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El Lenguaje Artístico Y Creativo

vaaneezhiitaa20 de Abril de 2014

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La creatividad constituye uno de los atributos esenciales y consustanciales de los seres humanos. Y precisamente debido a su carácter primordial, ella debe convertirse en elemento directriz de las nuevas pautas educativas y culturales que hoy en día se plantean un doble y vital propósito: por un lado, contrarrestar el “vacío espiritual e intelectual” que prolifera en la sociedad globalizada y posmoderna; y, en segundo, recuperar y fortalecer la cosmovisión crítica y humanista que tantas afrentas y desvalorizaciones ha sufrido durante las postrimerías del siglo XX y en el breve pero trepidante transcurrir de la actual centuria.

En efecto, la importancia del ejercicio cotidiano de la creatividad se multiplica conforme avanza en el mundo contemporáneo esa funesta mancuerna constituida por el “pensamiento único” y el “analfabetismo estético”, los dos flagelos más temibles que afronta la subjetividad moderna en los tiempos que corren. Ciertamente, la mayoría de los individuos que pueblan el planeta en estos albores del nuevo siglo y milenio padecen, no obstante las bondades de la revolución cibernética y de la globalización tecnológica, un gravísimo déficit en cuanto a su conciencia crítica y un progresivo debilitamiento de su capacidad para utilizar el arte como un medio idóneo y placentero para hacer más bello el mundo que nos rodea. En qué consiste el analfabetismo estético?

Desde esta perspectiva, y a efecto de contrarrestar tanto la “manipulación de las conciencias” como la “domesticación del gusto” que imponen los medios de comunicación de masas y las grandes corporaciones mercantiles, nada resulta más urgente que reivindicar y al mismo tiempo interrelacionar los beneficios inherentes a la pedagogía crítica y a una educación artística sustentada precisamente en el elogio de la creatividad.

La tarea que proponemos no es sencilla, pues por un lado tenemos la hegemonía de una educación tradicionalista y positivista que se fundamenta en cuestiones como la memorización, la acumulación incesante de datos, la disciplina autoritaria, la imposición de valores discriminatorios, la rigidez conceptual, la ortodoxia metodológica y la sacralización de la razón y la ciencia; y, por el otro, nos enfrentamos a una estructura económica fetichista y despilfarradora que utiliza todos los recursos mercadológicos y técnicos (televisión, cine, videos, Internet, etc.) a su alcance para inducir en las poblaciones un modelo de vida sustentado en el imperio de lo efímero: la masificación de las modas, el consumo suntuario, la manipulación del ocio y la propagación de una sensibilidad kitsch que vuelve a los sujetos incapaces de distinguir lo feo de lo bello, lo cursi de lo sublime, lo trillado de lo original, el seudoarte de la verdadera creación artística.

Para combatir este aciago panorama cultural y educativo (agravado por el predominio del analfabetismo real en los países subdesarrollados y del analfabetismo funcional en los desarrollados), es perentorio apelar a la fructífera simbiosis entre la pedagogía crítica y la educación artística como una alternativa posible y eficaz para salir del marasmo civilizatorio actual. Sólo así, por medio del aprendizaje crítico y estético, estaremos en condiciones de construir una convivencia humana que se fundamente en el ejercicio cotidiano de la creatividad y en el embellecimiento diario de nuestro entorno natural y social. Reflexiona en qué es el analfabetismo funcional y cuáles son sus consecuencias

Tres son las directrices que conforman el horizonte de la pedagogía crítica: el espíritu crítico, la voluntad de invención y la dimensión de lo complejo. El primer concepto se refiere a las tareas de ponderar y cultivar con particular énfasis la capacidad humana de raciocinio, esa potencialidad que tenemos los individuos para aprender a formular preguntas y a cuestionar los valores establecidos con el fin de superar lo caduco y lo erróneo, y, al mismo tiempo, conservar lo que haya permanecido vigente en el movimiento incesante de las relaciones sociales. El amor al conocimiento y la objetividad a la hora de confrontar los cambios ocurridos en la realidad son, sin duda, dos criterios que permitirán mantener vigoroso el espíritu crítico, actitud intelectual sin la cual no ocurriría el avance científico ni la formulación de nuevos conceptos explicativos del acontecer dinámico en la naturaleza y la sociedad.

