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El conocimiento de Política pedagógica


Enviado por   •  7 de Agosto de 2017  •  Apuntes  •  1.479 Palabras (6 Páginas)  •  89 Visitas

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El conocimiento oficial Política pedagógica y construcción de la comunidad No quiero idealizar lo que acabo de decir. Aun existen tensiones. La unidad descentralizada que intentamos construir es exactamente esto: una construcción. Como todas las construcciones sociales que intentan ser democráticas, es una construcción frágil, especialmente en momentos en que tantas condiciones económicas e ideológicas que ciertamente no faltan en la vida de una institución educativa pueden volverse contra ello. Esta historia, por supuesto, no es necesariamente generalizable. Pero algunas acciones pueden ser útiles. Una comunidad, no importa cuán cuidadosamente se nutra ni cuan comprometidos políticamente estén sus miembros, no está aislada de la dinámica económica, política y cultural de las instituciones en que reside. Ni tampoco está aislada de la dinámica de raza, género, clase, etc… Por muy fuertes que sean los compromisos políticos en favor de la democracia y en contra de las relaciones de opresión en la educación o en otros ámbitos -e incluso, quizás, a causa de ellas-, es difícil mantener los vínculos entre la gente en tiempos de ataques económicos e ideológicos contra las cosas que más estimamos. Ahora bien, el afecto y la sociabilidad, el sentido de reciprocidad, confianza y respeto y la libertad frente a los demás, así como el compromiso de desafiar la actual política del conocimiento oficial siempre que y dondequiera que sea represiva, son cosas que pueden reconstruirse y mantenerse. Esto parece exigir el reconocimiento de una pluralidad de posibles intereses políticos en un marco amplio, compartido y progresista. Por supuesto, ya sabemos todo esto a un nivel teórico, especialmente los que hemos escrito o leído ampliamente sobre la necesidad de ir más allá del reduccionismo económico y de clase que ha sido tan predominante dentro de la tradición crítica. Sin embargo, saber algo teóricamente y saberlo corporalmente son dos cosas distintas. Por eso hay que prestar también una atención constante las cuáles son las voces que se escuchan dentro del grupo. Exige paciencia y voluntad de vivir en tiempos difíciles, cuando parece que la dinámica interna pone en peligro la unidad del grupo. Finalmente, igual de importante es concentrarse en actividades concretas. En este caso, una comunidad de personas diversificadas en tantos sentidos interesantes, aunque unificada en tantos otros, se basa en un compromiso superior: modificar la política cultural dominante y el modo en que ahora se llevan a cabo la pedagogía y el currículo. Esta política no está solo «ahí afuera», en el supuesto «mundo real». Ya he dicho antes que tiene lugar «precisamente aquí», en las vidas diarias de todos los que trabajamos en la universidad. Nuestros mejores análisis pueden aplicarse provechosamente a nuestra experiencia diaria y a la acción colectiva con el fin de modificar las condiciones que con frecuencia hacen que estas experiencias sean menos apremiantes y ricas de lo que deberían ser. Esta acción colectiva no será fácil. No siempre tendrá éxito. Pero, en este proceso, la comunidad que se construya hará posible llevar a la práctica cotidiana el saber político que gentes como los miembros del seminario de los viernes ya tienen y están adquiriendo. La combinación de acción y reflexión con vistas a resolver los problemas político-culturales reales, (¿no es de esto de lo que trata la praxis?). He examinado un tipo de comunidad, en realidad solo una comunidad limitada, que normalmente, aunque no siempre, no se extiende más allá de los muros de la universidad. Como muchos de ustedes saben, hay que rebasar estos límites, más allá de esta institución, para incluir a los profesores políticamente comprometidos, a las organizaciones vecinales, a los grupos feministas, de gays y lesbianas, antirracistas, de discapacitados y grupos sindicales y ecologistas, y a otros que proporcionen la base de amplios movimientos sociales. Estos movimientos sociales nos permitirán movernos hacia una sociedad que no se base en la explotación y el dominio en todas sus formas, sino en nuestra consideración como «sujetos corresponsables» en el «viaje hacia la esperanza». Como activista político y como antiguo presidente de un sindicato de profesores, tengo constantemente presente la importancia de que participemos también en luchas. Es cierto que debemos enseñar, pero también debemos aprender ciertas lecciones aun más importantes sobre la construcción de esas unidades descentralizadas que llamamos comunidades de lucha. ¿De quién es esta historia? He contado aquí una historia en apariencia bastante simple. Ahora bien, hay que desconstruir mi relato, puesto que aquí

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