Ensayo Del Libro Sobre La Muerte Y Los Moribundos
mcbastarrachea1 de Mayo de 2012
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INTRODUCCION.
La muerte es algo delicado y complejo, y a la vez absolutamente simple ya que es el final ineludible de nuestras vidas. Depende de la madurez y reflexiones previas de cada persona. Desde mis perspectiva este liblo habla del espacio que ocupa la muerte en nuestras sociedades, y dela manipulación ideológica de que es objeto, además de la forma en que la muerte es vivida en diferentes etapas de la vida y cómo podemos ayudar desde nuestra naturaleza humana a las personas que viven cercenas a la muerte y a su vez, como podemos permitir que ellos nos ayuden a nosotros mismos, enseñándonos cómo el sentido de la muerte puede dirigir nuestras vidas hacia una expresión enriquecedora de la muerte y el dolor.
El miedo que tenemos a enfrentar a la muerte es un miedo a algo desconocido, la muerte es una experiencia que nadie jamás en vida podrá conocer a ciencia cierta, por lo cual nos genera gran ansiedad. Nuestra tendencia es a alejar a la muerte de nuestro pensamiento, sentenciarla al encierro hospitalario, o a los cementerios cada vez más compactos.
En este ensayo trataré de exponer las fases del paciente moribundo y la actitud de las enfermeras respecto al paciente.
COMENTARIO PERSONAL.
SOBRE EL MIEDO A LA MUERTE
La muerte es difícil de imaginar, es el final de nuestra vida aquí en la tierra, y si esta vida nuestra tiene que acabar, el final siempre se atribuye a una intervención del mal que viene de afuera. Solo quedan los recuerdos, estos datos que tenemos que recordar estos datos fundamentales, ya que son esenciales para entender algunas de las manifestaciones más importantes de nuestros pacientes, que de algún modo seria intangibles. Si aun paciente se le permite acabar su vida en el ambiente familiar, no necesita tanta adaptación. En este caso considero resulta más fácil de cierta manera aceptar los hechos que esto con lleva. Se les debe de hacer participes a toda la familia de lo que va a acontecer y por esto quiero que se entienda que va desde los más grandes hasta los más pequeños, porque por increíble que parezca a la edad que tengan pueden asimilar y comprender lo que es la muerte y lo que implica, y si por el contrario les mentimos o les damos excusas tontas sobre la situación que se vive en casa.
Otra cosa que me llama la atención es que por más conocimientos que se tengan, no estamos preparados para lo inevitable, que sería lógico que con todo esto pudriéramos estar preparados o lo aceptáramos y los duelos fueran mejor llevados. El moribundo, puede pedir a gritos descanso y paz y dignidad, pero solo recibirá infusiones, transfusiones, un aparato para el corazón o la traqueotomía si es necesario. Es por esto que se debe de respetar lo que en un inicio él comente tanto con la familia como con el personal de salud.
El personal de salud debe tomar en cuenta a los pacientes ya que estos son personas, jamás de se les toma en cuenta; es verdad que uno se preocupa y hace hasta lo imposible por conservarlo vivo, que respire, tenga pulso no sé si es a conciencia que no preguntamos, si el quiere seguir con vida, hay personas que al ver la situación que están enfrentando se dan cuenta de que ya es momento de morir y que por más que les duela a la gente que los rodea no lo entienden y por sobre todas las cosas los siguen conservando con vida, que habría que preguntarse si queremos tener cantidad de vida o calidad.
ACTITUDES CON RESPECTO A LA MUERTE Y AL MORIBUNDO
La actitud ante la muerte de la sociedad son muy diversas el hombre tiene que defenderse psicológicamente contra este mayor miedo a la muerte por la mayor incapacidad de proveerla y protegerse contar ella. Psicológicamente puede negar la realidad de su propia muerte durante un tiempo. Como en nuestro inconsciente no podemos percibir nuestra propia muerte y creemos en nuestra inmortalidad, pero podemos concebir la muerte de la gente que nos rodea, incluso de cierta manera alegrarnos de que les pasó a los demás pero pensar en que a nosotros nos va a pasar es una cuestión que deseamos dejar muy de lado. En clase tuvimos la oportunidad de hacer una actividad en la que nos cuestionábamos acerca de cómo esperarías morir, a qué edad, morir antes o después de quién, que diría nuestro epitafio; por lo regular no son preguntas que nos entremos día a día y ni pensar en contestarlas o afrontarlas; o por supuesto está de más decir que debe hacerse a nivel personal. Ahora recuerdo que al inicio del módulo, se nos preguntaba por qué razón se había escogido el mismo, yo respondí que fue por fácil, debido al ámbito en el que nos desarrollamos, que estamos viviendo día a día con ello, y la verdad es que resulto mucho muy difícil. El qué decir y cómo, en qué momento no es una cuestión sencilla. También hay que hacer evidente que se nos debe de hacer consientes sobre la necesidad de considerar la muerte como posibilidad real y que está nos puede suceder en cualquier momento. Es gracioso que como se dice en la lectura, el paciente moribundo parece afrontar la muerte con ecuanimidad, mientras que nosotros al experimentar algunas prácticas de sensibilización quedamos trastornados, con miedo y sin querer creer que nos puede pasar, y por el contrario nos sorprendemos del moribundo y nos parece inconcebible que pueda afrontar la situación con tanta tranquilidad.