El segundo concepto, la voluntad de invención, alude al papel destacado que a lo largo de la historia ha desempeñado esta iniciativa humana en donde se amalgaman factores tan diversos como: la imaginación, el riesgo, la aventura, la fantasía, lo inverosímil, la ingenuidad, la incertidumbre y la búsqueda de lo imposible. Actitudes que revelan el intento prometeico de los individuos por alcanzar un dominio y un conocimiento más certeros de la sociedad y la naturaleza. Según lo demostró Arhur Koestler en su célebre libro Los sonámbulos, gracias a este esfuerzo de innovación constante y de elucubración mental sin límites, un estado psíquico parecido a la ensoñación, la ciencia ha avanzado a pasos agigantados y por los caminos más impredecibles. Tal como se atestigua a través de los descubrimientos aportados por algunos de los genios que ha dado la humanidad, deben ser bienvenidas todas las conductas intelectuales que se atrevan a pensar lo incierto, a yuxtaponer los marcos de referencia contradictorios, a concebir el mundo al revés y desde diferentes ángulos, a proponer situaciones absurdas, a tolerar la ambigüedad, a relacionar planteamientos incompatibles, todo ello con el objetivo último de arribar a luminosos y revolucionarios conocimientos que contribuyan a enriquecer y mejorar la existencia humana.

El tercer y último concepto, la dimensión de lo complejo, hace referencia a una manera peculiar y profunda de visualizar la realidad estudiada. Ya no se trata, tal como lo hacía la pedagogía tradicional, de buscar la reducción, el aislamiento y la simplificación máxima del objeto de estudio, sino que ahora lo que se desea es construir categorías dinámicas capaces de aprehender la intrínseca complejidad de las cuestiones analizadas, sean éstas fenómenos naturales o problemáticas sociales. En ambos casos, el cambio de perspectiva es de vital importancia: el objeto de investigación aparecerá ahora como un universo complejo, enigmático, dialéctico, inabarcable en forma absoluta, y el cual, para ser conocido con certidumbre, requiere de una metodología y de conceptos que igualmente sean complejos, dinámicos y creativos al indagar sobre las interrelaciones cambiantes de las partes entre sí y de las partes con la totalidad a la que se integran y en donde adquieren su sentido esencial. A diferencia de la enseñanza tradicional, acostumbrada a simplificar, aislar y clasificar rígidamente las categorías, sugerimos la incorporación de la dimensión de lo complejo como herramienta hermenéutica que se fundamenta en el paso del análisis a la síntesis, de la inducción a la deducción, de lo particular a lo general, de lo inmediato a lo mediato, de la parte al todo. Únicamente de este modo se logrará la construcción de grandes síntesis dialécticas en donde los elementos particulares sean especificados y comprendidos después de haber sido iluminados gracias a su integración dentro de un todo complejo que les proporcione sentido y significado.

¿Qué opinas de las tres directrices que conforman la pedagogía crítica? Cómo se relacionan con tu formación.

¿Crees que hay algo que las directrices no tomen en cuenta para generar una pedagogía crítica?

Se trata, asimismo, de que asimilemos el carácter multidimensional y polifacético de cada suceso histórico, ya que ningún acontecimiento social puede ser explicado de manera aislada, sin que lo insertemos en un contexto más amplio; aludimos a ese espacio conceptual en donde se verifica la compleja imbricación de fenómenos económicos, políticos, ideológicos y culturales que se estructuran y que finalmente determinan la configuración y la comprensión concretas de las acciones humanas. Sin duda, recurrir a la perspectiva de la complejidad no es otra cosa que proceder justo como lo hace el propio pensamiento cognitivo durante el proceso paulatino de edificar el bagaje cultural y la subjetividad particular que va a distinguir a cada individuo: asociar conceptos, relacionar temas, confrontar experiencias, asimilar problemas, jerarquizar valores, sumar autores, en una palabra, arribar a una síntesis luminosa de conocimientos y vivencias específicas que, concebidos como parte de un todo más amplio, producen ese resultado prodigioso que conocemos con el bello y emblemático nombre de sabiduría.

El objetivo de la pedagogía crítica es alcanzar esta suprema integración de actitudes y perspectivas, amalgamando el espíritu crítico, la voluntad de invención y la dimensión de lo complejo con miras a la construcción de una mentalidad lúcida y lúdica que esté preparada para hacerle frente a los enormes retos sociales e intelectuales que acarrea consigo el siglo XXI. Los frutos por venir se reflejarán, sin duda, en un individuo capaz de fusionar creativamente el raciocinio lógico y la inteligencia emocional, la reflexión y la imaginación, la razón y la intuición, el rigor científico y la capacidad lúdica, el azar y la necesidad, la objetividad y la incertidumbre, las certezas y el absurdo, la claridad y lo ininteligible, lo conocido y la ambigüedad. A estas simbiosis provechosas habría que añadirle una más: la que vuelve compatible el hecho de poseer una sólida autoestima personal y, al mismo tiempo, estar conscientes de

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