ESTANISLAO ANTELO - ¿A QUÉ LLAMAMOS ENSEÑAR?         

En el enseñar se enseña a otro, la enseñanza siempre requiere de otro. La enseñanza es un intento, una tentativa, un ensayo. La enseñanza entendida como reparto no está ligada ni al bien ni al mal; es una enseñanza a secas. No todo lo que se enseña se aprende y, lo que se enseña trasciende la intención individual, es cada sociedad la que selecciona y reparte cada contenido particular. Una variación de la versión de enseñanza, introduce el ejemplo, este puede ser moral o instrumental. El ejemplo aspira a ser imitado, seguido, copiado. El ejemplo indica un camino para seguir. Enseñar es, en cierta forma, indicar con el dedo. En la enseñanza se puede ver una dimensión meramente instrumental de la indicación que uno le da al otro, una indicación de algo que sirve para. El ejemplo puede erigirse en plan moralizador.

Cuando se enseña, lo que se reparte son guías para la acción. Una de las definiciones más instructivas de la enseñanza es la que la define como guía para obrar en lo sucesivo. Se puede arriesgar y afirmar que cada uno puede, por sus propios medios, enfrentarse al enigma de lo sucesivo, instintivamente. Es posible guiarse sin enseñanzas. Los animales desconocen lo desconocido de lo sucesivo, se orientan instintivamente y, por eso, no precisan ser provistos de guías para obrar.

Una enseñanza se refiere a lo que da señas. Quien enseña, hace señas, señaliza. Una seña, es un signo de entendimiento. En ese sentido, enseñar es casi como mostrar. La enseñanza se conecta con la exposición. Exponer algo para que sea vista y apreciada. La importancia de la enseñanza como señalización, lo dificultoso que se torna transitar por una vida, un camino, una ruta, no señalizada, a oscuras, llena de imprevistos. Enseñar es además dejar aparecer. Hay un montón de cosas que se enseñan sin intención, aunque la enseñanza es o parece ser un acto intencional. Uno aprende, a pesar de la enseñanza, más allá de la enseñanza, un montón de cosas que no han sido propuestas intencionalmente. La enseñanza entendida como provisión de guías para obrar en lo sucesivo. La idea del ejemplo, lo ejemplar, lo que debe ser seguido o imitado. La tarea de indicar, mostrar, señalar, exponer, dejar aparecer y hacer ver. Hay que enseñar porque las nuevas generaciones llegan al mundo sin señas, sin signos, desprovistos, sin medios de orientación, sin guías para obrar en lo sucesivo y débiles en términos instintivos. Enseñar es repartir plan educar. Esta es la tarea del educador, que entra en colisión con el reparto de otros planes. Hay que enseñar porque un cachorro de los nuestros, en el inicio, no consigue llegar por sus propios medios a ningún lado. El reparto de medios de orientación es estrictamente diferencial; porque lo propio de lo humano es la diferencia y la variación. A pesar de que una madre reparte más o menos los mismos planes de orientación, cada una de las crías hace con ellos una cosa totalmente distinta. Lo común en el inicio, la igualdad que equipara a los cachorros humanos, es que vienen al mundo crónicamente desorientados. Los niños no tienen intenciones de conectarse espontáneamente con el mundo, se conectan con el mundo si los adultos les enseñan algo de él. Para que el niño se oriente, precisa una enseñanza, y una enseñanza es otra cosa que un estímulo. Entre el estímulo y enseñanza hay un abismo. Un animal lo es ya todo por su instinto. Está ya provisto, no le hace falta nada. El hombre no tiene ningún instinto y ha de construirse el, el plan de su conducta. Como dicho plan no está a su disposición inmediatamente, los demás tienen que realizar esa construcción. Enseñar = reparto sistemático de planes de conducta que permiten que las crías se orienten en la vida. Evidentemente, semejante cosa, por suerte, fracasa. Porque, si esto se cumpliera a rajatabla, manejaríamos el mundo. El conocimiento es el conjunto de significados sociales, construidos por los hombres, cuya función principal es proporcionar medios de orientación. A diferencia del animal, que viene con los medios de orientación incorporados, en el humano estos deben ser aprendidos de otros mayores que han acumulado pacientemente estos significados en un fondo común cultural de conocimientos. La orientación no es hacia el bien o hacia el mal, es a secas. Nosotros somos los únicos animales que tenemos esa falla crónica, esa inmadurez crónica que nos lanza a la cultura y nos obliga a procurar los medios de orientación de otra manera. Los medios de orientación sirven para moverse, para orientarse, para vivir. ¿Por qué hay que enseñar? Porque en el homo sapiens, los medios de orientación no se pasan de una generación a otra automáticamente, como si sucede en el mundo animal. Los animales dejan pistas químicas que, de alguna manera, genéticamente, hace que cada animal se oriente y repita su comportamiento. Una buena cría en el mundo animal es la que produce buenos genes, aquellos aptos para sobrevivir. En nuestro caso, las pistas no son químicas, son culturales. Enseñar es proporcionar pistas. Una generación no le transmite a la otra los medios de orientación por ósmosis, sino que se requiere un enorme esfuerzo. En el mundo animal el período de crianza es mínimo, en nuestro caso es extendido. Lo que en el animal es pura señal química, en el homo sapiens es transmisión y archivo. Selección, registro y archivo son las características básicas de la transmisión entre los homo sapiens. La enseñanza es obligatoria y el aprendizaje una decisión. No se puede no enseñar, porque el mundo no es sin signos. Se precisan signos y, como los que vienen al mundo lo hacen sin signos, hay que impartirlos.