Se nos ha dicho hasta el momento que: “Es de vital importancia que la primera persona en enterarse del diagnóstico sea el propio paciente”; esto para mi implica un dilema tanto moral, ético, como personal; coincido en que se debe de tener al tanto al paciente de la situación, que debe saber el tratamiento, las posibilidades y la esperanza que se tiene, pero muchas veces cuando los pacientes no saben lo que sucede, llevan su vida como si nada, sin ningún problema, pero en cuanto se enteran va en decadencia la salud, cabe aclarar que no siempre es así, y que se debe de respetar los derechos de los pacientes y uno de ellos es saber la verdad sobre lo que les acontece. Cuando el paciente sabe su diagnóstico, puede reaccionar de diversas maneras, tanto como aceptarlo, negarse, buscar otras opiniones, apoyarse en la familia, vivir lo mejor que se pueda o esperar a que el momento de su muerte llegue sin hacer más nada. El dar el diagnóstico al paciente verdaderamente es todo un arte, siempre debe de hacerse lo más claro e interactuar con el mismo para ver si ha quedado entendido, cuan más sencillo se lo hacemos saber le damos y nos damos la oportunidad de ser escuchados, compartir las dudas y los pasos a seguir.
PRIMERA FASE: NEGACIÓN Y AISLAMIENTO
Negación: una palabra muy fuerte para mi vocabulario por todo lo que implica la misma; muy común cuando se da un diagnóstico terminal y más si la noticia se da de manera brusca, prematuramente o cuando no ha habido una relación médico –paciente tan buena. Esto resulta ser típico ya que, a veces por el tiempo, por terminar con el trabajo, o para evitar la transferencia, no se le da el tiempo necesario al paciente para asimilarlo. Es común que un ser humano se niegue a morir, eso es obvio, no sólo sucede al saber a noticia, en muchas ocasiones hasta el momento en que mueren se están negando a lo que pasa; y es que generalmente le negación es una defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial.
En esta parte nos relata que para una paciente la negación estuvo presente la mayor parte de su vida debido a que tenía la esperanza de que la enfermedad Dios la curaría; aunque muy en el fondo sabia que eso no sucedería, y tristemente murió dándose cuenta de lo equivocada que estaba. A veces el paciente puede hablar de manera breve sobre lo que le esta pasando, manifestando así su incapacidad de aceptación y escudo de negación, ya que existe en todos los paciente alguna vez y como resultado de que a todo mundo le pude suceder a excepción de uno mismo, cabe aclarar que no siempre ocurre; hay pacientes que pueden pasar de la negación a la aceptación y no quedarse en una fase.
SEGUNDA FASE: IRA
Es lógico a mi parecer que cuando nos enteramos de que tenemos un diagnóstico fatal, después de que nos encontramos negándolo, nos enfurezcamos, nos llenemos de rabia, resentimiento de cuestionamientos como: ¿Por qué a mi? ¿Cómo?. Como personal de salud ante esto somos chivos expiatorios ya que estamos en constante contacto con el paciente, y no es que tengamos la culpa sino que es una respuesta totalmente humana; los familiares son recibidos de igual manera; el tiempo que se convive es realmente algo tormentoso; inclusive por lo mismo se les deja de visitar en el hospital para evitar disgustos. Así como tan simple es enojarse, se puede pasar al dolor, lágrimas, vergüenza, hasta llegar posiblemente a la culpabilidad de desquitarse con alguien que no tiene la culpa o hacerlo para poder evitar lo sigan visitando y no sentirse incómodo ante que se compadezcan de él. A veces creo necesario las actividades de sensibilización debido a que con esto nos podemos poner en los zapatos del paciente y contar con mayor paciencia al estar a su lado, porque no es nada fácil entender y asimilar lo que esta viviendo; a veces una palmada, una mirada de aliento es más que suficiente para él. Cuando al paciente se le respeta, se le reconoce como ser humado y no como patología o como numero de cama, pasa de ser paciente agresivo a cooperador, se sentirá de nuevo importante. Al tomarlo como persona no quiero que se piense que se deben de dejar de darle cuidados como paciente, a veces suele suceder; estar a su lado para un vaso de agua, arreglar la cama para que esté lo más cómodo posible, bañarlo o cambiarlo en la medida que sea necesario.
Otra cosa es que la paciencia se la debemos de dar tanto como prestadores
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