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ETICA Y CIENCIA


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2013  •  1.449 Palabras (6 Páginas)  •  236 Visitas

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En la historia de la humanidad, la ética ha sido considerada como “ciencia normativa” por ocuparse de todo lo relacionado con las normas de la conducta humana, basándose en la moral, la cual está definida por la época y la sociedad en la que se vive y su finalidad ha sido el bien colectivo. En la mayoría de los casos las pautas morales establecidas fueron de forma irracional y arbitraria, producto de la costumbre y la tradición de la sociedad.

Raramente se hablaba sobre temas éticos. Pero actualmente, el tema de la ética en la ciencia no sólo ocupa los anuncios y los suplementos dominicales, también se encuentran en libros; periódicos y conferencias.

Hace cincuenta años, el mundo de la ciencia se dividía en dos tipos de instituciones. En las universidades y en organizaciones públicas de

investigación se practicaba la “ciencia académica”. En los laboratorios industriales y en los de investigación y desarrollo gubernamentales se practicaba la “ciencia industrial”. Eran dos culturas diferentes, ligadas íntimamente en muchos sentidos, pero en donde los asuntos éticos se plantean.de forma bastante diferentes.

La ciencia académica era enormemente individualista. Los nombramientos de la gente se debían a la contribución al conocimiento mediante publicaciones científicas. Las universidades y los institutos de investigación tenían poca influencia directa en las investigaciones. Los académicos decidían por sí mismos los temas a investigar y la forma de hacerlo. Su único límite, enorme en la práctica, era el profundo escrutinio de los resultados de su investigación por parte de otros miembros de alguna de las innumerables comunidades de investigación.

Los científicos académicos formaban parte de una red institucional mundial. La producción de conocimientos fiables estaba tan poco organizada que casi parecía el sueño de un anarquista. Funcionaba gracias a una serie de formas de actuación bien establecidas, tales como la revisión por parte de los colegas, el respeto por la prioridad del descubrimiento, la enumeración exhaustiva de la bibliografía, la selección por méritos según la calidad de investigación, etc. En 1942, Robert Melton argumentó que se cumplían una serie de normas que juntas constituían un “credo” para la ciencia. El análisis de Merton es rechazado por la mayoría de los sociólogos de hoy en día, pero yo creo que todavía proporciona el mejor marco teórico para comprender cómo interactúan estas formas de actuación para producir el tipo de conocimiento que reconocemos.

Paradójicamente, este “credo” no tiene una dimensión ética convencional. Como mucho define una estructura básica para una comunidad liberal perfectamente democrática y universal. Aunque es un requisito previo fundamental en el debate ético, este debate se ve apartado de la propia ciencia académica por la norma de “desinterés” de Merton. Para lograr una objetividad completa, que se supone fundamental, las normas dictan que todos los resultados científicos deben ser conducidos, presentados y discutidos de forma impersonal, como si estuviesen producidos por androides o ángeles.

Pero los temas éticos siempre tienen un interés humano. La ética trata sobre conflictos que surgen al intentar solucionar necesidades y valores humanos reales. El credo oficial de la ciencia académica elimina sistemáticamente estas consideraciones. Lo importante es que este principio de “no ética” no es un módulo obsoleto, sino una parte integral de un complejo marco cultural. Las normas de Merton se combinan de forma diferente para motivar y permitir una gran gama de formas y procesos de actuación. Entre ellas no hay espacio para otras virtudes o valores diferentes a la supuesta verdad objetiva y desinteresada. Los científicos académicos siempre han tenido en cuenta, por supuesto, consideraciones éticas en su trabajo, pero han tenido que rescatarlas a escondidas de la vida privada, de la política, de la religión o de las meras tendencias humanitarias. Incluso ahora, muchos científicos expertos rechazan instintivamente la intrusión de este elemento problemático en su dedicada y ordenada vida.

Ahora vayamos a la “ciencia industrial”. Esencialmente tiene la misma base de conocimientos que la académica, pero sociológicamente es diferente. Sus principios estructurales son normas codificadas, ya que los imponen explícitamente los organismos empresariales que pagan a los científicos por su trabajo. No digo que estos principios sean completamente opuestos a la ética académica, pero ciertamente existen muchos contrastes. Uno es que generalmente los científicos industriales no “son dueños” de sus investigaciones, ya que no eligen sus propios proyectos ni son libres de publicar resultados por propia iniciativa.

La ciencia industrial no es un complemento de la ciencia académica, sino una cultura paralela en la que personas con talento se sirven de la ciencia para producir conocimientos valiosos. Pero no hay un término ético en su lenguaje social. Es cierto que

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