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El Platano


Enviado por   •  5 de Agosto de 2014  •  913 Palabras (4 Páginas)  •  131 Visitas

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H abía una vez, en la súper conocida ciudad de MACEDONIA, se desarrolló este simpático suceso, que fue el hazme-reír de todos los habitantes de este dulce pueblo.

Lo contaba graciosamente, la toda escandalosa “MANDARINA”, hija predilecta de la ciudad hacía varios años. Esta sexy y joven señorita había venido de extraños países asiáticos, para asistir a un importantísimo y multitudinario “casting” nacional y, en el caso de ser seleccionada, intentar aparecer en la gran cadena de televisión “MACEDONIA PLUS” anunciando productos cítricos, con su espectacular baile “EL GAJO”. Lamentablemente no cuajó.

Se casó con “NARANJITO”, muchacho bien plantado y con grandes negocios en la ciudad, y se dedicó a sus labores.

Parece ser que el Sr. PLÁTANO “EL DANDI”, llegó de Canarias, habiendo ganado el concurso súper conocido de MR. BANANO. Por su estilo esbelto, su cara varonil y no digamos su personalidad, fue elegido por unanimidad por todo el jurado que presenciaba el desfile de modelos.

Las damas y damitas de las islas lo piropeaban “sin vergüenza”. ERES UN CACHAS… ESTAS PARA COMERTE…

Hay que reconocer que era un DANDI. Le encantaba llevar su traje amarillo despampanante, su pelo engominado y sus brillantes zapatos de charol. Por supuesto su buen abrigo, realzando sus buenas hechuras.

DOÑA NARANJA, vecina y amiga de MANDARINA LA AIROSA, feliz ella, gorda y celulítica, solía esperarle en la acera de enfrente de su casa, para verle salir. Era un espectáculo…

También estaba loquilla por él, la STA. MANZANA, ¡que coqueta era!. Siempre impecable, con su buen traje de “pellejos” que era la monda: Los llevaba de variados colores: Blancos, amarillos, verdes… según las estaciones del año y siempre a la última moda. Entradilla en carnes, pero sin exagerar.

Su andar rápido, alegre y sensual, le hacía representar más joven. Con gran sentido del humor, a veces un poquillo ácido, se hacía la líder de las reuniones.

¡Qué pena! qué triste se quedaba la STA. FRESITA…. Súper pequeña y con unos coloretes simpáticos que resaltaban su buena salud.

Haciéndose la encontradiza, se cruzaba por el camino con PLÁTANO saludándole muy bajito, mientras él soberbio y altivo, se hacía el despistado. La pobrecita se sonrojaba aún más y se le notaban sus graciosas pequitas que, acomplejada, escondía entre sus manos para pasar desapercibida.

¡Qué linda! ¡qué poquita cosa!, pero vuelvo a repetir, ¡qué linda! son su sombrerillo verde de grandes hojas… ¡cómo le miraban los muchachos del lugar… pero para PLÁTANO el guanche, pasaba inadvertida.

En la gran Avenida de Arbustos, vivía DOÑA PERA. Delgadita de pecho y anchísima de caderas. Su color preferido era el verde, claro u oscuro, que le sentaba estupendamente. Sus amigas, que las tenía a montones, le decían con ironía: La que con verde se atreve, guapa se cree… Y en verdad se lo creía…

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