El fracaso y el triunfo del neoliberalismo
costansaEnsayo24 de Abril de 2013
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El fracaso y el triunfo del neoliberalismo
Intervención de Atilio Borón
El neoliberalismo coloca a nuestra sociedad frente a una gran paradoja. El neoliberalismo ha demostrado ser un rotundo fracaso en materia económica, pero al mismo tiempo su triunfo ideológico ha sido algo fenomenal, pocas veces visto en la historia de nuestras sociedades. Y creo que esta paradoja, esta combinación tan extraña entre fracaso económico y triunfo ideológico es lo que le da al fenómeno esta multiplicidad de características y sobretodo la dificultad de desarrollar una estrategia efectiva de ataque por parte de la de la izquierda.
¿Por qué fracaso económico?. El neoliberalismo no es una forma de desarrollo. No hay un sólo ejemplo en el mundo que atestigüe que con la forma neoliberal se puede pasar del subdesarrollo al desarrollo. Ningún país de los que hoy se han desarrollado lo hicieron siguiendo el modelo neoliberal. Uno podría decir: «Pero, ¿ y en América Latina?» Bueno tomemos en América Latina los tres o cuatro casos más importantes. El primer ensayo es el que se hizo en Chile del cual voy a hablar después; el segundo el de Bolivia, que ha fracasado rotundamente; en tercer lugar el caso mexicano. El presidente que fue el gran "modernizador" de ese México que entraba al NAFTA y de la mano de todos los ideólogos neoliberales proponía una reestructuración de la sociedad y la economía mexicana, hoy en día es prófugo internacional de la justicia, acusado por corrupción, y lo que es peor, presidió el derrumbe de la economía mexicana, un derrumbe calamitoso cuyo efectos, el famoso «efecto tequila» reverberaron en América Latina. No hay un sólo economista riguroso y competente que pueda afirmar hoy que la economía mexicana, después de doce años de reestructuración neoliberal, es una economía más sólida, más desarrollada, más competitiva, que produce mayores bienes y que ha garantizado el bienestar colectivo de los mexicanos. El experimento terminó en un fracaso rotundo. Recuerden que hace tres o cuatro años atrás las tapas de las principales revistas de la llamada «Comunidad Económica Internacional» frecuentemente mostraban el rostro sonriente de Salinas de Gortari, del Secretario de Hacienda Pedro Azpe como las grandes figuras del momento, los constructores del nuevo México. Hoy a esas personas hay que buscarlas en las páginas de Interpol y no por razones de corrupción sino porque el modelo se vino abajo, se derrumbó el peso mexicano y la economía mexicana está en una situación muy, muy mala. El caso argentino. Sabemos qué es lo que ha quedado de toda esta ilusión vendida por Cavallo y compañía. Cavallo decía siempre a sus críticos: «Estamos haciendo lo mismo que México», hasta que llegó el efecto tequila y dijo: «Argentina no es México». Hasta cinco minutos antes venía asegurando que él veraneaba con Pedro Azpe, chequeaban las informaciones e iban monitoreando el avance de estas economías hacia el desarrollo. El fracaso del experimento argentino es impresionante. Quedó un sólo elemento en pie, que es la estabilidad económica y el gran enigma es cuánto tiempo va a durar. Todo el resto, deuda externa, déficit fiscal, situación del empleo, aumento de la pobreza, superconcentración de riqueza, vulnerabilidad financiera, desindustrialización, desarticulación regional. No hay un sólo indicador presentable. Cuando Cavallo se va lo echan porque ya era absolutamente insostenible su situación. El gobierno tardó tres días en conseguir un sucesor; no había quién tomara esa papa hirviente que era la economía argentina siguiendo las recetas del neoliberalismo. Tanto es así que el presidente argentino confesó que finalmente el ministro actual es éste porque los otros no aceptaron. En un país tan exitista como éste, donde la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana, es bastante sintomático que el gobierno argentino haya demorado tres días en encontrar tan brillante experimento económico. Quedaría el caso chileno que es un caso sui generis. Yo les voy a decir simplemente tres cosas sobre el caso de Chile. Chile es, de todos los países que adoptaron el modelo neoliberal, el menos neoliberal de todos, de lejos. En Chile la empresa del cobre, la corporación del cobre, que fue estatizada por el gobierno de Salvador Allende, sigue estando en manos del estado chileno a pesar de todo el argumento neoliberal que han desarrollado los economistas. Aquella empresa fundamental, ha seguido en manos del estado. En la Argentina, el equivalente hubiera sido que no se hubieran privatizado ni YPF ni las Telefónicas. En Chile no se privatizó, por muchas razones: primero porque los aportes que ingresan al tesoro chileno por las exportaciones del cobre rondan en torno a los 1700 millones de dólares por año que van directo a la caja fiscal. Es una suma mayor que los impuestos totales