¿Para qué hay que ir a la escuela? Para desenvolverse en la vida. Hay que enseñar para dar armas o herramientas a los chicos a fin que puedan desenvolverse en la vida. También se enseña para que uno pueda aprender a relacionarse con los demás, a vivir con otros, se aprende. Y esas enseñanzas son las primeras armas que, en muchos aspectos, condicionan lo que uno va a ser después toda su vida. La enseñanza es una marca, somos el resultado de esas marcas ciegas que, reunidas podrían denominarse educación, somos el resultado de la contingencia de una educación. Somos el resultado de lo que la educación ha hecho de nosotros. Conexión entre lo que uno es y las enseñanzas que recibió. Somos el resultado de lo que hemos conseguido hacer, cada uno de nosotros, con lo que nos ha sido dado. El homo sapiens es aquel animal que va siempre más allá  de las marcas. Si no, seríamos clones, copias, réplicas exactas. Para que hay que enseñar, para hacer durar, para trascender, para que lo que vive conmigo no muera conmigo. La educación vive de la conversación. Transmitir es dar el mundo, y para dar el mundo es preciso apropiárselo previamente. Enseñar lo conservado, eso es educar. El contacto con lo viejo es inevitable. Se conserva por temor, se conserva para posibilitar la vida. No hay otra chance que conservar para suministrar. En los primeros años, el niño es maleable como una arcilla, maleable no es doblegable. La oferta, una manera útil de definir la enseñanza, no puede ser restringida. Numerosos afirman que enseñar es, en buena medida, enseñar lo aún no enseñado, lo otro, lo habitualmente incomprensible por distante, extraño e inaccesible. La tarea educativa consiste en proveer lo que las sociedades han acumulado pacientemente. Las primeras guías para la acción: los números, las letras, lo escrito, lo visto, lo escuchado, el mundo. Eso no puede, resultar familiar al cachorro humano que viene al mundo de los signos. La escuela se inventó, con ese fin: ir más allá de lo familiar, irse. Una enseñanza funciona cuando permite moverse. La educación es puro movimiento. No se enseña solamente lo que uno piensa que está bien, se enseña la riqueza acumulada. Para enseñar, se debe apreciar lo conservado y acumulado. Relación causal entre enseñanza y aprendizaje, puede haber enseñanza y no producirse el aprendizaje. Entre enseñanza y aprendizaje no hay una lógica causal. Una cosa no lleva a la otra. El que manda en la enseñanza, es siempre el otro. Existe el derecho a la indiferencia, el otro tiene derecho a no entrar en el intercambio, el que enseña, se muestra y siempre es más débil del que está en posición de aprender.

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