GÉNERO Y CIENCIA
sharonrgEnsayo11 de Febrero de 2016
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GÉNERO Y CIENCIA
Resumen
En este documento se exponen el desarrollo de mujer en la ciencia haciendo un breve recuento de su desenvolvimiento a lo largo de la historia. También se toma en cuenta como las construcciones sociales y culturales, basadas en la superioridad masculina han hecho que las mujeres sean excluidas de la vida intelectual, ya que se les ha considerado como menos aptas para la ciencia objetiva. Sin embargo, su esfuerzo y capacidad ha demostrado que pueden desarrollarse perfectamente como científicas, a pesar de los obstáculos impuestos como un acceso restringido a la formación académica. También el surgimiento del movimiento feminista ha impulsado la lucha por la igualdad entre los individuos, al igual introducir un nuevo concepto de género. No obstante, al haber llegado al nuevo siglo se ve que las diferencias se han disminuido, pero se mantiene el concepto de que los hombres están más relacionado con la ciencia que las mujeres.
Palabras Clave: género, feminismo, mujer, hombre, sociedad, ciencia, formación académica, superioridad.
Género y Ciencia
La definición que tiene la sociedad sobre género se ha visto influenciada por la condición biológica de los seres humanos. De allí que surge la tendencia de clasificar y dividir a los hombres y mujeres como individuos más aptos o menos aptos para cierto trabajos, estudios, o para cumplir ciertos roles que ya han sido preestablecidos. Como en el caso de la ciencia, ésta siempre se ha asociado con los hombres. Por lo cual es necesario hacer una aclaración sobre lo que es el género desde una perspectiva ecuánime. Asimismo, es sustancial reflexionar sobre como este concepto ha sido relacionado con la ciencia en el entorno, ya que éstas pueden apropiarse de distintas variantes. Una de ellas ha sido la minimización de los logros en alcanzados en el desarrollo de la ciencia. Además, hay que considerar el papel que ha desempeñado las mujeres y el movimiento feminista a lo largo del siglo XX para lograr el igual desarrollo científico-técnico, que ha permitido que en la actualidad se establezcan nuevas relaciones entre los dos términos ya mencionados (Flecha, 1999, pp. 1-2). Todo este proceso se ha dado con la finalidad de construir una sociedad más justa, con igualdad de oportunidades entre las personas.
Asimismo, para la definición de género es importante mencionar a Joan Scott, puesto menciona que éste se compone de dos partes y varias subpartes, que están interrelacionadas, aunque sean diferentes. Una de las partes fundamentales de esta definición es comprender que el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, en las que se distinguen las diferencias entre los sexos, y a su vez el género se expresa en las relaciones de poder. Al tomarse aquello como elemento constitutivo en las relaciones sociales, el género comprende cuatro elementos interconectados como los símbolos culturalmente disponibles que rememoran representaciones como la imagen de María, la redentora; también están los mitos de luz y oscuridad, de purificación y contaminación, la inocencia y la corrupción (1986, p. 23).
Partiendo por el hecho de que el género es el elemento esencial para la construcción de las relaciones sociales y de poder (Scott, 1986, p. 23), hay que adentrarse hacia tiempos inmemorables, donde se ha sabido que algunas mujeres han contribuido en los cimientos y desarrollo de la ciencia, sin recibir el debido reconocimiento. Igualmente, hay que mencionar que la ciencia engloba los conocimientos que definen, describen y hasta donde sea factible explican el universo, con la suma de factores y leyes que lo rigen. Asimismo, estos conocimientos que abarca la ciencia, han sido construidos mediante un proceso lento y constante, donde unos cuantos hombres han sabido destacarse y han sido reconocidos por sus logros. Pero la ciencia igualmente viene a ser la historia de muchas personas que a pesar de sus aportes fueron olvidadas. Como en el caso de las mujeres y sus prontas contribuciones desde los tiempos remotos, no han sido tomados en cuenta. Por ejemplo, ellas fueron capaces de desarrollar las primeras armas primitivas, descubrieron la botánica del lino y el algodón, la física de la hilandería, etc. También acumularon conocimientos sobre las platas medicinales y las comestibles. Esto contribuyó al desarrollo de la medicina como una ciencia natural y a la vez social (Alic, 1991, p. 14), puesto mantiene las relaciones entre los individuos, el que cura y el enfermo, así como también permitió preservar la vida (Santos, s/f, p. 1). Por lo tanto, esto contribuyó al progreso de las primeras sociedades, donde la mujer era esencial para la sobrevivencia.