a las ganancias que tributan todas las empresas en Chile. Ahí tenemos un caso muy claro en donde el decálogo neoliberal del Banco Mundial, según nos dice John Williamson, uno de los primeros mandamientos privatizadores no se cumplió. Segundo elemento fundamental en el caso chileno: Chile es el único país en toda América Latina en el cual el tamaño del estado lejos de disminuir fue creciendo. El consenso de Washington dice que hay que achicar el estado, bajar el gasto público, hacer menor la proporción del gasto público sobre el total de la economía. Se cumplió al pie de la letra en todos los países. Lo vemos en México, en Bolivia, en Argentina. En Chile, no. Chile es el único país que hoy en día después de casi veinte años de gobierno neoliberal tiene una proporción de estado mayor que la que tenían antes en relación al conjunto de la economía. La Argentina, para dar una cifra muy común, bajó de un gasto público en relación al producto bruto en un orden del 33% al 26%, y sigue bajando. Brasil ha seguido bajando, en México también. Para efectos comparativos, les digo que los países europeos en su promedio, en un conjunto tienen una proporción de gasto público que fluctúa en torno al 44%, y que los países que tienen mayores servicios sociales, mayores prestaciones sociales como Suecia, la proporción del gasto público sobre el PBI es del 55%. En el otro extremo está el país más desamparado del mundo, desde el punto de vista de la prestación social, que es Gabón, en África, donde el tamaño del estado es equivalente al 3.5%. La Argentina y todo América Latina salvo Chile han ido moviéndose desde estar cerca por debajo del promedio europeo en dirección a Gabón. A eso ellos le dicen que estamos avanzando cerca del primer mundo. En realidad estamos yendo en el camino contrario; la única excepción es el caso chileno. Tercero: Chile es el único país de América Latina en donde es ilegal entrar con una valija con un millón de dólares una mañana, jugar a la Bolsa de Santiago de Chile al mediodía e irse a la noche con las ganancias a Nueva York. ¿ Qué quiere decir esto? Que tiene un mercado financiero relativamente regulado. No tanto como en Europa pero mucho más que en Argentina, donde como muchos de ustedes saben entrar con valijas llena de dólares, en la aduana de Ezeiza. Es casi un pasatiempo de la clase gobernante y es legal. También se puede en Brasil y en México. En EE.UU. cualquiera de ustedes que viaje con más de 10 mil dólares tiene que declarar eso y allí comienza la fiscalización. ¿ Cuál fue el resultado de todo esto ? Que debido a esa regulación que hace que ese flujo de capital financiero tenga que permanecer un año por lo menos en Chile y además que casi un tercio de ese flujo financiero permanece durante el tiempo de la inversión en manos del Banco Central, en Chile no hubo efecto tequila. Y no lo hubo no porque Dios fuera chileno, que es una discusión que está más allá de mi entendimiento, sino por una cuestión más simple. Porque tienen una legislación sensata que impide la locura que hay en Argentina, Brasil, México, Venezuela, etc. que es que so pretexto de la globalización el capital financiero entre en circulación sin ninguna clase de control. Entonces se cae una Bolsa mañana en Singapur y estos países caen uno tras otro siguiendo el efecto dominó. El caso chileno es uno de los casos que difícilmente pueda adjudicarse al mérito del neoliberalismo, porque tiene tres rasgos fundamentales, yo diría que son los tres mandamientos más importantes que han sido violados, más allá de que este gobierno, evidentemente, está muy lejos de haber producido los bienes y la calidad de vida que propagandiza. Ni hablemos del costo social. Pero se ve que, inclusive, en el caso chileno, el problema que hay es que el neoliberalismo como tal ha fracasado.
Si esto es así, ¿cuáles son los ingredientes del triunfo? Como se decía antes yo creo que lo más importante es el triunfo ideológico. El triunfo ideológico es lo más importantes, y lo preocupante porque aún si el neoliberalismo fracasa como proyecto económico, si la gente, si la sociedad, si las clases populares, no tienen elementos para descifrar ese fracaso, y esos elementos son provistos por un discurso ideológico, una propuesta ideológica, un conjunto de categorías que permitan descifrar ese resultado, la gente va a seguir pensando que el neoliberalismo funciona muy bien. Y yo creo que el triunfo del neoliberalismo ideológicamente se verifica de manera bastante clara en los siguientes aspectos. En primer lugar, en un proceso de creciente mercantilización de derechos que han venido padeciendo las sociedades latinoamericanas. Es decir, cuestiones que antes eran consideradas derechos inalienables de nuestras sociedades, de los sectores populares o de la población en general, por ejemplo, el derecho a la educación. Hoy en día se ha creado un nuevo consenso, un nuevo sentido común
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