FORMATO GUIA DE APRENDIZAJE

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IERD LA FUENTE

EDUCAR CON EXCELENCIA ES CALIDAD

FORMATO GUIA DE APRENDIZAJE

Código:   GA PR -01 FT-03

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Página:  de

AREA            

Ética

ASIGNATURA

Ética –  10o

DOCENTE

Alba Lucía Olarte

ESTUDIANTE

CONTACTO

alba.l.olarte@gmail.com   - Whatsapp: 3156823179

PERIODO

Primero

JORNADA

Mañana

H/S

1

ESTANDAR

La tradición ética

La vida como proyecto político

La vida como proyecto individual

Conciencia de sus derechos y responsabilidades

Interacción idónea consigo mismo y con los demás

COMPETENCIAS BASICAS

Reconocimiento de las diferencias según principios éticos.

INDICADORES DE LOGRO

Debate posturas, con base en principios éticos universales, en relación con dilemas morales que enfrentan valores y derechos.

TEMA(S)

Posturas éticas de algunos filósofos.

 Problemática actual según la globalización.

DIMENSION SER

Bertrand Russell: “Estilos en Ética” – Publicado en 1924

En todas las épocas y en todas las naciones, la moral ha consistido casi por entero en prohibiciones de diversa clase de actos, con el complemento de un reducido número de mandamientos para realizar otros actos. Los judíos, por ejemplo, prohibían el asesinato y el robo, el adulterio y el incesto, comer carne de cerdo y cocer el cabrito en la leche de su madre. A nosotros, estos dos últimos preceptos pueden parecernos menos importantes que los otros, pero los judíos religiosos lo han observado con mucha mayor escrupulosidad que lo que a nosotros nos parecen principios fundamentales de la moralidad. Los isleños de los Mares del Sur no podrían imaginar nada más rotundamente perverso que comer en un recipiente reservado para uso del jefe. Mi amigo el doctor Brogan realizó una investigación estadística respecto a las valoraciones éticas de los estudiantes de segunda enseñanza en ciertos centros docentes de americanos. La mayoría de los estudiantes consideró el incumplimiento de la festividad sabática más grave que la mentira, y las relaciones sexuales extraconyugales más perversas que el asesinato. Los japoneses consideran la desobediencia a los padres como el más atroz de los crímenes. Una vez estaba yo en un lugar encantador, en los alrededores de Kioto, en compañía de varios socialistas japoneses, hombres que se contaban entre los pensadores más avanzados de su país. Me dijeron que cierto pozo junto al cual nos hallábamos era un lugar preferido para los suicidios, los cuales se daban con mucha frecuencia. Cuando pregunté la razón de tantos suicidios, me contestaron que la mayoría los cometían jóvenes enamorados, cuyos padres les habían prohibido casarse. A mi sugerencia de que acaso sería preferible que los padres tuviesen menos poder, todos replicaron con una enfática negativa. Para los estudiantes del doctor Brogan, este poder de los padres japoneses para prohibir el amor parecerá monstruoso, pero el poder similar de esposos o esposas les parecerá una cuestión muy natural. Ni ellos ni los japoneses examinan la cuestión de manera racional; ambos deciden irreflexivamente, sobre la base de los preceptos morales aprendidos en su adolescencia. Cuando estudiamos en la obras de los antropólogos los preceptos morales que los hombre han considerado obligatorios, en diferentes tiempos y lugares, hallamos la variedad más desconcertante. Para cualquier lector moderno, es perfectamente obvio que la mayoría de esas costumbres son absurdas. Los aztecas consideraban un deber el sacrificar y comerse a los enemigos capturados en la guerra, ya que, de otro modo, se apagaría la luz del sol. El levítico manda que, cuando un hombre casado muera sin dejar hijos, su hermano se case con la viuda, y el primer hijo nacido sea considerado como hijo del muerto. Los romanos, los chinos y otras muchas naciones obtuvieron un resultado similar mediante la adopción. Esta costumbre nació del culto a los antepasados. Se pensó que el espíritu del muerto se haría muy molesto, a menos que tuviese descendientes (reales o putativos) que le rindiesen culto. En la India, contraer nuevas nupcias por parte de las viudas se considera tradicionalmente como algo demasiado horrendo, para pensar siquiera en ello. Muchas razas primitivas se sienten poseídas de horror ante la idea de contraer matrimonio con alguien del propio totem, aunque no haya sino un lejanísimo parentesco consanguíneo. Tras estudiar estas variadas costumbres, empiezan por fin a ocurrírsele al lector la idea de que posiblemente las costumbres de su propia época y de su propia nación no sean mandamientos eternos y divinos, sino algo susceptible de cambio, e incluso, en algunos aspectos, de perfeccionamiento.  […]