Asimismo, al recordar las civilizaciones tempranas como la egipcia, se recuerda a Merit Ptah, quien vivió en el año 2700 a. C., y realizó contribuciones en la medicina, como en la ginecología. Igualmente, la reina Hatasu, de la dinastía XVIII, fue una médica famosa. Además, emprendió investigaciones en botánica con la finalidad de encontrar nuevas especies medicinales. En Mesopotamia aparece Tapputi Bellatikallim, quien trabajó la tecnología del perfume, alrededor de 1200 a. C. En Grecia existieron las escuelas pitagóricas, por el año 500 a. C., donde se llevaban a cabo estudios sobre astronomía, geometría, acústica, música y medicina. En aquel tiempo, a pesar de que más mujeres contribuyeron al desarrollo de la ciencia, solo se conoce el nombre de Theano, por haber sido la mujer de Pitágoras. Sin embargo, para las épocas siguientes se les prohibió asistir a las mujeres a las escuelas o que se vieran envueltas en la vida científica y cultural, tanto así que en algunos lugares se estableció la pena de muerte (Muñoz, 1996, p. 3).
En años siguientes, también hubo aportes de las mujeres en Alejandría, en cuanto a la redacción de textos de geometría, astronomía, física, mecánica y algebra por parte de Hipatia. Igualmente (Guil, 2008, p. 216). Por otra parte, en la protociencia como la alquimia, en los siglos I y II d. C., sobresalieron los nombres como María, la judía, quien elaboró parte de la instrumentación empleada en química (Muñoz, 1996, p. 4). No obstante, la mayor parte de la historia documentada presenta nombres como Aristóteles, Pitágoras, Apolonio de Pérgamo, Euclides, Diofanto, etc., como los precursores de la ciencia. Posteriormente, aunque a escondidas se formaron mucha más mujeres científicas, puesto que era consideradas como inferiores intelectualmente por los hombres. Asimismo debido a su condición biológica y la procreación su único destino tenía que ser la vida doméstica (Le Doeuff, 1993, p. 18.). Consecutivamente bajo esta filosofía se fundaron las primeras universidades (Guil, 2008, p. 217).
Principalmente, la educación universitaria surge en Europa medieval, y la Revolución Científica tuvo su auge en el siglo XVII por los aportes de Newton. En medio de este proceso se marginó aún más a las mujeres. Las principales razones de repudio eran que la mujer era la primera causa del pecado y de la expulsión del hombre del paraíso, al igual que la causa para la destrucción de la antigua ley, en si era una arma del demonio. Por estos motivos había evitar el comercio con ellas o introducirlas en el campo educativo, ya que cualquiera que lo hiciera sería severamente castigado. Con estos hechos, las mujeres oficialmente fueron aisladas de la formación académica (Muñoz, 1996, p. 4). Pero algunas mujeres persistentes trabajaron por su educación, y su consecuencia fue morir quemadas al ser acusadas de brujería, mientras que los hombres gozaban de todo reconocimiento. Otras optaron por disfrazarse de hombres para asistir a clases. Además, hay mencionar que las pocas mujeres que estudiaron en estas épocas pertenecían a clases pudientes, y se les recuerda más por su estatus social que por sus contribuciones científicas (Guil, 2008, p. 218).
Por otra parte, aunque no sean muy conocidas, las mujeres contribuyeron sustancialmente en el siglo XIX. Hay que considerar los trabajos presentados en 1826 por Mary Fairfax Somerville acerca de magnetismo. Igualmente, redacto textos sobre física, matemáticas, geografía y astronomía. De igual forma como puso interés por la ciencia, luchó por el derecho a la educación de la mujer. Alrededor de 1840, aparece la matemática inglesa Ada Lovelace, quien es considerada como la primera programadora, pues escribió los símbolos que serían empleados en la máquina analítica de Charles Babbage. Para 19847, la estadounidense Maria Mitchell descubrió un nuevo cometa, además de que prosiguió con las investigaciones en astronomía. Aparte de estas mujeres muchas más continuaron desplegando trabajos importantes en la ciencia (Bacarlett, 2004, pp. 2-4).
No obstante, la prohibición continuó hasta los principios del siglo XX. Aunque en gran parte los países con un mayor desarrollo económico y científico se iban abriendo pequeños espacios para las mujeres. Sin embargo, los sesgos culturales de la edad media todavía retumbaban. A esto se sumaba la filosofía cristiana con la premisa del sometimiento de la mujer, que era concebido por la naturaleza, en cambio al hombre se le había dotado de un mayor discernimiento. A pesar de aquello, las ideologías surgidas en el siglo XIX, promovían una reformulación en las relaciones entre los sexos. En algunos de los casos se buscaba cambiar el estado de sometimiento de la mujer, ya que se buscaba la libertad y la autonomía del ser humano. Empero, en occidente siendo la primera mitad del siglo y con el relativo desarrollo de la ciencia y la tecnología, hubo un mayor flujo en la producción de los instrumentos que ayudaban en el trabajo doméstico de la mujer. Pero también hubo mujeres que se introdujeron en campos como el de la ciencia, como Marie Currie que en 1903 recibió un Premio Nobel. Recibió su segundo premio en 1911 por sus contribuciones en Química con respecto a la radiactividad (Guil, 2008, p, 219).
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