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El Abandono En Ancianos Mayores

kashita16 de Noviembre de 2013

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INTRODUCCIÓN

Si bien el abandono de ancianos como tal, es bastante difícil que se

produzca en nuestros días, y los pocos casos existentes no se pueden considerar

como problemas sociales, sí es cierto la existencia de un abandono subjetivo.

Entendemos por abandono subjetivo, la percepción que el anciano tiene de su

situación social, que si bien físicamente está rodeado de personas (hijos, nietos,

amigos, vecinos, asistentes sociales, entre otros muchos), su percepción de la

realidad es de soledad y abandono.

El anciano es un ser que ha sido despedido del mundo productivo. Esto

supone una pérdida de rol, que en ocasiones se una a una pérdida de seres

queridos, a menudo incluyendo a su cónyuge. Normalmente, el fin de la etapa

laboral le va a suponer la pérdida, muchas veces traumática, de los contactos

personales con los compañeros, una pérdida de su estatus, de prestigio, y en

muchos casos, una bajada importante de la autoestima, creyéndose que no vale

nada. Otros elementos corroboran este proceso de índole negativa,

agudizándolo; así, el anciano ve mermados sus ingresos económicos, lo que

supone que debe adaptarse a otro nivel de gastos. Por otra parte, el anciano se

encuentra de repente con una gran cantidad de tiempo libre, debiendo aprender

a reorganizarlo.

Algunos autores han resaltado estas cuestiones bajo la rúbrica de la

desvinculación, caracterizada fundamentalmente por dos notas características:

la disminución de los contactos sociales, y también de los compromisos

emocionales. La desvinculación presenta tanto características positivas como negativas; entre los aspectos positivos se podrían destacar los siguientes:

— recuperación del tiempo libre;

— posibilidades de dedicarse a tareas más creativas;

— recuperación de la libertad.

Pero también presenta una serie de consecuencias negativas, como las

siguientes que se destacan a continuación:

— disminución de los ingresos y de las posibilidades

económicas;

— disminución de las capacidades físicas;

— disminución de las capacidades mentales y psicológicas.

Frente a esta situación, algunos ancianos optarán por aislarse; otros, por

“vivir” más la familia junto con sus hijos y nietos. Y otros, por acudir a los

centros de servicios sociales, clubes sociales creados para ancianos, etc.

Enfoques teóricos del apoyo social

El concepto de apoyo social ha sido uno de los términos más relacionados

con el estrés y con la salud, tanto física como psíquica (Brown; Andrews,

1986). Aunque son muchas las concepciones sobre el apoyo social, dos enfoques

teóricos son los que nos parecen más adecuados: el enfoque estructural y el

enfoque funcional.

El enfoque estructural ha sido defendido a través del concepto de redes

sociales (Wellman, 1985). De este modo, el apoyo social viene determinado

por las características de la red social. Características tales como el tamaño, la

densidad, la composición y la interconexión de sus miembros. El enfoque de

las redes sociales asume que los beneficios de la red social de una persona son

directamente proporcionales a su tamaño y que tener una relación es equivalente

a obtener apoyo de esa relación. Sin embargo, las redes sociales (como ocurre

en algunos casos de los ancianos) pueden ser estresantes en sí mismas y ser

conflictivas en lugar de prestar ayuda al individuo.

Por su parte, en el enfoque funcional no se enfatiza la estructura del

contexto social donde la persona está inmersa sino el tipo de ayuda que los

miembros de la red social prestan al individuo, como un factor importante en

el ajuste del sujeto.

Estas dos concepciones dan lugar a dos visiones diferentes dentro del

apoyo social: el apoyo real y el apoyo percibido. El apoyo social real da

prioridad a la ayuda que, de hecho, el sujeto recibe. Por su parte la idea del

apoyo social percibido da prioridad a la percepción que el individuo tiene de

su entorno social como potencialmente servicial para él, así como a la

satisfacción que el sujeto tiene respecto a esta disponibilidad de apoyo.

El apoyo social y el sentimiento de abandono

La magnitud del esfuerzo de los cuidadores y su coste, son considerables.

De este modo, es común y normal que los familiares que tienen ancianos a su

cargo, paguen un elevado precio por dichos cuidados: como media, estas

familias pasan cuatro horas diarias durante los siete días de la semana dedicados

exclusivamente al cuidado de los mayores (Stone; Cafferata; Sangl, 1987). Y

no todos los costes son tan fáciles de cuantificar como el del tiempo.

