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Evaluacion Formadora Tricarico

26 de Febrero de 2014

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Evaluación y sistema de seguimiento de las acciones de formación

Dentro del Plan Formativo la evaluación se establece como un proceso constructivo permanente que va unido al aprendizaje y la enseñanza y es indispensable para la reorganización continua de las acciones educativas. Con la evaluación no se califica a alguien o algún elemento del proceso educativo, sino que se contempla la revisión conjunta de todos los elementos y la valoración de cada participante sobre su proceso de aprendizaje. Además, permite identificar el avance de objetivos, el nivel de desarrollo de las competencias de los involucrados, la mejora de la planeación y el desarrollo de eventos y acciones de formación.

La evaluación es parte integral de una educación de calidad, por lo que al reformar y ampliar la visión del proceso de enseñanza-aprendizaje, el Programa de Educación Inicial no Escolarizada transformó necesariamente su concepto de la acción evaluadora. Desde su nuevo enfoque, las acciones de evaluación están dirigidas a reflexionar, interpretar y mejorar, desde el interior del grupo, el proceso educativo al realizar una evaluación para y en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Evaluar constructivamente es dialogar y reflexionar sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este proceso es muy importante el traspaso del control y la responsabilidad de la evaluación y del aprendizaje, desarrollar en el participante la capacidad de autorregulación y autoevaluación. Esta capacidad se desarrolla a partir de una evaluación formadora.

Con la evaluación podemos:

•Reflexionar sobre nuestra propia práctica: qué hacemos y cómo y porqué lo hacemos así.

•Recuperar los logros alcanzados previstos en las metas, fines u objetivos, así como los logros alcanzados fuera de lo planteado o contemplado en un principio.

•Identificar nuestras competencias y los avances en su desarrollo.

•Identificar y analizar información real, contextualizada y útil en torno al trabajo con padres, cuidadores, promotores y otros agentes educativos.

•Generar nuevos conocimientos tanto individuales como grupales.

•Detectar dificultades y áreas de mejora que permitan delinear nuevas y mejores acciones.

•Tomar decisiones acordes a las necesidades y los tiempos de la operación.

•Planear ajustes y cambios en las estrategias de trabajo.

•Mejorar actuaciones, prevenir problemas, orientar a los participantes y optimizar los recursos humanos y materiales.

Modalidades de evaluación

La evaluación educativa se divide según su propósito en sumativa y formadora (en algunos casos, llamada formativa); a continuación se describen las características y diferencias entre ellas:

La evaluación formadora está dirigida a promover que las personas aprendan a regular sus propios procesos de enseñanza-aprendizaje a través de procedimientos que ayudan a que los participantes se apropien de los objetivos de trabajo, los indicadores de logro y los mecanismos de evaluación y regulación del aprendizaje. Se le considera formadora o formativa porque acentúa el papel protagónico del que aprende, al que se le traspasa la responsabilidad de la evaluación y del aprendizaje. Ya no es sólo el facilitador como agente evaluador quien regula la práctica (observa, registra, reflexiona, compara, investiga, determina y toma decisiones), sino que el participante autoevalúa y evalúa con los demás el proceso personal del grupo. A través de esta acción el facilitador puede detectar necesidades, retroalimentar los logros, estimular el autoaprendizaje, sugerir mejoras y decidir cambios para su propia práctica. Las competencias que se desarrollan en todos los involucrados son múltiples y de amplia trascendencia.

La evaluación formadora tiene un carácter dinámico, permanente, orientador, motivador de aprendizajes y doblemente retroalimentador (para el participante como para el facilitador). Más que una calificación del desempeño de las personas, es una apreciación de las características, condiciones y posibilidades del proceso de aprender. Responde a una visión de la educación como un proceso participativo, constructivo, donde todos son responsables de tomar decisiones en torno a su aprendizaje. Está basada en la comunicación, la confianza y la empatía entre los participantes.

La evaluación formadora permite a los agentes educativos:

•Registrar y sistematizar información relevante sobre el proceso, a partir de objetivos e indicadores.

•Dar seguimiento sistemático y personal a los progresos de los participantes.

•Determinar los factores que intervienen directa o indirectamente en el aprendizaje del grupo.

•Aprovechar y enriquecer diversas competencias personales, sociales y laborales.

•Autorregular su ritmo de aprendizaje.

•Aprender y practicar la retroalimentación asertiva y la asesoría a otros.

•Analizar con sentido crítico su participación en el trabajo grupal.

•Retroalimentar permanente y oportunamente el proceso de enseñanza y las acciones del facilitador.

•Determinar la pertinencia de los contenidos, métodos de enseñanza, materiales y relaciones entre el grupo.

•Planear nuevas acciones tomando en cuenta los aprendizajes desarrollados por todos, para continuar enriqueciendo su desarrollo.

•Considerar las evidencias del desempeño para tomar decisiones consensuadas que permitan orientar y retroalimentar, de manera inmediata, los aprendizajes logrados en el proceso.

•Verificar la eficiencia de los propios procedimientos de evaluación.

Funciones de la evaluación formadora

Como respuesta al nuevo enfoque del programa, en el Plan Formativo se reconocen tres funciones principales de la evaluación:

La evaluación como formadora de competencias: Permite a los participantes tomar conciencia de sus procesos de construcción cognitiva (cómo aprenden, con qué estrategias, con quién), valorar el significado y la funcionalidad que tienen las acciones realizadas y los aprendizajes construidos, lo que favorece en ellos la consolidación de competencias personales y teórico-metodológicas.

La evaluación como detección de áreas de mejora: Permite a los participantes reconocer la persistencia de las situaciones problemáticas, con el fin de desarrollar nuevas estrategias de trabajo y diseñar nuevas y mejores herramientas y acciones para el trabajo educativo y para la propia evaluación.

La evaluación como mediadora del proceso de aprendizaje: Favorece que los participantes reconozcan los resultados de la práctica educativa, la retroalimenten y la enriquezcan. Al centrarse en el proceso de formación, la información que genera, se utiliza para mejorar el propio proceso de enseñanza. Las acciones de evaluación y el mismo facilitador median entre las capacidades para aprender de los participantes y el potencial del contenido o de los métodos de enseñanza.

En el siguiente esquema se visualiza la relación cíclica de estas funciones de la evaluación formadora:

Cabe insistir que dentro del actual enfoque de trabajo y formación del Programa de Educación Inicial no Escolarizada, ya no se contempla ni promueve una evaluación con funciones de control o certificación de los aprendizajes. En este sentido, como se señala más adelante, las acciones de seguimiento y evaluación, así como los informes de los eventos de formación son retroalimentadores de la práctica y no tareas institucionalizadas que se imponen a la operación y que limitan la actividad de los agentes educativos.

Procedimientos de la evaluación formadora

Para lograr la autorregulación de los aprendizajes, por parte de los involucrados en el proceso, se realizan los siguientes procedimientos o tipos de evaluación:

Autoevaluación: Es el proceso de valoración que realiza la persona, aprendiz o facilitador, sobre su propia acción o aprendizaje; una práctica formativa que permite a las personas tomar conciencia de su

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