EXISTE LA LITERATURA INFANTIL?

¿Existe la literatura infantil?

Entre autores y autoras de literatura aparece el tema de la existencia o no de la literatura infantil, paradójicamente, este interrogante aparece incluso entre autores y autoras de literatura infantil. En este sentido es un debate necesario, no solo porque no resulta conveniente aceptar la competencia estética de los textos escritos para niños (colores, gráficos, etc.) sino también porque, si no existiera este debate, implicaría renunciar a la necesaria crítica literaria de aquellas hipótesis que podrían derivarse de la persistencia de la pregunta ¿existe la literatura infantil?.

Las primeras polémicas registradas en torno a la existencia de la literatura infantil nacieron con lo que se llamó la tesis liberal ante la tesis dirigista. Según la tesis liberal, la literatura infantil simplemente no existe; debe ser integrada en la literatura en general ya que su etiquetado supone una división que es ajena al mismo concepto de literatura. La literatura es una y debe estar abierta a todo tipo de lectores. Cervera expone que “La tesis liberal, llevada a sus últimas consecuencias, niega no sólo la realidad de la literatura infantil, sino también la necesidad de una literatura especializada para niños”. (Cervera: 1989:161).

La tesis liberal parte de una postura que niega a la infancia el derecho a acceder a la literatura tan solo por el hecho de estar aún en formación y no poder comprender el significado total de los textos. Los que apoyan esta postura hacen una afirmación contundente: si una obra para niños gusta a los adultos, entonces ya no es para niños.

La afirmación de que la literatura infantil no existe responde más bien a la frase planteada por Luis Cabrera Delgado:

La postura liberal sostiene que ni un lector en formación está en condiciones de comprender todo tipo de texto, ni es conveniente la enseñanza de la lectoescritura con textos inadecuados o que no ofrezcan ninguna recompensa al lector.

La tesis dirigista, por su parte, plantea que la existencia de la literatura infantil es indiscutible y muy provechosa en términos de fenómeno social y económico y también literario. Cervera lo defendía en estos términos: “Aunque sólo sea con la ayuda de argumentos sociológicos, el volumen de las ediciones de la literatura infantil, la cantidad de personas empleadas en su gestión y la variedad y trascendencia de actividades que genera avalan la existencia de la literatura infantil”.(Cervera:1992:9)

Según la postura dirigista los libros tienen y han tenido gran influencia social y educativa: son importantes tanto políticamente como comercialmente. También desde el punto de vista histórico han supuesto una valiosa contribución a la historia social, literaria y bibliográfica.

Desde la tesis dirigista se ha hecho referencia al hecho de que las teorías que niegan la existencia de la literatura infantil no se han defendido por ninguna figura de peso dentro de la literatura y no cuentan con ninguna argumentación más allá de la realizada por los autores que propugnan la tesis liberal. El hecho que aparezcan en los trabajos sobre la materia tiene que ver más con un peso social que con su fuerza crítica.

En conclusión, ante la tesis liberal se opuso la tesis dirigista, que propugna según Cervera, la especifidad de la literatura infantil y la necesidad del papel mediador del adulto. El único problema que puede suponer para la definición de la literatura infantil la tesis dirigista es la versión más extrema de esta postura. En todo caso, entabla una polémica importante como es la de los criterios de selección de los libros para la infancia que toca de cerca tanto al terreno de la teoría como el de la crítica.

La postura dirigista defiende que es evidente que la literatura infantil, por dirigirse

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