Pero estas cargas pueden ser amortiguadas. Existe una amplia evidencia

empírica que demuestra cómo el alto precio de los cuidados se ve reducido

gracias al apoyo social (George; Gwyther, 1986; Matthews; Werkner; Delaney,

1989; Pearlin; Mullan; Semple; Skaff, 1990). Aunque sí podemos hablar de

un gran consenso en reconocer el apoyo social como un factor muy importante

en la reducción de la carga de los cuidadores, no existe acuerdo sobre cómo

aminora la experiencia negativa de los cuidadores (ver por ejemplo la revisión

de Dunkel-Schetter; Bennett, 1990). También es necesario entender si una clase

de apoyo social mediatiza la carga y los costes interpersonales mejor que otros

tipos de apoyo. De este modo, la pregunta fundamental no sería cuáles son los

tipos de apoyo social que afectan a la experiencia de las familias, sino cómo lo

hacen. Además, se suele confundir el concepto de apoyo social con el de redes

sociales, por lo que es difícil conocer con exactitud sus efectos sobre las personas

que cuidan de los ancianos. De este modo, según House; Umberson; Landis

(1988), las redes describen las relaciones sociales de los cuidadores, atendiendo

a conceptos tales como densidad, composición y multiplicidad. Pero no todas

las relaciones dentro de una red aportan apoyo, ni tampoco una misma clase de

soporte social.

Podríamos afirmar, al igual que Thompson et al. (1993); Wellman; Wortley (1990), que el apoyo social constituye las siguientes formas primarias:

apoyo informal, asistencia, apoyo emocional, estima e integración social. Estos

cinco aspectos básicos reducen el sentimiento de carga que los cuidadores

pueden tener, como consecuencia de las atenciones que le prestan a los ancianos

que están a su cargo.

El apoyo informal hace referencia a los consejos y apoyos que el cuidador

recibe por parte de los otros, para entender y manejar las situaciones estresantes.

La asistencia sería un conducta instrumental, la cual directamente apoya al

cuidador en las tareas que tiene que desempeñar. El apoyo emocional se entiende

como la conducta de los otros que proporciona sobre los cuidadores sentimientos

de confort, tranquilidad y seguridad. La estima sería un refuerzo positivo para

el cuidador, fruto de su buen hacer y por los servicios prestados al anciano. Por

último, por integración social se entiende el sentido de pertenencia, por el cual

el sujeto está integrado en unos grupos desempeñando un rol distinto al de

cuidador.

Por otro lado, en el polo opuesto, haremos referencia a las cargas que

supone el cuidado de un anciano, dentro de la familia. La carga o el peso fue

considerado inicialmente como un tipo multideterminado de cansancio,

incrementado por las nuevas responsabilidades adquiridas por los cuidadores

(Cantor, 1983; Poulshock; Deimling, 1984; Robinson, 1983). George; Gwyther

(1986), han definido la carga como los problemas fisiológicos, emocionales,

sociales y económicos que pueden ser experimentados por los miembros de la

familia que cuida de un anciano, como consecuencia de dichos cuidados.

Existen dos grandes aproximaciones teóricas, dentro del estudio de la

carga: por un lado las perspectivas de estrés (Lawton; Kleban; Moss; Rovine;

Glicksman, 1989; Poulschock; Dimling, 1984). Según este enfoque, la carga

depende de la valoración subjetiva del cuidador sobre la experiencia de su

nuevo trabajo. En segundo lugar, la perspectiva del contexto social (Miller;

Mcfall; Montgomery, 1991), se basa en la existencia de otros costes personales

e interpersonales que pueden existir independientemente de la valoración

cognitiva que los cuidadores realizan de su tarea. Uno de estos coste será el

económico.

En función de todo esto, sería interesante poder examinar las relaciones entre los tipos de apoyo y los tipos de carga, tanto uno a uno como la interrelación entre todos ellos.

El entorno familiar en la problemática del abandono

En la medida en que la ciencia avanza, nuestra esperanza de vida se hace cada vez más larga,

llegando a nuevas situaciones de convivencia familiar y a un proceso de

envejecimiento en el marco de la familia, con los consiguientes cambios y

trastornos que de ello se derivan. Dichos cambios en el entorno los resume

Martínez (1997) en dos:

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